A finales de los años sesenta del siglo pasado, las obras de William Saroyan (1908-1981) se publicaron con bastante éxito en España. Después, la estrella de este destacado escritor norteamericano perdió brillo. Desde finales de 2004, El Acantilado está reeditando algunos de sus libros. De su amplia producción, que abarca novelas, relatos breves, teatro, libros de memorias y ensayos, en este artículo, se hace hincapié sobre todo en las obras publicadas antes o más recientemente en castellano.
«Si algún deseo albergo es mostrar la confraternidad humana. Es ésta una gran afirmación, y puede parecer algo afectada. Por lo general, a un hombre le da vergüenza afirmar algo así. Teme que la gente sofisticada se ría de él. Pero a mí eso me da igual», afirma Saroyan en «Setenta mil asirios», uno de sus primeros relatos: un programa que se mantiene con bastante coherencia a lo largo de su fructífera trayectoria literaria.
Una infancia complicada
William Saroyan nació en Fresno (California), el 31 de agosto de 1908. Hijo de emigrantes armenios, su padre falleció en 1911, por lo que la infancia de William estuvo salpicada de dificultades. A los diez años tuvo que ponerse a trabajar para poder comer, después de haber permanecido con sus hermanos y hermanas en un orfelinato metodista de Oakland, durante un lustro, mientras su madre trabajaba como sirvienta. En 1916, los hijos se reúnen de nuevo con ella.
El deseo de ser escritor surgió al leer los papeles, inéditos, dejados por su padre, a pesar de que la necesidad de sobrevivir impidió que recibiera la formación académica más adecuada. Saroyan fue autodidacto, gran lector en bibliotecas, mientras se sucedían los trabajos ocasionales y los fracasos escolares. Entre 1926 y 1929, su vida es un ir y venir de Fresno a Los Ángeles y a San Francisco, con una estancia fracasada en Nueva York.
Los primeros éxitos
Se inició en el periodismo a los catorce años, con colaboraciones en la prensa local, y, en 1932, «Hairenik», un periódico armenio de Boston, aceptó unos poemas suyos. Pero el éxito no le llegó hasta 1934, con la publicación de «The Daring Young Man on the Flying Trapeze and Other Stories» («El joven audaz sobre el trapecio volante») (1), veinticinco relatos cortos, protagonizados por personas más o menos desarraigadas, a causa del paro, de la inmigración, de la soledad…, con abundantes referencias autobiográficas. Los protagonistas de varios relatos, aspirantes a escritor, son tratados con ironía un tanto iconoclasta, pues Saroyan fustigaba a quienes hacían de la literatura un «modus vivendi» como cualquier otro en detrimento de la verdad.
Para él, «el escritor es un anarquista espiritual, como cada hombre lo es en la profundidad de su alma. Está descontento con todo y con todos. El escritor es el mejor amigo de todo el mundo y a la vez el único verdadero enemigo. Ni camina con la multitud ni comulga con ella. El auténtico escritor es un rebelde que nunca se detiene» («The William Saroyan Reader», 1958).
En 1936 se publica «Inhale and Exhale» («Respirando en el mundo»), otra serie de relatos breves, poéticos, en torno a su infancia y a sus viajes. En estos primeros libros, lo mismo que en «The Trouble with Tigers» («Otro verano»), de 1938, volumen formado por seis narraciones, situadas la mayoría en San Francisco, hay un trasfondo de dignidad, de honradez, de comprensión y de aprecio por la vida a pesar de las dificultades, en un estilo sobrio, con toques satíricos. Se intuye una religiosidad confusa y sincretista, que coincide con lo que manifiesta el protagonista de un relato publicado en 1940: «Mi fe hoy, como la de la mayoría de los americanos, consiste en creer en todas las religiones, incluyendo la mía, pero sin mala voluntad hacia nadie, crea o deje de creer, con tal de que su conducta sea buena».
