Según se mire, 2017 fue un “annus horribilis” o un “annus mirabilis” para las grandes empresas tecnológicas, en especial Google y Facebook. Sobre ellas empezó a caer una lluvia de críticas que les atribuyen abusos de posición dominante, efectos sociales y psicológicos perjudiciales, y complicidad en la difusión de intolerancia y falsedades. A la vez, han obtenido unos resultados económicos espectaculares. La conclusión es que su enorme éxito trae consigo una gran responsabilidad.
Cuando Apple, en 2011, desbancó a ExxonMobil del primer puesto en la clasificación de empresas por su valor en Bolsa, todavía cinco de las diez primeras eran industrias extractivas (cuatro petroleras y una minera). Hoy ninguna de ellas figura en el podio. Desde est…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.