«Anima mundi», nuevo libro de Susanna Tamaro
Roma. Después del sorprendente éxito mundial de Donde el corazón te lleve, se esperaba con gran interés la nueva novela de la escritora italiana Susanna Tamaro. Ahora, a las pocas semanas de su publicación, todo parece indicar que Anima mundi (1) seguirá el mismo camino que el libro anterior: condenado por la crítica, premiado por los lectores.
Muestra de esa tendencia son los 60.000 ejemplares vendidos en Italia durante la primera semana. Será muy difícil repetirlo, pero algunos le pronostican un itinerario similar al de Donde el corazón te lleve, que se ha publicado en 35 países, con unas ventas que rondan los cinco millones y medio de ejemplares (más de dos millones y medio en Italia, 700.000 en Alemania, 250.000 en España y 65.000 en Francia).
Como ya ocurrió con ese best seller, tampoco ahora la crítica ha sido particularmente benévola con Tamaro. Ahora no se le acusa de sentimentalismo, sino de anticomunismo, una censura que obedece más a razones ideológicas que literarias. El «caso Tamaro» constituye uno de los mayores fenómenos editoriales de los últimos tiempos, y -como tal- es algo que supera lo estrictamente literario. Desde hace tres años, la escritora ocupa el primer puesto en la lista de los libros más vendidos que publica La Stampa en su suplemento literario semanal. Ha batido así el récord establecido en 1975-76 por Orianna Fallaci con Lettera a un bambino mai nato. Ha dejado atrás también al Umberto Eco de El nombre de la rosa.
Veinte rechazos
Han pasado casi nueve años desde que Susanna Tamaro, escritora con look de chica traviesa, nacida en Trieste en diciembre de 1957, enviara a la imprenta su primer libro, La testa tra le nuvole (1989), del que se vendieron 2.500 ejemplares. Lo logró sólo después de que el manuscrito fuera rechazado por veinte editores. Años más tarde, a finales de 1993, Tamaro se tomaría un pequeño desquite cuando confió Donde el corazón te lleve a una editorial no incluida en el elenco de las que le habían cerrado la puerta. De todas formas, tuvieron que pasar dos meses para que el libro superara la barrera de los 2.500 ejemplares vendidos.
Después de ese éxito, se multiplicaron las ediciones y traducciones de sus demás obras: La testa tra le nuvole, los cinco relatos de Para una sola voz (Per voce sola, 1989), que fue un libro bien acogido por la crítica (aunque por entonces se venderían sólo 8.000 ejemplares). Ha escrito también tres libros infantiles: Cuore di ciccia (1992), Papirofobia (1994) e Il cerchio magico (1994).
Antes de hacerse un nombre en el mundo literario, Tamaro, que había cursado estudios en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma, trabajaba esporádicamente en la realización de documentales sobre el mundo animal. La naturaleza, en efecto, es una de sus grandes pasiones, como se refleja por las referencias que presenta en sus libros, y también le gustan los temas orientales y las artes marciales.
Otros aspectos de su vida, que se manifiestan de algún modo en sus escritos, son las difíciles relaciones familiares por las que pasó, con sus padres separados; el gran afecto que le unía a su abuela; las experiencias de trabajo en Roma, intentando abrirse paso como guionista y escritora. Pero quizá el elemento autobiográfico más significativo sea la presencia de su tierra de origen, Trieste, frontera entre el Mediterráneo y la Europa central. Para concluir con otros elementos biográficos, cabe señalar que su abuelo fue el escritor Italo Svevo (pseudónimo de Ettore Schmitz, 1861-1928), que procede de una familia de raíces hebreas.
Un género «reaccionario»
Si cierta crítica encasilló Donde el corazón te lleve en el género de literatura sentimental, para Anima mundi casi se ha definido un género nuevo, el «reaccionario». Las causas de esta última clasificación fueron algunas declaraciones de la autora sobre la ruina provocada por los regímenes comunistas. Bastó apretar esa tecla para que se desempolvara todo un arsenal de crítica ideológica que parecía superado. En realidad, el libro no es contra el comunismo, subraya Tamaro, sino «contra la ceguera de todos los fanatismos que han atravesado funestamente este siglo».
Uno de los elementos que sirven de remoto punto de arraque es la historia de Goli Otok, un campo de exterminio instalado por Tito en las islas de Dalmacia y que existió hasta los años cincuenta. Cuando Tito se distanció de Stalin, en aquel campo fueron confinados los italianos que habían ido a Yugoslavia para construir «un mundo mejor». Muchos fueron asesinados. «Una cosa abominable de la que han hablado muy pocos».