Estreno como dramaturgo
En la segunda mitad de los años treinta, William viajó como periodista por diversos países europeos y también trabajó para empresas de Hollywood. En 1939 se estrena como dramaturgo, con «My Heart Is in the Highlands» («Mi corazón está en las tierras altas»), que obtuvo un éxito considerable, lo mismo que «The Time of Your Life» («El momento de tu vida»), de 1940, estrenadas ambas por el vanguardista Group Theatre.
Por esta segunda obra teatral obtuvo el premio Pulitzer, aunque lo rechazó. Se trata de un drama en cinco actos, cuya acción transcurre un día de octubre de 1939, en un restaurante del puerto de San Francisco y en una habitación de un hotel paredaño. Obra llena de símbolos, en torno a la búsqueda de la ilusión y de la inocencia en un ambiente más bien hostil.
De 1941 es «The Beautiful People» («Hermosa gente»), comedia en dos actos y dos cuadros, con unos personajes bondadosos y soñadores, que recuerda el cine de Capra. En sus primeras obras dramáticas, sobresale lo que subrayó Giovanni Cantieri: «En eso estriba la poesía de Saroyan, en sacar provecho de lo cotidiano, convirtiéndolo en maravilloso» (2).
Dos libros clásicos
En diciembre de 1940 se había publicado otra colección de relatos cortos, «My Name Is Aram» («Mi nombre es Aram»), libro del que El Acantilado ofrecerá una nueva edición en español próximamente, y que tiene muchos rasgos autobiográficos relacionados con la infancia y con la juventud de Saroyan en Fresno, entre 1915 y 1925. El protagonista, Aram Garoglanián, es «alter ego» del autor. Libro ameno, de los mejor valorados por los críticos y por los lectores, en el que se quiere destacar lo positivo de la vida. Esta obra muestra la habilidad de Saroyan para el relato breve, sus dotes de observación, su capacidad para descubrir la belleza y la grandeza de lo cotidiano, así como para reflejar las peculiaridades de su familia de origen armenio y los retos de la inmigración, con una mirada risueña, abierta y comprensiva hacia los demás. Aunque siempre se mantuvo fiel a su origen armenio, Saroyan se sentía también norteamericano.
En febrero de 1943 se casa con Carol Marcus, que tenía diecisiete años, y ese mismo año se edita «The Human Comedy» («La comedia humana») (3), otra joya de libro. A través de las vicisitudes de la familia Macauley en Ithaca, una pequeña ciudad del valle californiano de San Joaquín, durante la II Guerra Mundial, «se muestran las cualidades de Saroyan: la transparencia del lenguaje, el talento del buen narrador, el optimismo tierno que sitúa el mal y el dolor en un contexto positivo» (4), en opinión de Luis Daniel González.
Hay pasajes, como el arranque de la narración, y personajes, como la madre y los hermanos, difíciles de olvidar. Un libro para todas las edades, una novela que estimula el gusto por la lectura de calidad. En el breve prólogo, con la dedicatoria a su madre, señala una de las claves del éxito: «La he escrito en la forma más sencilla posible, con esta combinación de seriedad y de alegría que es característica en ti y en nuestra familia». La comedia humana alcanzó notable éxito, y la versión cinematográfica mereció el Oscar al mejor guión. A finales de septiembre, nace su hijo Aram.
Tiempos de crisis
«Dear Baby» es una nueva colección de relatos, publicada en 1944. El que da título al libro es una pequeña obra maestra por la contención con que se capta el contraste entre la rudeza de un boxeador y los sentimientos que suscitan en él las notas de una canción. El tono y los temas son parecidos a los del primer libro de relatos de Saroyan, ambientados en los años de la gran depresión económica.
La experiencia de su participación en la II Guerra Mundial, más bien breve, porque tuvo que ser hospitalizado en Luxemburgo, dio pie a «The Adventures of Wesley Jackson» («Las aventuras de Wesley Jackson»), novela publicada en 1946. El protagonista es un personaje bastante anodino, con escasa altura de miras, cuyos planteamientos existenciales conducen a un cinismo egoísta, a pesar de su pacifismo.
