Entre los niños de siete a doce años están triunfando los libros de Geronimo Stilton. Da gusto ver a niños de ocho años leyendo un libro a la vez que van subiendo las escaleras hacia el piso donde se encuentra su aula. A la vez, llama la atención la ingenuidad con la que cuentan a su profesor que la hermana de Geronimo también es escritora. Sin duda estamos ante un éxito editorial -traducido en España por Planeta- similar al de Harry Potter, sólo que esta vez con un público netamente infantil.
Los libros de Stilton han tenido el acierto de conseguir un diseño original, que va desde usar palabras con colores distintos, hasta líneas torcidas, páginas que emanan olores, ilustraciones muy cuidadas… En los últimos se aprecia una huida hacia delante. El “más difícil todavía” lleva a que si ya eran libros de acción, ahora las cosas ocurren a ritmo vertiginoso. Todo se ha multiplicado: la acción, la sorpresa, la originalidad del diseño. El resultado: lectores infantiles en cualquier esquina atrapados por el último título. Como el niño tiende al mimetismo, se transmiten los títulos entre los amigos a gran velocidad.
Estos éxitos editoriales tienen algunos factores positivos: fomentan la lectura, atrapan al lector y convierten en fascinante la página impresa. Sin duda el niño necesita estímulos para seguir leyendo; como no domina la capacidad lectora, esta actividad le supone un notable esfuerzo hasta los nueve o diez años, con excepciones por arriba y por debajo de esta edad. Pero si sólo lee este tipo de libros, será un lector ocasional. Es algo similar al que sólo le gusta el cine con efectos especiales llamativos. Se convertirá en un lector de titulares, en un televidente sólo de noticias espectaculares…
El estudio requiere profundidad, tiempo, esfuerzo. Un libro de texto jamás podrá tener el atractivo de los libros de Geronimo Stilton. Si sólo lee ese tipo de libros, el resto se le caerán de las manos. ¿Cuántos lectores de Harry Potter abandonaron la lectura y ahora están pendientes casi exclusivamente del Tuenti? La novedad, el atractivo de la acción, un buen diseño son interesantes para lograr esos momentos especialmente gratos y amenos. Pero no podemos limitarnos a ser consumidores de productos estelares y con una fuerte carga de efectos especiales.
Por tanto, bienvenido Geronimo, pero los padres y educadores deben saber alternar y ofrecer al niño libros de otro tipo. No están reñidos los libros espectaculares con los libros de fondo; pero si uno sólo lee los primeros, estará condicionado por las novedades, y no siempre la calidad va unida al éxito editorial.
Hay que aprovechar esta inyección de ilusión por la lectura para asegurar hábitos que permitan crear lectores de fondo: personas que a los veinte años sigan leyendo. Personas que sean capaces de disfrutar con lo extraordinario, pero que sepan estudiar los libros ordinarios que tienen como libros de texto en sus colegios.
Es legítimo y deseable hacer amable la lectura, pero hay que evitar que los jóvenes se limiten a ser lectores de novedades. Si además les vamos formando para que valoren el fondo y la forma, lograremos mejorar los índices de lectura junto con el nivel cultural y la sabiduría. Son frentes distintos, pero ojalá que sean compatibles.
José Manuel Mañú Noain es autor de Leer en Primaria: tú puedes y de Lecturas entre los 12 y 18 años (Ediciones Internacionales Universitarias).