El Parlamento indio ha aprobado una ley que prohíbe la práctica comercial de los “vientres de alquiler” y permite la maternidad subrogada altruista solo para parejas indias infértiles a través de una “pariente cercana”.
Con el fin de evitar la explotación de mujeres pobres que se sometían a esta práctica a cambio de dinero, la ley ahora aprobada establece unas condiciones restrictivas para utilizar la maternidad subrogada.
En el país existen entre dos mil y tres mil clínicas dedicadas a esta práctica, por lo que no será fácil aplicar la ley
Solo podrán recurrir a esta práctica las parejas indias legalmente casadas al menos durante cinco años, con infertilidad médicamente probada. La mujer deberá tener entre 23 y 50 años de edad, y el marido entre 26 y 55. Quedan excluidas las parejas extranjeras, las parejas gais y los solteros. También las parejas que ya tengan algún hijo, biológico o adoptado.
Solo “parientes cercanas” a la pareja que desea el niño podrán prestarse a ser madres subrogadas y de un modo altruista.
La pareja comitente no podrá abandonar al niño así gestado, cualquiera que sea su sexo o su estado de salud, pues se han dado casos de bebés enfermos rechazados por clientes extranjeros.
Si la ley logra aplicarse, se cerrará un sector de negocio que, según el ministro de Sanidad, Hars Vardhan, abarca entre dos mil y tres mil clínicas dedicadas a esta práctica, en muchos casos de modo no oficial. Desde que se legalizó la maternidad subrogada en 2002, la India se convirtió en el mercado preferido para muchas parejas extranjeras, al contar con agencias y clínicas especializadas, médicos experimentados, escasa regulación y una abundante provisión de mujeres dispuestas a tener hijos para otras a cambio de dinero.
La ley permite la maternidad subrogada altruista solo para parejas indias casadas y a través de una “pariente cercana”
También el precio era muy inferior al de otros países, ya que oscilaba entre 20.000 y 30.000 dólares, menos de una cuarta parte de lo que cuesta en EE.UU. De ese dinero, la mujer gestante se llevaba unos 8.000 dólares, una cantidad importante para una mujer india pobre, pero la mayor parte era para la clínica y la agencia que facilitaba el trato. Todo esto dio lugar a una industria muy lucrativa, y también a escándalos de mujeres pobres explotadas y de bebés enfermos rechazados. La red comercial que se ha creado en torno al negocio de los vientres de alquiler y las historias de las mujeres reclutadas para esta práctica han sido analizados en el libro Wombs in Labor, de la socióloga india Amrita Pande, publicado en 2014.
La India se suma así al grupo de países asiáticos que han abandonado la práctica comercial de los “vientres de alquiler” al servicio de clientes extranjeros. Antes lo hicieron Camboya, Tailandia y Nepal.