En 1948, nace su hija Lucy; pero, al poco tiempo, se produce la ruptura matrimonial, que terminará en divorcio en 1952, después de fallidos intentos de reconciliación. Al parecer, influyeron las deudas contraídas por William en el juego y el enterarse éste de que su mujer era judía e hija ilegítima. Años más tarde, Carol se casó con el actor Walter Matthau.
Tras el paréntesis de la II Guerra Mundial, Saroyan vuelve al teatro, con «La casa de Sam Ego» (1949) y «Loves Old Sweet Song» («La vieja y dulce canción del amor») (1951).
Tal vez por el fracaso matrimonial, las obras de ese periodo son más amargas y menos optimistas que las anteriores. Así ocurre en «Rock Wagram» («Un tal Rock Wagram»), de 1951, novela en la que cuenta el desencanto de un actor al comprobar que la fama y el dinero no le han dado la felicidad deseada ni le han permitido recuperar el afecto de su familia; y en «The Laughing Matter» (1953), mezcla de realismo y de simbolismo sobre el matrimonio.
Por otra parte, persisten las dificultades económicas y, aunque sigue escribiendo y publicando, su popularidad decae, tal vez porque su vitalismo optimista, soñador y algo sentimental, y su defensa de la libertad y de la fraternidad chocan con la crisis existencialista predominante en los ambientes artísticos y culturales a partir de 1945. A ese periodo, corresponde uno de sus libros autobiográficos: «The Bicycle Rider in Beverly Hills» (1952).
La última etapa
A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, Saroyan viaja por diversos países. En 1961 enseña en Purdue University de Indiana y más tarde, se instala en París. Algunas de sus obras de teatros se representan con notable éxito en la capital francesa, en Viena y en Londres. En 1962 se publica «Here Comes, There Goes You Know Who» («Aquí viene, allí va, tú sabes quién»), otro libro autobiográfico, en el que mezcla recuerdos de su vida con sus opiniones filosóficas, morales, religiosas, con su mejor estilo, ameno y cordial.
Al año siguiente se establece en Nueva York, y se edita «Boys and Girls Together» («Chicos y chicas juntos»), obra menos positiva que otras del autor, sobre una crisis matrimonial, en la que se pasa de la indiferencia al odio. También el estilo se muestra aquí crudo como todo el ambiente opresivo y dramático de la novela. Al año siguiente, aparece «One Day in the Afternoon of the World» («Un día en el atardecer del mundo»), relato sobre el encuentro, en Nueva York, de un escritor californiano, divorciado, con sus hijos y con diversos escritores y empresarios del espectáculo, en un ambiente vacío, superficial y materialista, del que la única salida es el trabajo y el servicio desinteresado a los demás. Libro realista, crítico y de tono bastante melancólico.
En 1966 pone en marcha la William Saroyan Foundation. De sus viajes por Europa, especialmente por Francia, resultan «Not Dying» («Lo importante es no morir»), de 1963, libro escrito durante unas vacaciones con su hijos, en el que abundan las reflexiones filosóficas y morales; y el volumen epistolar «Letters from 74 rue Taitbout» («Cartas desde la rue Taitbout»), de 1969, en el que con un tono reflexivo, de madurez, no exento de humor, escribe a personajes históricos, a artistas, a amigos y a parientes sobre sus impresiones e inquietudes. En «Breve viaje, hermosa carroza», sigue por parecidos derroteros, a raíz del recorrido en coche desde Nueva York a su ciudad natal, con abundantes evocaciones de su difícil infancia.
Aunque en los años siguientes seguirá publicando libros de ficción y estrenando obras teatrales, sus obras pierden algo de la frescura y del encanto de sus mejores escritos. Bajo el título de «Memorias» (5) (cfr. Aceprensa 33/96), se editaron en 1995 en España una serie de artículos periodísticos de Saroyan sobre diversas personas, más o menos afamadas, con las que mantuvo alguna relación (escritores, artistas de cine ). En estos artículos, se muestra más mordaz en sus juicios que en sus obras de ficción.
