Aunque en Rusia las estadísticas no son fiables, los datos oficiales y los elaborados por investigadores occidentales coinciden en señalar allí una crisis demográfica que se extiende a otros países de la antigua órbita soviética. Desde 1991 el gobierno ruso contabiliza más defunciones que nacimientos. La población está en declive por el fuerte descenso de la natalidad y el aumento de la mortalidad.
En Rusia, en 1993 -según datos oficiales- el número de muertes superó en 800.000 al de nacimientos, hecho insólito en un país que no está en guerra ni atraviesa una hambruna. Se trata de una disminución notable para una nación de 148,4 millones de habitantes. En 1993, la tasa de mortalidad fue de 14,6 por mil (un 20% más que en 1992) y la natalidad, un 9,2 por mil (un 15% menos que el año anterior). La fecundidad ha descendido de 2,17 niños por mujer hace cinco años a 1,4 en 1993.
David Coleman, profesor de demografía de la Universidad de Oxford especializado en las tendencias demográficas del Este europeo y la antigua URSS, califica el fenómeno como «el claro retrato de una sociedad en crisis».
Una de las razones que explican la baja natalidad es la extendida práctica del aborto. Según una información difundida en 1993 por la BBC, en Rusia se realizan anualmente unos 4 millones de abortos. La Seguridad Social los paga hasta 12 semanas después de la concepción, y parece que un elevado número se realizan en consultas privadas y no quedan registrados. Los cálculos oficiales cuentan dos abortos por cada nacimiento.
El arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz, administrador apostólico de la Iglesia católica para la Rusia europea, se ha referido a esta situación en una carta pastoral, la primera desde su nombramiento en 1991. Señala que mucha gente «alega como excusa [para abortar] las difíciles circunstancias de la vida actual», y que esto es «una tragedia que puede denominarse autodestrucción».
La disminución de la natalidad y el aumento de la mortalidad afecta también a otras antiguas repúblicas soviéticas y a diversos países de la Europa del Este. Los datos oficiales señalan que, desde 1989 hasta la primera mitad de 1993, la tasa de natalidad descendió el 20% en Polonia, el 25% en Bulgaria, el 30% en Estonia y Rumania, el 35% en Rusia y más del 60% en la antigua Alemania oriental, donde se da la misma proporción de abortos que en Rusia.
Por otro lado, se registra un crecimiento de la mortalidad infantil en Bulgaria, Rumania, Ucrania, Moldavia y Letonia. La crisis del sistema sanitario explica el aumento de muertes infantiles, pues se ha perdido el control de enfermedades graves como la difteria. Dentro de la tendencia demográfica de los países ex comunistas, la República Checa es una excepción a la regla.
Algunos demógrafos occidentales señalan que desde 1990 la esperanza de vida del varón ha disminuido tres años en Rusia y se sitúa ahora en 60 años, por debajo de la de Filipinas o Indonesia, mientras que la de la mujer rusa ronda los 72 años. Las estadísticas oficiales muestran un aumento de niños enfermos y bebés que nacen con defectos. La mortalidad infantil creció el 10% en los ocho primeros meses de 1993 con respecto a 1992, cuando era del 28 por mil, al nivel de Albania.