La “cultura de la cancelación” ha llegado a la literatura infantil y juvenil (LIJ). En distintos países se retiran libros que hasta hace poco lucían en los estantes de las bibliotecas y las escuelas, pero que ahora se consideran ofensivos para ciertas minorías. Por bienintencionada que sea, semejante purga resta oportunidades para extraer lecciones del pasado.
Recientemente se han destruido en Canadá más de 4.700 libros, incluidos ejemplares de Astérix y Tintín, porque, a juicio de los responsables, en ellos había contenidos ofensivos para los indígenas, y la medida, supuestamente, favorecería la reconciliación con esos pueblos.
Hace poco más de un año, una escuela de Barcelona retiró de su biblioteca 200 cuentos infantiles, incluidos rela…
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2 Comentarios
Me pareció genial la cita de Flannery O’Connor de la conclusión. ¿Alguien podría decirme de qué obra es?
Buenos días, Alberto.
La cita completa dice: “La gente sin esperanza no sólo no escribe novelas, sino, lo que es más importante, no las lee. No examinan detenidamente nada, porque les falta el valor. El camino de la desesperación es negarse a tener cualquier tipo de experiencia, y la novela, por supuesto, es una forma de tener experiencia. La señora que sólo leía libros que la edificaran estaba siguiendo un camino seguro, pero también un camino sin esperanza. Ella nunca sabrá si se ha edificado o no. Pero si leyera alguna vez por error una buena novela, sabría muy bien que le está pasando algo”. Está en un ensayo titulado “Naturaleza y finalidad de la narrativa”, pág. 493 de “El negro artificial y otros escritos” (Madrid: Encuentro, 2000).
Un saludo, Luis Daniel