En 1980, recibe el American Book Award for Obituaries. William Saroyan falleció el 18 de mayo de 1981, en el Hospital de Veteranos de Fresno, víctima de un cáncer. Dispuso que sus cenizas se esparcieran en Fresno y en Armenia.
Luis RamonedaUna obra cordial e idealista
A los treinta años de su muerte, en un panorama cultural en el que predomina el relativismo, que desemboca a menudo en cinismo nihilista, la obra de Saroyan ofrece un contraste notable, por su tono generalmente optimista, por la bondad de muchos de sus personajes, que algunos consideran excesiva o poco realista. Como ha escrito Cándido Pérez Gállego, «toda su obra buscaba una unidad que también en el teatro alcanzaba belleza» (6). Su pacifismo, su sentido de la solidaridad siguen siendo atractivos para un lector de hoy. Pero, además, resulta gratificante el sentido casi siempre cordial, idealista y entrañable de su obra, escrita para «resaltar la verdad gloriosa del mero ser, ése es el tema fundamental», según manifiesta en el relato Un día de frío.
Aunque lo trata más bien tangencialmente, pues sus escritos se ciñen a la realidad más inmediata, Saroyan manifiesta una incredulidad nostálgica de Dios, con alguna nota de humor irreverente, y un trasfondo panteísta. Muestra un conocimiento superficial del cristianismo, probablemente por las carencias de su formación. Hay anhelos de Dios un tanto ciegos, al descubrir su huella en el universo creado, pero lo considera fuera del alcance de la intimidad de las personas.
Es significativo lo que dice en «Here Comes, There Goes You Know Who»: «Soy forastero de mí mismo, forastero de mi familia, de mis compatriotas, de mi país, de mi mundo, de mi tiempo y de mi cultura. No estoy separado de Dios, aunque no creo en Dios en absoluto, excepto en que Dios es indefinido, está en todas las cosas, pero sin cuidar de ninguna». Probablemente por esto, en sus primeros libros hay un optimismo mayor que en los últimos, en los que se produce cierta inflexión hacia la desesperanza y la falta de sentido al vislumbrar el final de su vida.
Saroyan fue un escritor admirado, aunque no alcanzara, sobre todo entre los críticos, la fama de autores como Steinbeck, Scott Fitzgerald, Dos Passos, Faulkner o Hemingway, tal vez por su carácter, que lo alejaba de los círculos culturales más influyentes. Si en lo que se refiere a sus opiniones filosóficas o teológicas se notan las deficiencias en su formación o cierta simplicidad, en cambio ofrecen pocas dudas tanto su capacidad para la narración como la calidad de su prosa, con un estilo muy personal, directo, impresionista que ha dado lugar al término «saroyanesque».
Sin olvidar lo que transmiten sus personajes más logrados: que la comprensión, el optimismo y la honradez son buenos pilares de la convivencia.
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(1) William Saroyan. «El joven audaz sobre el trapecio volante». El Acantilado. Barcelona (2004). 233 págs. 12 €. Traducción: J. Martín Lloret.
(2) Cfr. «Teatro Norteamericano Contemporáneo», Aguilar, Madrid (1968), pág. 14.
(3) William Saroyan. «La comedia humana». El Acantilado. Barcelona (2004). 210 págs. 12 €. Traducción: Javier Calvo.
(4) Luis Daniel González, «Bienvenidos a la Fiesta (Diccionario-Guía de autores y obras de literatura infantil y juvenil)», CIE-Dossat 2000, Madrid (2001), pág. 442.
(5) William Saroyan. «Memorias». Península. Barcelona (1995). 188 págs. Traducción: Esther Roig.
(6) Cándido Pérez Gállego, «Historia de la Literatura Norteamericana», Taurus, Madrid (1988), pág. 240.