El recuerdo de aquellos hechos dramáticos permanece vivo en la región del Carso, tierra natal de la autora, y lugar de inicio y retorno de la historia.
El viento de la gracia
La novela narra, en primera persona, la vida de Walter, que se desarrolla en tres etapas: la primera parte, titulada «Fuego», describe su infancia y adolescencia; la segunda, «Tierra», muestra el momento en que el idealismo se confronta con el trabajo, el dinero, la vida mundana y sentimental; y una tercera parte, «Viento», describe la situación actual, cuyo centro es el redescubrimiento del espíritu.
El libro recorre estas tres etapas a través de la amistad del protagonista con Andrea, un muchacho de su edad; sólo al final aparece otro personaje decisivo, sor Irene, una monja anciana, que será quien ayude a Walter, que ya supera los treinta años, a dar un sentido a su vida («Me gustaba poner como medio de salvación a una monja, ahora que la estupidez del mundo las ridiculiza»).
El libro es una historia dura, a veces cruda, de varias vidas fracasadas que, gracias a un golpe final, acaban con una puerta abierta a la esperanza: ese golpe es el «viento» de la gracia, que se presenta casi inesperada y, desde luego, gratuita. «Pienso que la gracia es algo que tenemos dentro de nosotros -ha declarado la autora-. Por desgracia, está sepultada bajo tantas cosas inútiles, bajo tanta basura, si se puede decir así, que se hace imposible descubrirla. Creo que la gracia es la percepción de la parte divina, de amor, que hay en cada uno de nosotros. Pero es necesaria una gran humildad para aceptarla. La gracia es la condición más plena de la existencia».
Según Tamaro, Anima mundi es una novela sobre el mal. «La mía es una literatura de reflexión y en esta reflexión el mal ocupa un puesto central. Yo hablo siempre del bien, del mal, del destino, del libre albedrío, de la influencia que pueden tener las acciones concretas. En este sentido sigo una inspiración ética e incluso espiritual. Mis personajes se interrogan, se preguntan si la vida acaba aquí o si más allá hay otra realidad».
El equívoco de «Donde el corazón…»
En el fondo, lo que hace Anima mundi es presentar de modo más explícito algunos planteamientos ya presentes en Donde el corazón te lleve. Si se supera, con una lectura atenta, la ambigüedad de este título, se descubre que en realidad lo que la abuela Olga escribe a su nieta es el relato de un fracaso, el de su propia vida, para que ella, la nieta, no la imite.
Nada, por tanto, de un canto a los «buenos sentimientos», al estilo de la novela rosa, como algunos la han presentado. «No soy una secuaz de Rousseau, no creo ni he creído nunca en el hombre naturalmente bueno. Si así fuera, Abel se habría muerto de viejo. Es mucho más fácil hacer el mal que el bien; más cómodo y accesible. Hacer el bien, esforzarse por vivir en el amor y la compasión, es mucho más difícil. Paradójicamente, hace falta ser ‘duro’ para hacer esto».
Para la autora, el corazón es la armonización de nuestra parte racional con la emotiva. «Es esto y también reconocer que hay Algo más grande en el que estos aspectos están incluidos. Con los pies tocamos la tierra y con la cabeza el cielo. Pero el corazón es como la tierra, con una parte en luz y otra en sombras. Descender para conocerlo bien es muy difícil, muy doloroso, pues es muy arduo aceptar que una parte de nosotros está en sombra.
«Contra este doloroso descubrimiento se oponen muchas defensas: el orgullo, la presunción de ser los amos de nuestra vida, la convicción de que la razón lo puede arreglar todo. El orgullo es el obstáculo más grande. Es necesario tener la humildad para criticarse a uno mismo».
Una medida ambigüedad
Quizá la habilidad de Susanna Tamaro para conectar con un público tan amplio y heterogéneo consiste en dejar esas interpretaciones de su obra muy patentes en sus declaraciones, pero algo ambiguas en sus novelas. De lo contrario, no se entendería por qué una buena parte de los lectores puede, en efecto, interpretar Donde el corazón… casi como una invitación a dejarse llevar por los impulsos del sentimiento.
Algo parecido, aunque a otro nivel, sucede con Anima mundi. La novela distingue claramente el bien y el mal, y presenta el mal (ambición, poder, odio, droga, lujuria, etc.) como un sucedáneo que no es capaz de llenar la existencia humana. La novela muestra que el hombre se formula preguntas que sólo puede responder abriendo su alma a los demás, a la trascendencia de la vida.
