Un patriarca en el séquito del Papa Francisco

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Beirut. El próximo viaje del papa Francisco a Tierra Santa ha generado numerosas expectativas en diversos ámbitos, como variadísimos serán los fieles, los políticos y líderes religiosos que encontrará a su paso entre el 24 y 26 de mayo próximos.

Aquí sería injusto decir que solo los católicos ansían ver a Francisco, ya que su peregrinación se enmarca en el 50 aniversario del encuentro entre Pablo VI (próximamente beato) y el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Atenágoras.

Es este el contexto en el que los católicos occidentales verán desenvolverse al Santo Padre, rodeado también por las autoridades católicas de diferentes ritos, entre ellas el patriarca maronita, Bechara Butros Rai.

En Medio Oriente, un patriarca es la cabeza de un grupo de fieles de un determinado rito y comunica directamente con el Papa, además de tener sus propios obispos. En estos países, los católicos de rito latino suelen ser una minoría, mientras que predominan, según el país, los maronitas (Líbano), los armenios católicos, los greco-católicos o melquitas, los coptos (Egipto), los caldeos (Irak), etc.

Además de las Iglesias cuya cabeza es el Papa, conviven en estos países cristianos ortodoxos de diferentes ritos. En la práctica no se diferencian en sus creencias de los católicos y se dan numerosos matrimonios mixtos donde la mujer sigue el rito del marido sin más preguntas.

Hay muchos jóvenes palestinos que compran casas en barrios judíos porque en sus tierras no hay más sitio y no logran los permisos de construcción

Tras el Concilio Vaticano II se ha hecho un gran esfuerzo por buscar la unidad de la Iglesia a través del diálogo ecuménico, que ha dado grandes pasos a través de visitas, reuniones y trabajos entre católicos y ortodoxos.

Los cristianos, ciudadanos de pleno derecho
Por otra parte, durante los últimos siglos, la presencia y extensión del islam ha producido en las comunidades cristianas un efecto de retirada y de reclusión en sí mismas. Sobre todo en las últimas décadas, esta retirada ha tenido como consecuencia la emigración de cientos de miles de cristianos al extranjero.

Desde hace unos meses, tras una reunión de patriarcas orientales, una de las conclusiones fue la de impulsar a sus comunidades a salir a la escena pública y a trabajar activamente por sus países como ciudadanos con derechos.

Los patriarcas buscan fomentar el papel social que deben desempeñar los cristianos en la política y en la sociedad, dejando de esconderse en la excusa de ser una minoría. Esto es de vital importancia ya que desgraciadamente se toman decisiones en la región que no los tienen en cuenta.

Los católicos, y los cristianos en general, esperan del Santo Padre palabras de aliento, de apoyo y de reconocimiento a estas Iglesias que sufren persecuciones y cuentan con cientos de mártires en la actualidad.

Alrededor de diez mil libaneses viven en Israel desde el año 2000, en el que se retiraron las tropas israelíes del Líbano

En no pocos medios de comunicación del Medio Oriente se presagian aires en favor de la paz. Hasta ahora, tras la guerra entre palestinos, libaneses e israelíes, no se ha producido ningún diálogo diplomático entre el Líbano e Israel. Esto tiene como consecuencia que desde el año 2000 muchas familias libanesas y palestinas han quedado separadas entre un país y el otro.

En este marco se espera que el encuentro que el Santo Padre mantendrá con las autoridades palestinas y más tarde con líderes judíos sirva para avanzar hacia un diálogo de paz.

El patriarca maronita, en Tierra Santa
Para recibir y acompañar al Papa Francisco, el patriarca maronita Bechara Butros Rai viajará desde el Líbano con un pasaporte del Vaticano, lo que le permitirá desplazarse en la región evitando los conflictos diplomáticos que existen con el vecino país.

