La familia protagonista de CODA, Oscar a la mejor película
Al final lo de menos fueron los premios, de los que luego hablaremos. Los Oscar 2022 pasarán a la Historia como la ceremonia donde un actor negro, a punto de ganar un Oscar, agredió al presentador, otro actor negro también, por un chiste sobre su mujer.
El incidente desperezó al público presente en el Dolby Theatre y a los miles de espectadores que llevaban ya casi tres horas confirmando que la supresión de algunos premios no había impedido que la Gala siguiera siendo soporífera. Chris Rock había subido al escenario a presentar el premio al mejor documental y, en ese momento, hilaba chistes mucho más ofensivos que graciosos. Se metió con la “mujer de Javier Bardem” (se llama Penélope Cruz, Chris, de nada) y de una manera más cruda habló de la calvicie de la mujer de Will Smith, que padece una enfermedad que le produce alopecia.
Contrariado, Smith se dirigió al escenario, abofeteó al presentador y se volvió a su sitio lanzando improperios. La televisión americana cortó el sonido, desvió la cámara, y durante muchos minutos se extendió la duda de si aquella agresión había sido real o guionizada. Poco después, Will Smith recibía el Óscar al mejor actor por su interpretación en El método Williams y pedía perdón a la Academia. Se confirmaba la agresión. No era un momento guionizado. La gala de los Óscar que dedicó un minuto de silencio para apoyar la paz de Ucrania, y que estuvo a punto de acoger un discurso de Volodímir Zelenski, terminaba a guantazo limpio. Todo muy coherente.
Y digo terminaba porque lo que pasó a partir de ese momento dejó de importar. Las redes se dividieron –polarizadas como siempre– entre los que arremetían contra Will Smith (la mayoría) y los que justificaban su actuación –en cierto modo, el mismo Smith– por ser una “respuesta de amor”. Al margen de trincheras y etiquetas, el incidente fue bochornoso por parte de un presentador dedicado a entrar en el insulto personal y de un actor carente de autocontrol (por decirlo con suavidad). Si de esta, al menos, aprendemos a no insultar –las bromas las carga el diablo– y a no agredir, algo habremos avanzado.
Palmarés poco sorprendente
Pero a los Óscar no viene uno a pegarse sino a ganar premios y, en este terreno, hubo muchas menos sorpresas. La gran vencedora de la noche fue CODA, un remake de una película francesa (La familia Bélier) producida por Apple y que cuenta las dificultades que atraviesa una familia de sordos que tiene una hija oyente. Aunque a priori sorprenda que esta película indie, versionada, haya ganado en un año en el que competían películas tan potentes como West Side Story, Belfast o El poder del perro, la realidad es que la cinta llevaba semanas ganando premios de asociaciones de críticos, es una película emotiva, de esas que llega al corazón del público, y, sobre todo, es un film inclusivo, y eso, ahora mismo, con una Academia dispuesta a purgar todos sus pecados contra la diversidad, es absolutamente determinante. Además del premio a la mejor película, CODA ganó el premio al mejor guion adaptado y al mejor actor secundario. Troy Kotsur se convirtió en el primer actor sordo en ganar un Oscar y protagonizó con su discurso uno de los momentos más conmovedores de la Gala.
No hubo sorpresas tampoco en los premios a la mejor película internacional, Drive My Car, ni a la mejor película de animación, que fue para Encanto. Los Oscar técnicos de Dune –seis en total– entraban dentro de lo esperable, al igual que el premio a la mejor dirección a Jane Campion por El poder del perro, el premio al mejor vestuario para Cruella o el Óscar de Ariana De Bose por su interpretación de Anita en West Side Story.
Algo más sorprendente fueron el Oscar al mejor guion original para Kenneth Branagh por la sobresaliente Belfast (una cinta extrañamente ninguneada en los premios de estos meses) y el Oscar a Jessica Chastain por Los ojos de Tammy Faye, un papel muy por debajo de sus interpretaciones en Molly’s Game, El caso Sloane, El árbol de la vida o La desaparición de Eleanor Rigby. La Academia le debía un Oscar y ha decidido que este era el año para dárselo. El premio a Chastain dejó sin segundo Oscar a Penélope Cruz (Madres paralelas), pero el cine español no se fue de vacío: Alberto Mielgo ganó el Oscar al mejor cortometraje de animación por El limpiaparabrisas, una reflexión sobre las relaciones de pareja con un diseño visual brillante y un tono narrativo adulto y algo oscuro. El premio para Mielgo confirma el alto nivel de la animación española y fue una de las alegrías en una edición que terminará recordándose por una bofetada en prime time.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta