Busto de Cecil Rhodes en el Rhodes Memorial de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), con los daños causados por una protesta antirracista (CC: Prosthetic Head)
El derribo o la profanación de monumentos es la manifestación más llamativa de un movimiento que se extiende por Occidente con la pretensión de purificar o rectificar la memoria histórica. Pero suele hacerse mediante juicios sumarios que no captan la complejidad del pasado. El filósofo francés Rémi Brague, profesor emérito de La Sorbona, analizó este fenómeno en una conferencia pronunciada recientemente en Milán, con el título “¿‘Cancel culture’ o cancelación de la cultura?” (1). Resumimos aquí esa intervención.
“Desde hace algunos meses –comienza diciendo Brague– estamos asistiendo al…
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Un comentario
Como muestra Brague eso de destruir lo que antes otros construyeron es una constante histórica. En el pasado, ordenaban la destrucción los jefes políticos, casi siempre tiranos. Hoy es esa tiranía extendida «democráticamente», gracias en gran parte a las redes sociales, que explotan otro filón constante: el mimetismo.
En cuanto a los monumentos a personajes, se debería ya saber, cuando se erigen, que otros los derribarán. Es preferible cierta modestia en eso y aprender de Fray Luis de León a pasar por la vida «ni envidiado ni envidioso».