Sin embargo, en esta apertura a lo trascendente algunos han advertido que el protagonista no llega a un verdadero encuentro personal con Dios, que se queda en un espiritualismo… Se trata de observaciones quizá demasiado rigurosas. En todo caso, esos diversos niveles de intepretación no contradicen el alma cristiana de la obra. Tal vez anime a la autora el deseo de dirigirse también a cuantos, «especialmente en mi generación, no se han acercado a una problemática religiosa o espiritual precisamente por reacción a una educación religiosa demasiado rígida, restrictiva».
Es cierto que Susanna Tamaro evita descender a detalles, por así decir, dogmáticos. Sin embargo, sí aborda temas difíciles, poco populares. Por ejemplo, la castidad, que en el libro se menciona dentro de un marco positivo. «Creo fuertemente en la castidad. Creo que la castidad es un valor altísimo, un estado superior del cuerpo y de la mente. El sexo existe y es una cosa bellísima, pero siempre en una relación de amor. Cuando la relación no es de amor sino sólo de placer, juego de poder, el sexo se convierte en una potencia desviante, destructora. Pienso que se debe vivir a la espera de esa relación de amor, pero que si éste no llega, podemos vivir una vida serenamente casta. La obligación del sexo como ideología del 68 no es liberación, sino esclavitud. Es tirar el cuerpo. El cuerpo tiene una sacralidad que hay que vivir en el amor, no en el consumo o el coleccionismo».
También sobre la muerte defiende una visión contra corriente: «Sé que puede resultar un poco macabro, sobre todo en nuestra cultura, decir que hace falta vivir con la idea de la muerte. Sin embargo, sólo la conciencia de la muerte puede dar plenitud a nuestra existencia».
Que el libro, y el pensamiento de Tamaro, no se pueda reducir a un mero planteamiento espiritualista se manifiesta por el valor redentor que otorga al amor. En Anima mundi es el amor, que se descubre en la atención, en el detalle pequeño, lo que salva al protagonista.
Diego ContrerasSusanna Tamaro: narradora de los años 90
El fenómeno literario-comercial que ha significado la irrupción de la triestina Susanna Tamaro en el panorama europeo de las letras, es una de las más claras muestras de los cambios generacionales registrados entre la década de los años 80 y los años 90, en el ámbito de la Europa Occidental.
Los ochenta fueron unos años prepotentes y triunfalistas, quizá porque señalaban el paso a la madurez de los jóvenes revolucionarios, identificados con los ideales del mayo del 68: aquellos «niños de las flores», los hippies de las guitarras y las comunas. Despojados luego del atuendo folk y ya sin las actitudes airadas de entonces, desembocaron en posturas confortables, a veces propias del arribista.
Esa postura vital se manifestaba en el género de los libros «light»: al ser conscientes de «la insoportable levedad del ser», sólo cabía invocar una ética indolora, una difusa filantropía, coloreada de suaves tonos verdosos de ecologismo.
Precisamente en esos tiempos, aparece una joven escritora italiana de Trieste. Durante años, la autora recibía cartas de editores que, una tras otra, rechazaban los originales que les enviaba.
El hecho de estar emparentada con una ilustre figura -aunque algo olvidada- como Italo Svevo, no era suficiente para avalar unos textos que no conectaban con las corrientes de moda de esa época. Sin embargo, a los felices años ochenta sucedieron los años noventa, abrumados por corrupciones, desilusiones, muros derribados y mitos perdidos, mientras el paro apagaba fastos económicos de antaño. El mundo se entregaba, no ya a los nacidos en la posguerra europea, sino a los que vieron la luz años después del medio siglo, como es el caso de Susanna Tamaro, nacida en 1957.
Así, tras diez años de rechazos editoriales, sus dos primeros libros obtienen de modo inesperado sendos premios importantes. La serie de cinco relatos breves encuadrados bajo el título Para una voz sola (Seix-Barral), recibe el premio Pen Club Internacional y La cabeza en las nubes, novela curiosa y original, es galardonada con el premio Elsa Morante.
Después de aquellos dos éxitos, su tercera publicación Donde el corazón te lleve, se convierte en un best seller a la americana, con más de cinco millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Dos relatos infantiles, El Caballero Corazón de Melón y El Círculo Mágico, publicados en España en la editorial El Arca de Junior, 1996, completaban la totalidad de sus obras, hasta que en febrero de 1997 publica Anima Mundi.
