Quizás de Matilda sobra la sinopsis. Roald Dahl publicó en 1988 la historia de una niña con superpoderes, una insaciable sed de libros y unos padres absolutamente mediocres y excéntricos. El relato tenía mimbres de espectáculo, y tanto Hollywood como Londres descubrieron pronto el carisma de la protagonista, la hilaridad potencial de los padres y los surrealistas contrapuntos, en la escuela de Matilda, entre la amable y bondadosa profesora, la señorita Honey, y la malvada directora, la señorita Trunchbull. En 1996, Danny de Vito adaptó el cuento a la pantalla grande y en el año 2011 se estrenó el musical Matilda en el Cambridge Theatre del West End londinense, donde, más de 4.000 funciones después, sigue representándose hoy.
El autor del libreto de Matilda es el guionista británico Dennys Kelly, las canciones son del australiano Tim Minchin y la producción corrió a cargo de la Royal Shakespeare Company. En el año 2013, el musical debutó en Broadway. Entre los premios que ha recibido este musical están siete premios Olivier –el más prestigioso que se otorga a las obras de teatro británicas– y cinco Tonys, que se otorgan a las mejores obras de teatro estadounidenses.
La versión española
Matilda llegó a España, concretamente al Teatro Apolo de Madrid, en octubre de 2022, y se representará hasta mediados de febrero de 2024. El autor de la adaptación del libreto original y director del musical es David Serrano, un viejo conocido para quienes nos dedicamos a la crítica de cine, porque es el director de Días de fútbol y Voy a pasármelo bien, y el guionista de El otro lado de la cama, entre otros títulos. No es la primera incursión de Serrano en el género; antes había dirigido la versión española de Billy Elliot y Grease, y es el autor del libreto del musical de Nacho Cano Hoy no me puedo levantar.
El trabajo de Serrano es notable, tanto en la adaptación de las letras –que no es sencilla, pues hay muchísimo texto en las canciones– como en la puesta en escena y la dirección de actores: un elenco mayoritariamente infantil que puebla, sin embargo, un horizonte adulto. Porque esta es una de las características del musical, que coincide con el espíritu de la obra original de Dahl: Matilda es un cuento para adultos protagonizado por niños. Serrano respeta la esencia con una puesta en escena puntualmente aterradora, con soluciones muy imaginativas en algunos momentos clave de la historia –esos niños lanzados al aire– y con un ritmo ágil y enérgico durante todo el desarrollo de la trama, como son siempre las tramas protagonizadas por niños.
En el aspecto interpretativo hay que destacar la calidad del elenco infantil; setenta niños que han estado trabajando dos años en la preparación del musical. Las intérpretes de Matilda son siete niñas que se van alternando en las diferentes funciones. Como ha ocurrido en diferentes versiones del musical, la villana –que es la cruel directora de la escuela, Agatha Trunchbull– está interpretada por un hombre, Daniel Orgaz, que construye un personaje absolutamente odioso.
Al trabajo de David Serrano se une el de un equipo experimentado. Las coreografías han sido supervisadas por Toni Espinosa, que ya había trabajado con niños en el musical Billy Elliot, y la puesta en escena es obra del arquitecto y escenógrafo Ricardo Sánchez Cuerda, que, además de trabajar también en Billy Elliot, tiene una amplia experiencia en el teatro, la ópera y la zarzuela. El director artístico del musical es el compositor argentino Gaby Goldman, que ha sido el encargado de, como señala él mismo, “a partir de las partituras originales del musical nacido en Londres, enseñar a interpretar a los chavales”.
La realidad es que el resultado es un musical muy fiel al argumento de Dahl, un poco oscuro en algunos momentos (no es para los más pequeños), pegadizo y dinámico, y espectacular en sus corales coreografías.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta