Fotos: ARCO
Arco clausura su 42 edición con un balance muy positivo. Las 211 galerías congregadas han trabajado duro, primando por encima de todo la calidad de las obras. Los programas artísticos, lejos de caer en provocaciones absurdas, han dado un salto de calidad, y eso nos permite hablar de la madurez de la feria.
Mas de 95.000 visitantes, 36 países participantes, 450 coleccionistas internacionales y 200 profesionales invitados son cifras que evidencian la magnitud de la feria y su recuperación a niveles prepandémicos.
Hablamos de un ARCO más grande que siguió articulándose en torno a los espacios acostumbrados. Junto con el “Programa general”, para las galerías consagradas, “Opening” tomó el pulso al arte emergente en unos stands cuya trayectoria no supera los 7 años.
Pero también hubo novedades. Tras una interrupción de varios años, se retomó el tema central de la feria, que ha sido El Mediterráneo: Un Mar Redondo. Además, están los “Proyectos de artista” que en ediciones anteriores fueron exclusivamente de mujeres y en esta han contado con la participación de algunos hombres, lo que generó malestar en un colectivo de mujeres artistas que protestaron a través de una performance.
No es serio dar pábulo a dichas exigencias, cuando las mujeres han estado bien representadas en la feria. El arte transita enarbolando la bandera de la libertad, y la creatividad es bienvenida con independencia del sexo. “Decir que determinados espacios eran solo para mujeres parecía muy reductor”, explica Maribel López, directora de ARCO.
Por último, la sección “Nunca lo mismo”, dedicada al arte latinoamericano, contó con galerías de Argentina, Brasil, México, Perú… y creaciones que ahondan en el indigenismo, los procesos creativos y el gusto por lo artesanal.
Un espacio vivo
ARCO es el gran escaparate del arte contemporáneo que genera debate, y donde no siempre llueve a gusto de todos: no olvidemos que en este mercado, el poder adquisitivo y la exquisitez van de la mano. Los grandes marchantes, coleccionistas e instituciones son guiados por la feria en circuitos exclusivos para que finalicen sus compras a golpe de talonario. Es cierto que este año se han incrementado las ventas y ARCO goza de buena salud, pero los precios fueron moderados y las obras más caras han sido difíciles de vender.
¿Cuáles han sido las obras más caras de ARCO? El ranking de los precios en esta edición fue liderado por dos esculturas de Eduardo Chillida. La primera, sin título, realizada en acero cortén, presentada por la galería Carreras Múgica de Bilbao, está valorada en 3,7 millones de euros (aunque se sabe que el escultor la vendió a un coleccionista privado por medio millón). La obra, realizada en 1978, es muy rotunda y pesa 1,5 toneladas; su traslado ha requerido de una grúa especializada. El segundo puesto fue para La puerta de la libertad I, una bellísima escultura, también de Chillida, valorada en 2,4 millones de euros. Y la tercera es un cuadro de Joan Miró realizado en los 60, titulado La femme et l’oiseau, de la galería Mayoral, que roza los 2 millones de euros.
A esta lista hay que sumar obras de otros artistas, como Juan Gris, Antoni Tàpies, Martín Chirino, Antonio Saura, Fernand Leger, Juan Muñoz, Manolo Millares, Fernando Zóbel y un largo etcétera. Como se aprecia, las cotizaciones millonarias recaen en artistas “clásicos” ya fallecidos, lo que viene a ser un indicador de que los creadores necesitan tiempo para ser reconocidos.
Las instituciones también han hecho los deberes, y ARCO es una buena ocasión para aumentar el patrimonio. Entre estos organismos se encuentran el Museo Reina Sofía, la Fundación ARCO, la Fundación Helga de Alvear, la Fundación María Cristina Masaveu, la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, la Fundación Aldo Rubino de Buenos Aires, la TBA21 Thyssen Bornemisza de Francia, la Fundación María José Jove…
Los homenajes
El tan celebrado Año Picasso, en la conmemoración de los 50 años de su muerte, no podía faltar en la feria, y estuvo presente con diferentes propuestas. Comenzamos por la obra más visitada: Aquí murió Picasso, presentada por la galería ADN, tiene el formato de una capilla ardiente, como si el tiempo no hubiera pasado. La escultura hiperrealista de Eugenio Merino impacta en el espectador, que es atrapado en una sensación extraña y difícil de explicar y que forma parte de la provocación de este autor, como vimos en ediciones anteriores. ¿Se puede olvidar la obra de Franco congelado en una nevera o la de Felipe VI como un ninot de las Fallas valencianas? En realidad, Merino reflexiona sobre la masificación de la cultura; de hecho, el escenario de selfie más buscado ha sido el de Picasso yacente, un buen ejemplo actual de que el consumo rápido de arte desdibuja la intención conceptual del artista.
La galería Max Estrella de Madrid homenajeó también a Picasso promoviendo el antibelicismo. El “no a la guerra” se materializó en el despliegue del Guernica convertido en cobijo. El Refugio de Eugenio Ampudia iba más allá de la paz y el horror a la guerra. Ampudia transformó el Guernica en protección para las familias y puso el punto de mira sobre la guerra de Ucrania y la tragedia vivida en los campos de desplazados. Y, hablando de Ucrania, ARCO contó con la presencia de la galería Voloshyn, la única ucraniana presente en la feria, que durante los bombardeos sobre la ciudad de Kiev fue convertida en refugio para artistas.
Siguiendo con Picasso, tenemos que hablar de las egocéntricas relaciones que el artista mantuvo con las mujeres. Las continuas infidelidades y su caprichosa forma de entender el “amor” han ensombrecido la figura del pintor. La artista francesa Orlan (galería Santa Cruz) presentó dos series de violentos collages digitales inspirados en los retratos que Picasso realizó sobre dos de las mujeres que formaron parte de su vida: Jacqueline Roque y la excelente fotógrafa Dora Maar. Hablamos de unas imágenes crispadas cuyo título lo deja claro: Las mujeres están enfadadas.
ARCO también ha celebrado el 70 aniversario de Juan Muñoz. El artista, fallecido prematuramente a los 48 años, gozó de gran reconocimiento en vida. En el año 2000 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas. La galería Elvira González mostró en su stand Three laughing at one, una pieza –como todas las de Juan Muñoz– un tanto inquietante; los personajes ríen a carcajadas y muestran el contradictorio juego de acercar y alejar al espectador, tensionando así el propio relato.
Otro de los platos fuertes de la feria ha sido el Mediterráneo. Un mar inspirador para los creadores, donde evocar el eterno renacer de la belleza, la luz y la poesía. Pero en el triste reverso de la moneda encontramos una realidad trágica, la de cientos y cientos de emigrantes subsaharianos que no logran llegar a puerto. La sección comisariada por Marina Fokidi no ha cumplido las expectativas. No ha habido ningún gesto de empatía hacia las vidas truncadas en un mar convertido en ataúd; se ha puesto el foco en la comunicación y la diversidad de culturas, y Atenas ha sido la ciudad mejor representada, por vivir un momento de especial efervescencia cultural.
Una de las cosas que evidencia la feria es que la creatividad encuentra caminos de comunicación en cualquier soporte. Este año hemos visto pinturas, esculturas, textiles, materiales orgánicos, fotografías, cerámicas, vídeos, instalaciones, performances… Los resultados en ocasiones son discutibles. Hay que aprender a encontrar el atractivo sugerido en unos pájaros que vuelan, bailarinas que danzan en sus sombras o el espectacular traje de Maribel Doménech tejido con cable eléctrico, que, junto con dos fotografías, formaba parte de una performance titulada Para observar el mundo a cierta distancia.
ARCO siempre es difícil de abarcar: dibuja las tendencias del arte, es lugar de encuentro para las ventas, es foro para la reflexión, es espectáculo, es sorpresa, y siempre hay premios… Una feria donde, este año, el anunciado boom de los NFT (non-fungible tokens) no ha tenido la respuesta que se esperaba: tan solo se han vendido cuatro obras, el mismo número que el año pasado. A este respecto queremos señalar un proyecto llamado Boa mistura. Se trata de un gran mural de 10 por 10 metros constituido por 35 NFT, que se ponen a la venta con el nombre de Reversus. Cada vez que se venda uno de los NFT, Boa Mistura borrará del mural el fragmento correspondiente.
Nos despedimos de esta borrachera de arte que es ARCO con buenas vibraciones, esperando la llegada de la inteligencia artificial, que está llamando a la puerta. Se trata una herramienta creativa muy interesante, aunque produce cierto respeto. “Los artistas empiezan a pensar en ella”, comenta Maribel López, y tienen la capacidad de profundizar en este proceso vinculado a cómo se crea.