Montevideo.— Casi tres años después de que el Parlamento aprobara el cultivo y la comercialización de cannabis con fines científicos y terapéuticos, y para el consumo personal, la marihuana legal sufre el rechazo de la gran mayoría de las farmacias donde se debería vender, al tiempo que el comercio ilegal goza de buena salud y se expande.
La regulación de la marihuana fue el buque insignia del gobierno de José Mujica (2010-2015), una idea con la que se pretende combatir la inseguridad, evitar que los vendedores de cannabis lleven a sus compradores hacia la letal pasta base de cocaína y cortar una fuente de ingreso de los narcotraficantes. Para ello, se creó un mercado legal, en el que el cultivo y la distribución estuvieran bajo control estatal.
Las farmacias se resisten a vender marihuana por razones de principio, porque temen desprestigiarse ante los clientes o por amenazas de los narcotraficantes
Con Mujica, Uruguay se convirtió en el primer Estado del mundo en regular el proceso de producción, venta y consumo de marihuana. Dentro del país, la propuesta ha generado mucha polémica en el ámbito político y resistencia en la opinión pública. En este contexto, el gobierno buscó una fórmula para facilitar la venta pero sin incentivar el consumo.
Marihuana en casa
La ley permite a los ciudadanos uruguayos mayores de 18 años comprar hasta 40 gramos mensuales –o 10 gramos semanales, a 1,17 dólares el gramo– en farmacias autorizadas, con previa inscripción. También autoriza el cultivo para consumo individual en casas (hasta seis plantas por hogar, equivalentes a unos 480 gramos mensuales) y clubes (con hasta 15 miembros y hasta 90 plantas). Ya se encuentran funcionando 15 de estas asociaciones y otras ocho gestionan el permiso.
Otra de las polémicas surgió a raíz del lugar donde se realizarían las plantaciones de cannabis con destino al nuevo mercado legal y quiénes se encargarían de la custodia. Se resolvió que la cosecha oficial se hiciera en predios militares, vigilados por el ejército. Dos empresas, Iccorp y Simbiosys, ganaron la licitación para producir, entre 22 que se presentaron. Está previsto que cosecharán 4.000 kilos de droga por año y la venderán a las farmacias –que podrán tener un stock de dos kilos– a 0,90 dólares el gramo.
Las inscripciones de los clientes se llevarán a cabo en las oficinas del Correo y se realizarán con huellas dactilares. El registro estará controlado por el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) –que tiene un acuerdo firmado con las Asociaciones de Farmacias–, la Junta Nacional de Drogas y el Poder Judicial. La marihuana se trasladará hasta las farmacias en vehículos controlados por GPS y con custodia privada armada desde las dos plantaciones, ubicadas en la periferia de Montevideo.
El miedo de los farmacéuticos
Las autoridades esperaban comenzar la venta en farmacias el pasado mayo; luego la aplazaron a julio. Y ahora aguardan a que finalice un conflicto con el Correo Uruguayo –por lo que no se ha podido iniciar el registro– para dar el puntapié inicial al comercio legal de marihuana. Son casi 5.000 personas los cultivadores para consumo propio, pero se desconoce el número de potenciales compradores en farmacias. Desde el gobierno han reconocido que la primera fase de la producción no cubrirá la demanda.
En tanto, de las 1.200 farmacias del país, solamente 50 han aceptado ofrecer marihuana al público. Las tres grandes organizaciones que las representan argumentan que muchas del interior del país consideran que la venta de marihuana en sus establecimientos puede afectar a su imagen frente a muchos clientes que no la ven con buenos ojos, según el presidente de la Asociación de Farmacias del Interior, Fermín Arguiñarena.
Otro argumento ha sido que las farmacias están “para curar y no para enfermar”, a decir de Jorge Suárez, presidente del Centro de Farmacias del Uruguay. Además, el presidente de la Cámara Uruguaya de Farmacias, Gonzalo Miranda, dijo en una entrevista con la agencia Efe que algunos establecimientos ubicados en zonas de venta de droga han manifestado haber recibido amenazas por parte de los narcotraficantes, quienes consideran que la comercialización de marihuana puede afectar a sus negocios ilegales.
La ley permite cultivar marihuana para consumo propio y comprarla en farmacias previa inscripción como consumidor
De cualquier modo, el gobierno –que hoy comanda Tabaré Vázquez, impulsor de una agresiva campaña contra el tabaco desde su primera presidencia (2005-2010)– cree que esas 50 farmacias resultan suficientes para comenzar el experimento. También prevé que a medida que comience la venta legal en las farmacias, irá en aumento el número de establecimientos que participarán.
El mercado ilegal goza de buena salud
En medio de la iniciativa oficial, existe un creciente mercado ilegal que está vivo y coleando, y que desafía a la legalidad. Se calcula que en Uruguay hay ya más de 55.000 fumadores de marihuana, 10.200 más que en 2011, según la Junta Nacional de Drogas. Un reciente estudio de la Iniciativa Latinoamericana de Investigación sobre Marihuana, que integra la Universidad Católica del Uruguay, ha revelado que los altos consumidores fuman un porro por día, que consiguen la droga en el mercado ilegal y que experimentan nuevas formas de consumo (en brownies, galletas, guisos, daiquiris, mate, cremas y lociones). La mayoría de estos consumidores informó que obtuvo la droga “a través de una combinación de métodos”, por lo general ilegales.
La incautación de marihuana en 2015 aumentó 71% respecto al año anterior, hasta un total de 2,5 toneladas, según estadísticas de la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas. Como la cantidad de droga aprehendida suele ser aproximadamente proporcional a la que llega al mercado, se puede suponer que el comercio ilícito se ha expandido.