Entre signos alarmantes, hay motivos de esperanza
Amsterdam. La práctica de la eutanasia en Holanda sigue ganando terreno, no sólo en aceptación social sino también en el relajamiento de las condiciones para aplicarla, como veremos en el caso que más adelante se relata. Pero también surgen más voces que cuestionan el camino que se ha emprendido con la tolerancia y despenalización de la eutanasia, y cobran fuerza las iniciativas dirigidas a invertir la tendencia.
Por su parte, el gobierno sigue mostrando celo en asegurar que todas las premisas previstas en el laberinto jurídico de una eutanasia ejecutada con pulcritud no encuentren obstáculos de ningún tipo. Esta semana, los ministros de Salud Pública y de Justicia enviarán al Parlamento un proyecto de ley sobre eutanasia, que permitiría solicitarla a los menores de edad a partir de los 16 años, si los padres o tutores avalan la decisión. El Consejo de Estado, órgano asesor del gobierno, ha insistido en que los jóvenes de 16 ó 17 años están en condiciones de decidir poner fin a su vida si así lo desean. El proyecto mantiene la eutanasia en el Código Penal, pero añade una razón de exclusión de pena: que se hayan cumplido los conocidos requisitos (ver servicio 164/93). Cinco comisiones regionales regionales de control juzgarán cómo ha actuado el médico; los casos a los que no se pueda aplicar la exclusión pasarán al fiscal.
El último refuerzo en la línea de facilitar la eutanasia son los 8 millones de florines (3,6 millones de euros) que la ministra de Salud Pública, Els Borst, ha reservado para formar a consultores. A ellos podrán dirigirse los médicos de cabecera en casos de eutanasia, ya que la ley prevé que el médico se asesore con un colega. Se trata de una segunda opinión para ver si se cumplen los requisitos exigidos por la despenalización de la eutanasia o si hay otras alternativas de tratamiento. La meta es formar a 500 consultores que operen en todo el país.
«Los consultores -precisa Eric Wijlick, médico jefe del proyecto, llamado Red de Contactos para Apoyo y Consulta- son médicos que se especializarán para que sus colegas que se ven confrontados con la petición de eutanasia puedan asesorarse con un experto independiente, es decir, alguien con quien no tienen relación laboral por no formar parte del mismo equipo, o sea que no tengan ningún tipo de dependencia económica. Hasta ahora los médicos no tenían claro a quién dirigirse: ¿a un colega amigo? Nuestro deseo es también que este contacto se tome cuanto antes, para barajar mejor las posibles soluciones médicas para la enfermedad de quien quiere morir». En la formación de estos consultores se incluirá la Medicina paliativa. «Hasta ahora estos conocimientos estaban presentes, pero a partir de este proyecto, formarán parte del programa de una manera más explícita».
Además, los consultores trabajarán en sus distritos correspondientes en contacto con los centros de cuidados paliativos. Como Wijlick sabe que sus explicaciones van dirigidas a una publicación extranjera, quiere dejar claro que los consultores ayudarán al médico a estudiar y valorar las alternativas, y a que las alternativas se apliquen a tiempo; pero la eutanasia seguirá siendo posible.
Voz de alarma
Sobre la amplitud de criterios en la aplicación, los medios ha prestado atención a la siguiente «muerte asistida».
Una médica facilitó en 1996 a un paciente suyo, de 71 años, una bebida letal. No es que se tratara de un demente. El enfermo sufría de falta de concentración, miedo e inseguridad. Sólo el 15% de su tiempo se sentía feliz; el resto de su existencia estaba teñido por el sufrimiento y la inquietud. La médica de cabecera y el psiquiatra de la institución donde vivía el anciano hicieron un informe muy detallado sobre la minuciosidad y precisión con las que habían ayudado a morir al paciente, y lo enviaron al fiscal para que se convirtiese en un caso más de jurisprudencia pro eutanasia, en esta ocasión super-ejemplar. Tres años después se ha hecho público que la médica no ha sido procesada porque el fiscal no lo ha considerado necesario.
A raíz de este caso, un editorial del diario holandés Volkskrant (19-VI-99) manifiesta alarma por la evolución tan peligrosa respecto a la práctica de la eutanasia a ancianos dementes. No es que este periódico de conocida tendencia izquierdista haya iniciado una campaña en favor de la vida, sino que una mente lúcida ha sido capaz de ver motivos de inquietud donde realmente los hay.
El Volkskrant dice así: «La aplicación de la eutanasia a ancianos dementes va demasiado lejos. (…) El criterio de dolor insoportable se ha ido ampliando. Al principio se refería al dolor físico sin perspectiva de curación. Cada vez más se aplica a cualquier situación física o psíquica que nos resulta desagradable o pesada. Con la aplicación de la eutanasia a ancianos dementes acecha una amenaza muy turbia en la que van a contar motivos no tan nobles. La demencia es un peso para el entorno del demente. ¿Cómo evitar que las residencias de ancianos, el médico, la familia o el paciente mismo pidan la eutanasia para evitar ser un peso? Por no hablar de casos en los que influya la herencia.
