La polémica directora de cine alemana Leni Riefenstahl cumple 100 años
Aquisgrán. La directora de cine alemana Leni Riefenstahl ha cumplido cien años y acaba de presentar su nueva película, un documental sobre el mundo submarino. La maestría de sus trabajos no hace olvidar su ambivalencia: fue una gran directora de documentales, sentó nuevos parámetros en el lenguaje cinematográfico, sobre todo en el montaje; redefinió el documental. Y, sin embargo, Leni Riefenstahl puso su talento al servicio del nacionalsocialismo, dando una cobertura estética a la barbarie. Tanto que en Alemania prácticamente nunca se pronuncia su nombre sin acompañarlo del adjetivo «polémico».
En los últimos años se ha despertado un nuevo interés por su persona y su obra, como lo muestra la reciente publicación de tres biografías (1): una de la que es autor Rainer Rother, científico del Museo Histórico Alemán de Berlín, otra del publicista de Hamburgo Lutz Kinkel, y la más reciente -y con 599 páginas la más extensa- de Jürgen Trimborn, encargado de la asignatura «Cine del Tercer Reich» en la Universidad de Colonia. El pasado año el reconocido historiador Guido Knopp -dentro de una serie en la Segunda Cadena de la Televisión Alemana ZDF- emitió un capítulo de cuarenta minutos sobre Leni Riefenstahl.
Por último, el pasado 15 de agosto, una semana antes de su 100º aniversario, la cadena franco-alemana Arte dedicó una velada temática a Riefenstahl, en la que se estrenó su última película -48 años después de su anterior film-: Impresiones submarinas, un documental sobre el mundo subacuático, además de una entrevista realizada por Sandra Maischberger. Recientemente la actriz y productora estadounidense Jodie Foster ha anunciado que está preparando una película sobre la realizadora berlinesa, en la que la misma Foster asumirá el papel de Leni Riefenstahl.
El encuentro de Riefenstahl con el cine
La carrera de Leni Riefenstahl en el cine comenzó a raíz de una la lesión de rodilla que, en 1923, le obligó a abandonar la danza, que llevaba practicando unos pocos años con cierto éxito. Según refiere en sus Memorias, escritas a mediados de los años ochenta, tras ver El monte del destino -uno de esos «films de montaña» de Arnold Fanck popularísimos en los años veinte- se sintió atraída por la gran pantalla. Consiguió que Fanck le diera el papel protagonista en su siguiente película El monte sagrado (1925).
Perfeccionó su técnica para hacer tomas conuna perspectiva espectacular (*).
Sin embargo, ni en este ni en los cinco siguientes filmes de Fanck que protagonizó consiguió convencer como actriz. Claro que esto se debía en buena parte a que, como subraya Rother, en los «films de montaña» de Arnold Fanck los actores son tan solo una atracción más junto a los montes, el cielo y las actividades deportivas. Si bien Leni Riefenstahl se había convertido en una actriz interesante, no podía compararse con las verdaderas estrellas de los años veinte berlineses como Pola Negri, Henny Porten, Asta Nielsen o Lil Dagover.
Con Fanck, Leni Riefenstahl apenas aprendió arte dramático; sin embargo, pudo familiarizarse con la técnica del rodaje y de la producción. Y con colaboradores de Fanck -con el cámara Hans Schneeberger a la cabeza- formó su equipo cuando creyó estar en condiciones de dirigir su primera película: La luz azul (1932), sobre una leyenda de las montañas. Ahora bien, el argumento apenas interesa; Riefenstahl tenía tan poco que narrar como Fanck. Su objetivo era lograr una sucesión de «bellas imágenes»; para ello, la realizadora y el cámara experimentaron con diferentes filtros, formas de iluminación e incluso con diversas emulsiones. El resultado es una serie de imágenes irreales, bañadas en misterio, en esa luz azul del título que parece transparentarse por el blanco y negro del film. Después de La luz azul, Riefenstahl ya solo rodaría una segunda película de ficción, Tierra Baja, en la que trabajó prácticamente durante toda la guerra, pero que fue confiscada por los Aliados y no se estrenaría hasta 1954.
