Todo el mundo se pregunta cómo puede ser que una película que todavía no se ha estrenado en las salas de cine, ya pueda ser vista en Internet. Un caso reciente, muy sonado, ha sido el de Hulk. La película, que le ha costado a Universal 150 millones de dólares, incluida la distribución, estaba disponible en Internet dos semanas antes del estreno. Y como en otras ocasiones, cualquiera con una buena conexión de Internet y un potente disco duro podía verla totalmente gratis desde el ordenador de su casa.
Muchas películas pueden ser vistas en cualquier parte del mundo accediendo a un sitio web de intercambio de archivos. Sin embargo, lo que ha sucedido con Hulk y otras películas es distinto, y no proviene ni de los amantes de las descargas de archivos ni de los hackers cinéfilos. La copia que estaba disponible en Internet era una versión casi definitiva de la película que había sido distribuida antes del estreno por una agencia de publicidad como parte de la campaña para promocionar la película.
Según datos de un estudio de AT&T Labs, la primera fuente de copias ilegales de películas en sitios de intercambio de archivos de Internet son las personas que trabajan en las propias distribuidores de cine, no los consumidores. El informe señala que alrededor del 80% de las cerca de 300 películas más populares han sido filtradas a sitios gratuitos de descarga en la Red por gente que trabaja en la industria del celuloide.
A juicio de Raffi Krikorian, del Massachusetts Institute of Technology, Hollywood «no debe de preocuparse ahora mismo de la piratería en Internet puesto que no es viable». En vez de eso, Krikorian sugiere que la industria cinematográfica aprenda de los errores de la industria discográfica y se preocupe de dar a los consumidores lo que quieren.
En este sentido va encaminado el acuerdo al que han llegado cinco de los grandes estudios de Hollywood, que han lanzado Movielink (www.movielink.com), un sitio de pago en Internet que permite al usuario descargarse durante un tiempo limitado una película a su ordenador. La persona que baja ese archivo lo puede ver tantas veces como quiera. El precio por descarga varía de tres a cinco dólares según el tipo de film. Sin embargo, pasado el tiempo de descarga fijado, ya no puede tener acceso a él. La plataforma tiene algunas limitaciones. Por el momento solo está disponible para internautas estadounidenses que tengan una muy buena conexión a Internet. Por ejemplo, a 850 MB por segundo (velocidad inasequible a la mayoría de los usuarios), para bajarse la primera película de la serie de Harry Potter se necesitan unas ocho horas.
Javier Táuler