En Suecia, como en otros países desarrollados, es cada vez mayor el número de niños en hogares monoparentales. En 1999, la cuarta parte de los chicos suecos de 17 años había experimentado la ruptura de los padres. Para averiguar cómo influye esto en los hijos, un estudio sueco ha comparado, en números redondos, 65.000 chicos de hogares monoparentales con 921.000 hijos de familias intactas. Los datos que han utilizado son los de mortalidad entre 1991 y 1998, más los de ingresos en hospitales entre 1991 y 1999. La conclusión, en resumen, es que vivir con uno solo de los padres duplica o triplica los riesgos para la salud.
El estudio, firmado por Gunilla Ringbäck Weitoft (Comisión Nacional de Salud y Bienestar) y otros, ha sido publicado en la revista médica británica The Lancet (25-I-2003). Según sus conclusiones, la tasa de enfermedades psiquiátricas se multiplica por 2,1 en las niñas y por 2,5 en los niños de hogares monoparentales. Los suicidios o tentativas de suicidio son 2 veces más frecuentes entre las chicas, y 2,3 veces más entre los chicos. El abuso del alcohol aumenta en un factor de 2,4 en ellas y de 2,2 en ellos. El mayor incremento de riesgo se registra en el consumo de drogas: ×3,2 para las chicas y ×4 para los chicos.
En comparación con otras investigaciones sobre el mismo asunto, esta presenta varias ventajas. Primera, está hecha con una muestra de gran tamaño (cerca de un millón de niños). Segunda, contempla la evolución de los chicos durante casi un decenio, lo que permite estimar los efectos a largo plazo de la ruptura entre los padres. Además, al apoyarse en informaciones censales, tiene en cuenta las principales condiciones sociales y económicas de las familias. Y la situación sanitaria se mide no por encuestas, sino por datos hospitalarios, que son más objetivos (si bien esto tiene el inconveniente de dejar fuera los casos que no llegan a los hospitales).
A la vista de los resultados, los investigadores suecos discrepan de los estudios que consideran la ruptura familiar una crisis de consecuencias breves, que pasan cuando el niño se adapta a la nueva situación. Sus datos, dicen, casan mejor con otras investigaciones, más recientes, que detectan efectos a largo plazo.
Por otro lado, ¿qué hace más vulnerables a los niños en hogares monoparentales? Ringbäck Weitoft y sus colaboradores hallan que el factor más influyente es la relativa escasez de recursos. Pero advierten que, aun después de descontar el efecto de esas circunstancias y de los antecedentes de los padres, se sigue observando un significativo aumento de riesgos. Intervienen, pues, otros factores. Los más importantes pueden ser, creen los autores, la menor atención que reciben esos niños y la falta de un modelo paterno, especialmente en el caso de los hijos varones a cargo de la madre sola.
En cualquier caso, los recursos materiales no son todo. En apoyo de esta tesis, los investigadores suecos aducen que en su país, gracias a la generosa protección social, la tasa de pobreza entre las madres solas es muy baja: 10%. Sin embargo, como muestra otro estudio, el exceso de riesgo para la salud, con respecto a las madres con marido, es el mismo que en Gran Bretaña, donde las madres solas presentan una tasa de pobreza mucho más elevada.
En los últimos años, varios estudios han analizado las consecuencias que para los hijos tiene la ruptura de los padres. Entre otros, algunos han puesto de relieve la duración de los efectos en los hijos (servicio 129/00), la repercusión en el rendimiento escolar (64/02) y las conclusiones de las ciencias sociales sobre las ventajas del matrimonio (101/02).