Alrededor de diez mil libaneses viven en Tierra Santa desde el año 2000 en el que se retiraron las tropas israelíes del Líbano. Entre ellos se encuentran musulmanes, drusos, y cristianos. Por primera vez el patriarca maronita visitará esta comunidad de fieles.

En 1978, cuando algunas ciudades del sur del Líbano fueron sitiadas por tropas israelíes, muchas familias decidieron huir hacia el interior del país, pero alrededor de diez mil personas se quedaron en sus casas. Si bien el ejército del país fue en su defensa, los frentes eran numerosos y existía el mismo temor hacia los palestinos que hacia los hebreos, con lo cual estas familias decidieron luchar del lado judío.

En el séquito del Papa Francisco va el patriarca maronita del Líbano, Bechara Butros Rai, que quiere visitar las comunidades de cristianos en Tierra Santa

Las personas de estos pueblos formaron el “Líbano Libre”, pero en cuanto Israel se retira por completo en el 2000, estas personas deciden retirarse con ellos por miedo a las represalias de sus propios compatriotas y de los palestinos.

Los maronitas que se instalaron allí, lo hicieron en la zona hebrea, no en la palestina, lo que en el contexto de guerra era su única opción. “Al principio, la relación entre cristianos maronitas y palestinos era completamente hostil. Estos últimos se alentaban entre ellos a no recibir en sus casas, ni hacer amistad con los procedentes del Líbano porque eran ‘agentes, espías de Israel, que viven en pueblos y ciudades judías’”, explica Mons. Moussa el Hage, arzobispo maronita de Haifa (Israel) y Amán (Jordania), y actualmente administrador apostólico de los melquitas en Tierra Santa. “Con el paso del tiempo las relaciones han ido mejorando”.

“Las dificultades que viven a diario los palestinos en Tierra Santa hacen que sea más intensa la necesidad de un líder regional que hable por ellos. Por eso el patriarca quiere encontrarse con todas las comunidades que se lo han pedido, no solo los maronitas”.

Con respecto a las expectativas suscitadas entre los libaneses de distintos ritos, Mons. Hage cuenta que “la gente lo conoce [al patriarca maronita] por la televisión católica libanesa, conocen su personalidad y valoran su valentía, y quieren encontrarse con él. Se sienten encerrados, necesitan hablarle, y el patriarca quiere escuchar sus problemas y reconfortarlos, visitándolos en sus propias parroquias”. Y escuchándolos podrá informar de los problemas al Papa.

Algunas dificultades de los árabes en Tierra Santa
El gobierno judío se muestra propicio a que los libaneses asentados en Israel entren en el ejército. Pero ellos se sienten más próximos de los palestinos que de los hebreos. Además, el gobierno declara que Israel es un estado judío, lo que hace incompatible trabajar por esa causa.

Judíos y palestinos no tienen las mismas facilidades. Hay muchos derechos de los árabes que no son reconocidos por el Estado, y en cambio, los judíos que llegan de cualquier parte del mundo para instalarse se encuentran en mejores condiciones que los árabes.

Monseñor el Hage cuenta algunas de esas dificultades de la vida cotidiana: “Por ejemplo, los permisos para construir una casa, para un árabe van de 2 a 15 años mientras que para los judíos es mucho más fácil. Si entran en el ejército, hay grados militares o funciones, como la de piloto, que no pueden ejercer los palestinos”.

Hoy hay muchos jóvenes palestinos que compran casas en barrios judíos porque en sus tierras no hay más sitio y no logran los permisos de construcción. Esto hace que muchos judíos dejen sus viviendas porque no quieren vivir con los árabes, llegando incluso a poner carteles en los edificios que dicen: “Prohibida la entrada de árabes”.

El problema no es con todos los hebreos, porque de hecho los jóvenes suelen ir la escuela y universidad juntos, sino con aquellos extremistas que no toleran la convivencia en la misma tierra. Tampoco ayuda la mentalidad de “Tierra Prometida” de la que se alimentan judíos y musulmanes en la que cada pueblo se considera el heredero.

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