Fascinada por Hitler
La luz azul ganó varios premios, pero en taquilla fue un fracaso; las perspectivas de Leni Riefenstahl en la industria del cine no se presentaban nada halagüeñas. La directora tenía que volver a empezar. Del mismo modo que en 1923 había conocido a Arnold Fanck, en 1932 consiguió ser presentada a quien -en sus propias palabras, hoy, setenta años más tarde- le había «fascinado» cuando le oyó por primera vez pronunciar un discurso: Adolf Hitler. De él recibiría el encargo de documentar fílmicamente los congresos del partido nacionalsocialista en Núremberg, a partir de 1933, año de la toma del poder por los nazis.
Hitler le encargó el rodaje de los congresos de Núremberg (*).
Ahí tienen origen las dos películas que la han hecho célebre: el documental que rodó sobre el Congreso del partido nacionalsocialista alemán en 1934 (El triunfo de la voluntad) y Olimpiada, las dos entregas de la documentación fílmica sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.
Para Hitler, Leni Riefenstahl representaba en el cine lo mismo que Albert Speer en arquitectura: los dos eran jóvenes artistas de talento, y ambos estaban dispuestos a dar forma a las ideas de Hitler, a presentarle en público como quería ser presentado. En la entrevista emitida el pasado 15 de agosto, Riefenstahl refiere una vez más la leyenda que se ha formado a lo largo de decenios: que apenas conoció a Hitler y que los filmes sobre los Congresos del partido nacionalsocialista son tan solo documentales sin mensaje político… que del mismo modo habría podido rodar un documental para Stalin.
Sin embargo, las fuentes que han reunido sus biógrafos Rother, Kinkel, Trimborn y Knopp proporcionan una imagen bien distinta; por ejemplo, mientras que ella sigue hablando aún hoy del film sobre el Partido, en singular -refiriéndose a El triunfo de la voluntad-, fueron tres los que rodó: en 1933 Victoria de la fe y, después de El triunfo de la voluntad en 1934, también La jornada de la libertad un año más tarde en 1935. Ya en el primero está desarrollado el patrón empleado para sublimar los acontecimientos mediante la escenografía, con los medios del travelling y del montaje que -como recalca Kinkel- diferencia los documentales de Riefenstahl del estilo propio de los «Informes semanales» (equiparables al NODO de la España franquista) en los tres aspectos fundamentales de estos: su crónica cronológica, sus imágenes tomadas con una cámara estática y el acompañamiento con comentarios.
La aportación de Riefenstahl al documental
Sobre la aportación de Riefenstahl a la historia del cine, y en particular al documental, no hay opinión unánime. Por ejemplo, Andreas Kilb -crítico de cine en el Frankfurter Allgemeine Zeitung- niega el carácter de documental de los filmes de Riefenstahl, porque «no son sino publicidad, por muy difuso que sea el producto para el que se hace; al menos este tiene un rostro, el rostro de Hitler». Para Kilb, el gran error de Riefenstahl es considerarse como una gran artista; «y nuestro mayor error es compartir el suyo».
Sin embargo, la opinión mayoritaria considera a Leni Riefenstahl como una fuente de inspiración para los posteriores autores de cine documental. Buena prueba de ello son también las referencias a El triunfo de la voluntad, probablemente el film más citado de la historia del cine, incluso recientemente: tanto en la escena final de La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977) como en El Rey león (1994), que, precisamente por ser su escenografía deudora de la de Riefenstahl, levantó no poca polémica en Alemania.
Como inspiración para sus filmes, Leni Riefenstahl pudo recurrir al cine vanguardista de los años veinte, sobre todo a Berlín: Sinfonía de la gran ciudad (Walther Ruttmann, 1927). En este film, Ruttmann compone impresiones de un día en la vida de Berlín en una especie de sinfonía visual. Con Ruttmann, Riefenstahl comparte el papel fundamental de la música (en Berlín había de acompañarse en cada representación, por tratarse de un film mudo). Según Trimborn, la música es lo que en El triunfo de la voluntad une las diferentes partes y la que crea las transiciones.
La conjunción de la música de Herbert Windt y el montaje de Riefenstahl se aprecia de modo particular en la famosa escena del mar de banderas en el recinto de Núremberg, una secuencia realmente «de danza». Leni Riefenstahl dispuso de un despliegue de medios sin igual, que incluía una cámara en un montacargas montado en el mástil de una bandera, que le permitió hacer tomas totales; su innovador uso del travelling, la coreografía de masas y el énfasis visual mediante contrastes de luz y sobre todo el montaje hacen que El triunfo de la voluntad suponga una redefinición del documental.