Bajo la suavidad, el dolor
En esta rápida ascensión de Susanna Tamaro en apenas en cinco años, los críticos se han mostrado mucho más reservados que el público lector en cuanto a los aspectos literarios, técnicos y de contenido de sus libros. Para una voz sola, primera incursión en la narrativa breve, reúne cinco relatos sobre el sufrimiento de los seres más débiles del tejido social: los menores y los ancianos. Una niña adoptada, otra pequeña de raza gitana a la que sus padres venden a un mendigo explotador, el hijo de una madre soltera, una mujer obligada a dar a su hijo en adopción y otra mujer de edad madura, judía, que recuerda el antisemitismo nazi, protagonizan las diversas historias.
Son episodios llenos de sufrimientos en los que, con buen dominio del lenguaje y estilo sencillo, la autora descubre la intimidad del dolor de personajes vulgares. Sobriedad técnica, tonos suaves y situaciones más insinuadas que descritas, acentúan el carácter sugestivo de los relatos. No faltan, sin embargo, escenas de gran crudeza, referidas a los abusos sexuales de que son objeto los menores y a los excesos de violencia sádica con que ellos pueden responder a los malos tratos familiares.
La cabeza en las nubes, su primera novela, narra las aventuras de un adolescente que huye de casa al creer que ha matado por accidente a su preceptor. Los variados y pintorescos oficios que desempeña para sobrevivir y los engaños que padece, constituyen la trama de una acción surrealista y fantástica. El lenguaje poético y la riqueza imaginativa son, sin duda, los valores más destacados de la novela.
A esta, de evidente índole minoritaria, sucede Donde el corazón te lleve, cuya masiva acogida pocos habrían aventurado. Se trata de una carta en la que una mujer enferma, en fase terminal, se despide de su nieta, que estudia en EE.UU. En ella descubre a la joven el secreto de su origen y las debilidades de juventud de la que ahora es una honorable octogenaria. Reflexión vital llena de melancolía, bellamente expresada con lenguaje cotidiano, plantea de modo sugestivo los contrastes generacionales entre viejos y jóvenes, con sus soledades y frustraciones, dentro de las crisis del siglo XX, marcadas por los conflictos entre pasión y deber, emoción y razón.
Anima mundi aparece cuando Susanna Tamaro cumple los cuarenta años. Es una novela más ambiciosa que las anteriores, tanto en su extensión como en profundidad. El protagonista, en el momento de enterrar a su padre, repasa sus tres décadas de existencia en las que se advierte el rechazo a la familia. Intentos fracasados de ser escritor y las inquietudes existenciales, completan su panorama personal. El inesperado encuentro, durante la crisis de Yugoslavia, con una anciana monja, le abre insospechadas perspectivas de futuro, a la luz de un Evangelio que en su niñez nadie le enseñó a comprender.
A diferencia de las anteriores, esta novela, tras realizar un ajuste de cuentas con la problemática social e ideológica del siglo XX, acaba con una visión más esperanzadora del futuro, expresada en términos poéticos y emotivos.
Tomada en su conjunto, la producción literaria de Susanna Tamaro, tanto en sus obras para adultos como en las infantiles, muestra una definida homogeneidad en sus elementos estilísticos y de fondo. Cuida la forma, con el empleo de expresiones suaves, entrañables, tiernas. Evita los impactos bruscos, dispuesta a no herir, prefiriendo insinuar con discreción y modos apacibles.
Sin embargo, bajo la aparente dulzura, se oculta un contenido en verdad amargo y crítico. Los protagonistas de sus relatos son víctimas que, sin caer en el victimismo, acusan de sus dolores y sufrimientos a los causantes de su mal.
Para Susanna Tamaro, los falsos mesianismos materialistas del siglo XX -nacional-socialismo, comunismo, maoismo, etc.- son mixtificaciones que sólo han servido para hacer daño. Ante esta evidencia, mucho más palpable en Anima mundi, la izquierda italiana ha reaccionado con sus habituales insultos y descalificaciones. La autora reacciona ante esos ataques, con palabras muy claras: «A estas alturas se puede decir que el mal de nuestro tiempo es ése: La razón soberbia alimentada sólo de sí misma. En determinado momento se extravió el temor de Dios, las acciones se volvieron vacías… Donde hay vacío está lo Irracional».
Junto a estas palabras, también concluye que cabe perder el miedo a la muerte, tan presente en su narrativa, si se procura aceptar que «muriendo se resucita a la verdadera vida».
Pilar de Cecilia_________________________(1) Susanna Tamaro. Anima mundi. Seix Barral. Barcelona (1997). 281 págs. 1.900 ptas.