El anuncio del gobierno británico de una posible despenalización del consumo de marihuana ha provocado la reacción de Susan Greenfield, una prestigiosa neurobióloga de Oxford muy conocida en Gran Bretaña. Seleccionamos algunos comentarios publicados en Time (22 julio 2002).
Susan Greenfield, de 51 años, es profesora de Farmacología en la Universidad de Oxford y directora, desde 1998, de la Royal Institution of Great Britain -el centro de investigación científica de primera importancia del país-. Es la primera mujer que ocupa ese puesto en los 200 años de historia de la institución. Está especializada en los mecanismos de conexión neuronal. Junto con esto, goza de la simpatía de la opinión pública, ya que habla del cerebro con la soltura que otros hablan de fútbol. Concede entrevistas, publica colaboraciones periodísticas y participa en programas de radio y televisión.
A mediados de julio pasado, el gobierno británico anunció que podría despenalizar el uso y posesión de marihuana, y catalogarla como droga de «bajo riesgo». Esto irritó a Greenfield, quien afirma que la despenalización es consecuencia del tan extendido mito de que el cannabis es inofensivo. «Después de estudiar los efectos de las llamadas drogas blandas en el cerebro -dice-, estoy convencida de que los fumadores de marihuana dinamitan literalmente sus mentes. Hemos entrado en una cultura de la droga en la que las personas, en lugar de procurar vivir una vida interesante y llena de sentido, buscan olvidarse del estrés cotidiano por la vía química».
Greenfield reconoce que su discurso antidroga -basado en las consecuencias del consumo- es el que mejor aceptan los jóvenes y adolescentes. Por eso insiste en que «las drogas interfieren en la comunicación química y eléctrica de las células nerviosas, de dos maneras: o bien liberan demasiados impulsos o bien impiden que lleguen a los receptores. La marihuana es tan potente porque tiene su propio receptor natural en el cerebro. De manera que cuanto más se fuma, menos sensible se hace el receptor».
Esto influye en la conducta. Greenfield recuerda que el consumo de cannabis reduce la memoria y la coordinación; provoca síndrome de desmotivación o incapacidad para fijar la atención; y puede afectar al consumidor de manera irreversible. Asimismo, está demostrado que el consumo puede desencadenar la esquizofrenia.
El carácter adictivo del cannabis ha sido muy debatido. Greenfield se limita a señalar que cada vez hay que consumir más cannabis para conseguir los mismos efectos y que el 10% de los usuarios no pueden dejar el hábito a pesar de que lo intentan.