El papel del montaje
A diferencia de Ruttmann, que muestra sobre todo una ciudad en plena ebullición, Riefenstahl presenta a Hitler como un polo de tranquilidad, siempre tomado desde un punto de vista bajo, con la idea de ensalzarlo. El triunfo de la voluntad resulta ser precisamente lo contrario a La luz azul: en su primer film, la directora componía imágenes bellas bañadas de irrealidad; en el documental sobre el congreso del partido compone imágenes realistas, con la ayuda de un montaje perfeccionado, para conseguir a posteriori un argumento con dos protagonistas en íntima comunicación: Hitler y el pueblo alemán. Con El triunfo de la voluntad quedaba fijada la imagen pública de Hitler; no hacía falta rodar ninguna otra película sobre él.
Leni Rienfestahl logró la simbiosis entre el estilo documentaly la imagen bella (*).
En Olimpiada perfeccionará su técnica de travelling, colocando ruedas debajo de las cámaras, abrirá fosos para hacer tomas con una perspectiva espectacular, rodará incluso con una cámara bajo el agua para tomar los saltos de trampolín, acompañará a los corredores de maratón… Pero, sobre todo, aquí logrará la simbiosis entre el estilo documental de El triunfo de la voluntad y la imagen bella de La luz azul, al mostrar «con pasión ferviente los bellos y templados cuerpos de los atletas» (Kinkel), en esa celebración del cuerpo que el montaje interpreta como reencarnación de la Antigüedad clásica en la Alemania aria. Olimpiada es una reinterpretación del canon clásico desde la perspectiva nacionalsocialista.
A la pregunta de Maischberger, en la entrevista de este verano, de qué hace que su último film Impresiones submarinas (2002) sea un «film Riefenstahl», la realizadora responde indicando como elemento constitutivo el montaje, que transforma los colores, las formas y los movimientos -en este caso de los peces y otros habitantes del mundo submarino- en una sucesión de imágenes en busca de belleza. Esa búsqueda de la «imagen bella» es el signo de identidad de los setenta años de actividad fílmica de Leni Riefenstahl: desde La luz azul a Impresiones submarinas, pasando por El triunfo de la voluntad y Olimpiada; la belleza por encima de todo, incluso de las convicciones, si es que queda espacio para estas. Sin embargo, o quizá por esto mismo, a la historia del cine la realizadora pasará como «la polémica Leni Riefenstahl».
___________________________________(1) Rainer Rother, «Leni Riefenstahl – Die Verführung des Talents» (2000); Lutz Kinkel, «Die Scheinwerferin. Leni Riefenstahl und das «Dritte Reich»» (2001); Jürgen Trimborn, «Riefenstahl. Eine deutsche Karriere» (2002).(*) Fotos tomadas del libro de Rainer Rother.Filmografía de Leni Riefenstahl como realizadora
1) La luz azul («Das blaue Licht. Eine Berglegende aus den Dolomiten»). Estreno: 24-3-1932 en Berlín (Ufa-Palast am Zoo).
2) Victoria de la fe («Der Sieg des Glaubens. Der Film vom Reichsparteitag der N.S.D.A.P.»). Estreno: 1-12-1933 en Berlín (Ufa-Palast am Zoo).
3) El triunfo de la voluntad («Triumph des Willens»). Estreno: 28-3-1935 en Berlín (Ufa-Palast am Zoo).
4) La jornada de la libertad («Tag der Freiheit! – Unsere Wehrmacht! – Nürnberg 1935»). Estreno: 30-12-1935 en Berlín (Ufa-Palast am Zoo).
5) Olimpiada («Olympia») – 1ª parte: Fiesta de los pueblos / 2ª parte: Fiesta de la belleza. Estreno: 20-4-1938; 2-6-1938 en Berlín (Ufa-Palast am Zoo).
6) Tierra Baja («Tiefland»). Estreno 11-2-1954 en Stuttgart (EM-Theater).
7) Impresiones submarinas («Impressionen unter Wasser»). Estreno 15-8-2002 en televisión (cadena franco-alemana Arte).
José M. García Pelegrín