En los últimos años el sector de la moda apunta a una mayor presencia de modelos de aspecto variado. Ya no se trata solo de mujeres de tallas superiores a la 44, sino que también se han hecho visibles modelos con imperfecciones físicas.
Hay una reacción crítica frente al constante bombardeo de una belleza inalcanzable y homogénea, impuesta por los medios en todo el mundo
La lección de August, de R.J. Palacio, se ha convertido en un best-seller. Cuenta la vida de un niño de cara anómala que debe aprender a aceptarse como es y a crecer en la adversidad en su primer año de colegio. La historia literaria de August recuerda a la vida real de algunas modelos que, por sus imperfecciones físicas, hubieran sido descartadas en otros tiempos y que ahora se han abierto camino en el mundo de la moda. Gente como Winnie Harlow (que sufre vitíligo, enfermedad de la piel que causa manchas blancas), Moffy (estrabismo), Shaun Ross (albino) y Rebekah Marine (manca).
Algunos expertos han entendido este fenómeno como una forma de llamar la atención en busca de una estética poco convencional (1). Pero también como una tendencia a instaurar un ideal de belleza basado en personas más cercanas a la realidad. Un ejemplo es Benetton: hace cinco años buscaba modelos en las redes sociales a través de un concurso y hoy define la nueva mujer Benetton por la elegancia natural (2).
Julia Urgel, periodista freelance de medios como Fashionisima, Gentleman, Yo Dona y The Luxonomist, colaboradora de Olivia Palermo y profesora de Periodismo de moda en Villanueva Centro Universitario, encuentra la explicación en la capacidad de la moda de reflejar el sentir de la sociedad. “Las marcas sienten una especial atracción por las modelos distintas o con defectos. Imperfecciones como tener los dientes separados dejaron de ser un obstáculo hace tiempo e incluso ahora una modelo con esta peculiaridad ha ganado valor. El mundo borra sus fronteras y los contrastes son tendencia: lo moderno con lo antiguo, lo rancio con lo transgresor, lo bonito con lo feo. En la moda ocurre igual. Lo feo tiene un atractivo, un ‘algo’ bello que se ha convertido en un valor en alza”.
¿Lo singular viene para quedarse (a expresar a la persona), frente a la moda de gustar a cuantos más mejor?
Pareciera que el papel tradicional de las modelos se limita a no desviar la atención centrada en la ropa. No hay más que leer las breves indicaciones mostradas en una pizarra del backstage para mantener la seriedad al desfilar (exceptuando marcas como Agatha Ruiz de la Prada, adalid de la personalidad amigable que se desprende de su colorido). Sin embargo, los “modelos singulares” logran reforzar la mirada hacia la colección, y lo que es más importante, hacia la marca, otorgándola un sello distintivo.
Frente a unos cánones de belleza que reducen el valor de la persona a un tipo de belleza física (alta, muy delgada, sin curvas) y consiguen frustrar al consumidor, estos protagonistas representan sin embargo un modelo de fortaleza, diversidad, naturalidad y valentía. ¿Podría significar un tímido renacimiento del planteamiento clásico de la belleza? ¿O se trataría de una simple estrategia para vender más?
Moda responsable
“Lavado de imagen”: estas son las palabras que suelen atribuir a la responsabilidad social de las empresas. Sin embargo, este concepto (convertido en departamento propio y trasversal a los demás departamentos de grandes compañías) se ha definido como el compromiso voluntario y activo de la empresa por integrar las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones (3). Esto implica prevenir y reparar los daños que su actividad principal produzca en el entorno donde crea esas relaciones (con consumidores, empleados, distribuidores, accionistas, opinión pública, gobiernos, comunidad local…).
Llegados a este punto cabe preguntarse cuál es la actividad principal de la moda y qué responsabilidad social se puede esperar de sus empresas.
Teniendo en cuenta los agentes con los que se relaciona la empresa en este sector, los casos de responsabilidad social más notorios han estado relacionados con el cuidado de los recursos humanos (el trabajo justo en proveedores, a tenor de casos como el de la fábrica de Bangladesh; el reconocimiento del diseño artesanal; o el impulso al pequeño comercio); el respeto a los clientes (productos naturales, innovación en los procesos, retirada de campañas de publicidad dañinas, transparencia en el proceso de fabricación y proveedores) y a logros medioambientales (ahorro y buen uso de los recursos naturales, reciclaje de materiales, retirada de tintes perjudiciales, evitar vertidos de los tintes de la ropa…) principales objetivos del movimiento Slowfashion, que apelan al consumo responsable.
Algunos expertos han entendido este fenómeno como una forma de llamar la atención en busca de una estética poco convencional
Sin embargo, el reto de la moda es aún mayor. El diseñador de moda y profesor del Instituto Francés de la Moda Pascal Gautrand observa una vuelta a la autenticidad y a la comunicación de historias. Algo inédito en otras épocas –desde Picasso y reforzado en los años 80–, donde reinaba la superioridad de la imagen sobre la artesanía y la sustitución de la calidad de los productos por los elementos visuales.
En la medida en que lo relativo a la apariencia es actividad principal de la moda, los efectos de las conductas (sociales, profesionales, humanos, empresariales) que la pongan en práctica, la harán más o menos comprometida con la sociedad. O bien impactan en desórdenes alimentarios, violencia o sexismo (4), a través de una indumentaria que oculta o muestra exageradamente el cuerpo; marcas y logotipos; elementos de decoración del cuerpo como ropa, maquillaje, cosméticos; ejercicio físico, delgadez extrema; violencia, incitación al odio, discriminación, pornografía, exposición de menores a situaciones peligrosas. O bien recuerdan que el concepto de uno mismo no se reduce a un ideal físico. Es el caso de los “modelos singulares”.
