Los «riesgos no evaluados» de la ICSI, una técnica habitual de la fecundación «in vitro»

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El Comité Consultivo Nacional de Ética de Francia ha expresado en un dictamen su inquietud por el «riesgo aún no evaluado» de una de las técnicas de fecundación in vitro más utilizadas: la inyección intracitoplásmica de esperma (ICSI, en inglés). Sin reclamar una moratoria, el Comité pide que el recurso a esta técnica sea mesurado y que se haga un estudio epidemiológico de los niños nacidos gracias a los diversos métodos de procreación asistida.

La ICSI, que se utiliza desde 1992, consiste en inyectar directamente en el óvulo un espermatozoide escogido por su mayor movilidad. Esta técnica evita recurrir a un donante de semen en el caso de esterilidad masculina cuando los espermatozoides son escasos o poco activos. Actualmente, de los diez mil niños que nacen en Francia por fecundación in vitro, más de la mitad han sido concebidos a través de una ICSI.

Para justificar sus reservas, el Comité subraya que la ICSI se ha aceptado «sin que se haya realizado la experimentación animal normalmente requerida para adoptar una nueva terapia». El dictamen advierte el riesgo de que la esterilidad masculina, que justifica el recurso a esta técnica, pueda ser transmitida al hijo varón si existen anomalías cromosómicas sexuales.

Diversos estudios han señalado que los niños concebidos in vitro son más propensos a anomalías congénitas (cfr. servicio 37/02), y que los concebidos por ICSI presentan una tasa más alta de anomalías en los cromosomas sexuales. También en el dictamen del Comité francés se advierte que hay el doble de malformaciones congénitas en el caso de los niños concebidos por FIV (2,4%) que en los embarazos naturales (1,2%).

El Comité de Ética francés hace una llamada a la prudencia: «El principio de precaución, tantas veces invocado en los casos de enfermedades infecciosas o ligadas a factores medioambientales, casi nunca se evoca en el marco de la procreación asistida, cuando lo que está en juego es el futuro de un niño». Por eso, el Comité recomienda «ante los riesgos ligados a la FIV, y a la ICSI en particular, la realización de un estudio epidemiológico a largo plazo de los niños nacidos gracias a estas técnicas». Pero un estudio de este tipo no es fácil de hacer, habida cuenta de que la mayoría de los padres que recurren a estas técnicas prefieren no revelarlo a los hijos así concebidos.

Al Comité le preocupa también que, en el marco de la ICSI, se recurra sistemáticamente al diagnóstico preimplantatorio del embrión, susceptible de utilizarse con otros fines, como la elección del sexo del niño.

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