La reciente visita de Vladimir Putin a Hungría pone de manifiesto una cierta mutación en la política exterior de algunos países de Europa central y oriental, que resultaba impensable en los años inmediatamente posteriores a la caída del comunismo, cuando dichos países aspiraban a ser miembros de la OTAN y la UE. Estos objetivos se han alcanzado, pero no por ello se ha registrado un cambio sustancial en la geopolítica de la región. En otras palabras, Rusia no ha sido sustituida por Europa.
El pasado, impregnado ahora de una fuerte componente nacionalista, se resiste a morir, y en consecuencia, la capacidad de influencia de Moscú en la zona no ha desaparecido. Si aplicáramos al pie de la letra el concepto de integración europea, no tendría se…
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