El poder de los consumidores
No solo las marcas, profesionales del sector (Models of Diversity, Wilhelmina, Lucky Fin Project, The Model Alliance, People Agency) y medios (representando imágenes saludables y reales), sino también los propios consumidores han de tomar conciencia de un cambio. La fijación por el cuerpo para satisfacer el canon impuesto se cifra en numerosas obsesiones que producen ansiedad tanto en hombres como en mujeres. El fotógrafo Zed Nelson las ha recogido en su libro Love Me: cirugía estética, depilación en hombres, concursos de belleza infantiles, anorexia o vigorexia (problema abordado también por el reciente documental español Culto al cuerpo). Rabia, decepción y frustración son los efectos de este bombardeo de imágenes.
Es comprensible que entre los adolescentes este pánico por el cuerpo tenga mayor impacto, ya que consumen más tiempo y esfuerzos en mejorar su aspecto y tienen la presión de las redes sociales, concentradas principalmente en fotografías del propio cuerpo. Ya hay estudios que muestran la relación entre su percepción negativa del cuerpo y su abandono o retraso escolar, principalmente en aquellas actividades que exijan poner la atención en la imagen, como es el caso de los debates (5). En España recientemente se ha alertado de trastornos en el público adolescente, como es el caso de las páginas web que fomentan la anorexia Pro-Mía y Pro-Ana.
Críticos que piensan la moda
Frente a la tiranía de la belleza ideal, la profesora especialista en publicidad Jean Kilbourne apela a la necesidad de formar críticos pensadores. Hay algunas muestras de ello, como es el experimento de la joven periodista Esther Honig sobre los estándares de belleza de 22 países. Al pedir a los expertos en Photoshop transformar su retrato con un sugerente make me beautiful, quería mostrar que los cánones de belleza varían en cada cultura. Y sin embargo concluyó que a escala global el ideal es aún más difícil.
Frente a unos cánones que reducen el valor de la persona a un tipo de belleza física, los modelos singulares representan un ejemplo de diversidad, naturalidad y valentía
Otro ejemplo es el post de Candace Lowry en la comunidad virtual Buzzfeed, donde se hace una demostración de la difícil puesta en práctica de la talla “única” recogiendo las impresiones de cinco mujeres de tamaños diversos sobre cómo se ven con varias prendas. Estas son algunas de las opiniones recogidas: “tan extremadamente cortas que parecen ropa interior”; “me siento como en una pequeña caja”; “para niños o personas sin curvas”; “la talla única envía el mensaje de que si no cabes en una talla universal no eres normal y te hace sentirte triste”…
También destaca la muñeca creada a partir del proyecto del artista digital Nickolay Lamm con proporciones de una mujer media estadounidense y adhesivos que simulan la celulitis, el acné, las estrías y las pecas; o el documental en busca de financiación The Illusionists, una crítica a la inseguridad y la esclavización que produce el constante bombardeo de una belleza inalcanzable y homogénea impuesta por los medios en todo el mundo.
Creatividad sostenible
El reto es hacer de estos “modelos singulares” un sentir universal, en tanto en cuanto representan a personas que desarrollan una serie de habilidades más allá del físico. Y la forma de afrontarlo se escuchó en el último Congreso Global Fashion 2014, sobre Creatividad y naturaleza (6). El profesor de Antropología y Estudios Religiosos Rik Pinxten defendió allí que para aprender a crear es necesario cambiar la forma de conocer. No se trata de ser instruido sobre lo que se tiene que hacer y lo que no se debe hacer, como sucede con los jóvenes en el colegio. Crear implica la posibilidad de mirar con libertad desde la intuición, confrontando la información, mirándose desde fuera y respetando la relación con las acciones de otros.
Un buen ejemplo de creatividad sostenible, mostrado durante el mismo Congreso, es que el diseño o la imagen que transmite la moda permitan conectar con la naturaleza. Es el caso de un tipo de zapatos que facilita al cuerpo moverse de una forma tan natural como el pie descalzo. Pero sobre todo la creatividad sostenible es, en palabras de su creador Galahad Clark, hacer sentirse más humano. Y entonces es más probable la recuperación de una belleza que no encuentre límite en el cuerpo, sino que lo haga valioso en cuanto acoge la verdad de su realidad.
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(1) Cfr. Abigail Campos, “Los nuevos super modelos rompen moldes”, XLSemanal, 25-01-2015.
(2) Cfr. “Benetton apuesta por un nuevo modelo de mujer en su publicidad”, SoloMarketing, 24-02-2014.
(3) Cfr. Libro verde – Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas, Comisión Europea, 2001.
(4) Cfr. Carmen Llovet y Mónica Díaz-Bustamente, La imagen de la persona en los medios y su influencia en la autoestima, YouTube, 29-10-2014.
(5) Cfr. Carme Chaparro, “¿Soy feo?”, El Mundo, 26-10-2014.
(6) El Congreso bienal Global Fashion 2014 reunió en Gante a más de 300 estudiantes y académicos de países como Bélgica, Arabia Saudí, España, Holanda, Reino Unido, Francia, Portugal, Brasil, Finlandia, Alemania, Japón, Italia, India o Suecia.