El 72,5% del profesorado de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) se muestra partidario de que se separe a los alumnos, a partir de los 14 años, en tres itinerarios diferenciados: uno que lleve al Bachillerato, otro a la Formación Profesional y un tercero a los programas de Iniciación Profesional (antes denominados de Garantía Social). En este y otros datos de una reciente encuesta, los profesores se manifiestan muy críticos con la ley de Educación (LOGSE) y con la ESO, el nivel de enseñanza que está resultando más conflictivo.
Los profesores critican así, pues, uno de los postulados fundamentales de la LOGSE, la comprensividad. La experiencia de los últimos años indica que la LOGSE, contra sus objetivos declarados, ha favorecido más el fracaso escolar que la igualdad de oportunidades. Además, otra de las innovaciones que se presentaba como conquista social de la LOGSE, la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, es rechazada por la mitad de los profesores encuestados.
Estos datos aparecen en el reciente estudio realizado entre 2.250 docentes de centros públicos y privados de siete comunidades autónomas por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA), a iniciativa de la Fundación Hogar del Empleado. Mientras que los profesores de la Educación Infantil y la Primaria se muestran satisfechos con la LOGSE, los docentes de la ESO se muestran críticos con algunas de las líneas esenciales de la ley. Por ejemplo, el 61,4% no está conformes con la supresión de los exámenes de septiembre, el 47,5% son contrarios a la titulación única al finalizar la ESO y el 42% rechazan que se limite el número de veces que se puede repetir curso. Sobre esto último, los profesores de la ESO se oponen a la promoción automática y piden (58,5%) que la ESO no se organice por ciclos evaluables sino por cursos.
No todo es negativo en la LOGSE, según los profesores. La encuesta revela que la mayoría valora positivamente la introducción de la orientación con personal especializado (83,7%), las programaciones abiertas adaptadas a los centros (67,6%), la autonomía de los claustros para establecer la promoción (67,2%) y la igualdad de posibilidades educativas que ofrece la LOGSE (61,6%).
En consonancia con lo que está pasando en otros países (ver servicio 48/01), la encuesta confirma la crisis de confianza en la enseñanza comprensiva, adoptada en los últimos decenios por un buen número de gobiernos que la consideraron un modelo educativo progresista. En España, la encuesta del IDEA resulta especialmente relevante ahora que el gobierno del Partido Popular ha puesto en marcha tres proyectos legislativos que van a modificar sustancialmente el panorama educativo actual: las leyes de Formación Profesional y las Cualificaciones, la de Calidad de la Educación y la de Universidades. Todas son motivo de polémica, aunque la Ley de Calidad de la Educación, la que lleva más retraso, es la que más obstáculos va a encontrar, pues con ella se modificarán las tres leyes educativas más importantes que se aprobaron durante los años de gobiernos socialistas: la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE, 1985), la LOGSE (1990) y la Ley Orgánica de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG, 1995). El Partido Socialista, Izquierda Unida y las organizaciones educativas vinculadas a la izquierda y a la Plataforma en Defensa de la Escuela Pública (CEAPA, CC.OO., UGT, entre otras), que defendieron en su día la aprobación de la LOGSE, han manifestado su radical oposición a la nueva ley, ya que cuestiona la validez de la escuela comprensiva.
Sin embargo, los datos de esta encuesta dejan lugar a pocas dudas con respecto a la opinión de los docentes sobre el actual sistema educativo, por más que se busquen interpretaciones favorables a la LOGSE. Es lo que ha intentado hacer el propio director del estudio, Álvaro Marchesi, que fue secretario de Estado del Ministerio de Educación durante los gobiernos socialistas. Según él, el apoyo de los profesores a la creación de itinerarios diferenciados no supone ningún rechazo de la LOGSE, sino una demostración palpable del desánimo que cunde entre los docentes y del poco apoyo social que reciben. Siendo esto cierto, los argumentos de Marchesi no explican del todo la opinión de los profesores, ni los problemas que está provocando la ESO, por mucho que se intenten maquillar los resultados. El hecho es que uno de cada cuatro alumnos de la ESO no obtiene el título. En esta etapa, además, existen en algunos centros serios problemas de disciplina, que no se aciertan a atajar, y es donde un mayor número de alumnos muestran desinterés por los estudios, entorpeciendo el clima de convivencia y de exigencia en las aulas.
Adolfo Torrecilla