«El futuro se presenta alarmante: un país rico, que sin embargo no quiere dedicar más presupuesto al cuidado de los ancianos más vulnerables; ciudadanos que consideran indigna la demencia y prefieren hacer desaparecer a ancianos cuya situación va deteriorándose; y ancianos que no quieren molestar y van a firmar en masa peticiones de que les apliquen la eutanasia. Un país, en resumen, que se sacude de encima todo lo enfermo, feo o lo que resulta menos llevadero».
Motivos de esperanza
Para saber si queda alguna rendija abierta a la esperanza hablamos con Krijn Haasnoot, de 57 años, médico y vicepresidente de la NAV, Asociación de Médicos Pro-Vida. Haasnoot no considera que artículos como el del Volkskrant signifiquen que la mentalidad de ser dueños de la vida y la muerte esté tocando a su fin. «Es lógico que haya momentos de lucidez en los que alguien levante el índice señalando el mal, pero el proceso sigue desarrollándose», dice.
Sin embargo, el doctor Haasnoot encuentra motivos de esperanza en algunos signos de que empiezan a preocupar seriamente las consecuencias del permisivismo. «Un ejemplo muy cercano es el que encontré en el diario Trouw del domingo 27 de junio. El eurodiputado y ex presidente del Partido Liberal (VVD) Frits Bolkestein insiste en que el liberalismo actual sólo se preocupa por la libertad individual sin servir de freno a la desintegración moral. Aunque no habla de la eutanasia, creo que el reabrir este tipo de debate nos puede guiar por mejores caminos. Bolkestein sigue insistiendo en que la educación sin referencia a valores no sirve. Esta se basa en la ilusión de que el hombre es bueno por naturaleza. Hay que dejar desarrollar al niño sus capacidades e inclinaciones. Los jóvenes distinguirían por naturaleza el bien y el mal, según este modo de pensar. Pero ya se ha demostrado que esto no funciona».
Según Haasnoot, reflexiones como la de Bolkestein están arraigando en la sociedad holandesa, donde es cada vez más difícil seguir teniendo fe en que juntos con nuestros políticos lo arreglaremos todo. A juzgar por el último escándalo, la Administración ha resultado ser un gran proveedor de drogas.
Un converso a la causa de la vida
Sobre cómo ha evolucionado la aplicación de la eutanasia a ancianos dementes, Haasnoot se lamenta: «La situación es deplorable y el asunto de los ancianos, trágico, pero ya se veía venir desde el momento en que se aceptó como condición que el paciente se viese aquejado de un sufrimiento insoportable. El margen es ilimitado e incontrolable. Después, la legislación holandesa de la eutanasia se basa en la autodeterminación, pero esto es otra falsedad. Ya en 1982 se hablaba de aplicarla también a personas que no pueden expresar su voluntad como bebés o dementes, y así ocurre ahora».
Si, a pesar de todo, Krijn Haasnoot no pierde la esperanza de que la mentalidad llegue a cambiar, es en parte porque su vida misma está marcada por la trayectoria de haber salido del caos moral a un compromiso por la vida. Estudiante de los 60 y joven profesional de los 70, fue fruto de su tiempo. Vivió en una comuna y fue médico abortista. Antes de cumplir los cuarenta, su vida dio un giro, reencontró a Dios y dejó de trabajar en la clínica de abortos. «¿Si me siento culpable? -declaraba en una entrevista-. Como hombre y como médico obré mal. No ayudé a las mujeres como debía. Siento en mis manos la sangre de mil niños que aborté, pero esa sangre también clama a Dios y de Él puedo esperar el perdón porque es no sólo justo sino misericordioso. A veces me atrevo a pensar que esos niños son mis aliados en el cielo».
Interés por la Medicina paliativa
Que los cuidados paliativos se presenten siempre en relación con la eutanasia no le parece a Haasnoot reprobable: «En algunos casos, los médicos no tienen conocimientos de Medicina paliativa. Recientemente, en un curso sobre la práctica de la eutanasia organizado por el Colegio Médico, estaba prevista una serie de conferencias sobre cuidados paliativos a cargo del doctor Ben Zylics, director del Hospice Roozendaal y principal experto del país en Medicina paliativa. La reacción de un buen grupo de asistentes fue acercarse a él para decirle que querían seguir informándose más sobre los cuidados paliativos».
La NAV no se queda con los brazos cruzados ante la mentalidad de la mayoría (el 80% de los holandeses se declara a favor de la eutanasia, según dice alguna encuesta). Explica Haasnoot: «Tratamos de ser una asociación de médicos operativa, con una presencia más fuerte y profesionalmente bien equipada entre el mundo médico. Estamos buscando patrocinadores para elevar en todos los aspectos el nivel profesional de la organización y también para crear puestos de prácticas y especialización para estudiantes que se quieran formar a favor de la vida. Publicamos en Internet, nos hemos unido a los juristas pro-vida.
«Otro motivo de esperanza es que todavía hay médicos que quieren ser miembros de nuestra organización y desde hace poco tenemos una junta directiva mucho más joven. Influiremos en nuestros colegas; estamos convencidos de que el barco cambiará de rumbo, pues hay un motivo fundamental que tarde o temprano hará sucumbir la postura en contra de la vida, y es que la eutanasia no es un acto médico, no tiene que ver con curar y por eso no tiene futuro».
Carmen Montón