Varios países europeos están adoptando medidas para reducir los efectos contaminantes que la sobreabundancia del plástico ocasiona en la naturaleza. Según el Instituto de Investigaciones Económicas de Colonia, en 2010 cada ciudadano de la UE utilizó, como promedio, 198 bolsas plásticas, 175 de ellas de “usar y tirar”. La meta, recogida en la Directiva Europea para limitar esos recipientes, es reducir esa cantidad a 90 bolsas en 2019, y a 40 en 2025.
Las bolsas de plástico son a menudo arrojadas sin el menor cuidado, no depositadas en los contenedores específicos para ese material. Su proceso de descomposición puede tardar entre 100 y 500 años, en función de la solidez del material.
En tal sentido, y para intentar contener la multiplicación de este tipo de desechos, el Ministerio de Medio Ambiente alemán ha dispuesto que cada establecimiento comercial deje de ofrecer bolsas gratis a los clientes, y que les ponga un precio, cuyo monto será decidido por cada empresa. En España está en vigor una norma similar para los supermercados.
En Inglaterra, entretanto, se ha fijado por ley un precio de 5 peniques por bolsa en las tiendas que cuenten con más de 250 empleados. El resultado es positivo: si en 2014 las más grandes cadenas comerciales habían entregado 7.600 millones de bolsas a sus clientes, ese número había descendido a 640 millones seis meses después de que entrara en vigor la regulación.
Francia, por su parte, ha prohibido desde el 1 de julio las bolsas de menos de diez litros de volumen. Según The Local, que cita números del Ministerio de Medio Ambiente, los franceses solían utilizar 17.000 millones de ellas cada año, de las que 8.000 millones eran abandonadas en la naturaleza. Tras la medida, algunos supermercados ya están utilizando bolsas de papel para sustituir las plásticas.
La fuente periodística añade que, en comparación con otros europeos, cada francés consume 80 bolsas por año, bastante más que daneses y fineses (con apenas 4), pero notablemente menos que los polacos, que se llevan a casa unas 400.
En esa “guerra” a la contaminación del plástico, cabe añadir que París ha aprobado una ley para que, desde enero de 2020, vasos y platos desechables no se fabriquen íntegramente de ese material, sino con al menos un 50% de sustancias biodegradables.
En España, la Comisión de Cambio Climático del Congreso de los Diputados, aprobó unánimemente a finales de noviembre una propuesta de Ciudadanos para instar al gobierno a establecer la obligatoriedad de que en la confección de la vajilla desechable se emplee un 50% de materiales orgánicos, como el almidón y la fécula de patata. De igual modo, deberá prohibirse la comercialización, la importación y la exportación de bolsas de plástico no biodegradable o de un solo uso.