Desde Ulises hasta el hobbit que vive en un agujero en el suelo: de la mano de seis expertos, el curso Educar a los jóvenes en el amor y la amistad a través de los clásicos enseña apoyándose en ocho grandes obras de la literatura universal cómo contribuir a la formación del carácter de las nuevas generaciones.
“El problema es que no leemos los clásicos con los jóvenes porque no confiamos en que la literatura pueda ayudarnos a encontrar nuestro destino”, afirma Alessandro d’Avenia, escritor, profesor y guionista italiano, y uno de los docentes de este curso online, ofrecido por el grupo de investigación Family and Media de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma).
Desde hace años, centros académicos de prestigio han mostrado la confianza en las grandes obras maestras de la literatura para formar a los jóvenes. El Oxford Character Project cuenta con un programa donde “la reflexión sobre los clásicos es uno de sus elementos principales”. Así, se discute en pequeños grupos sobre El Rey Lear, y para hablar sobre ética se recurre a El señor de las moscas o a Juicio y sentimiento.
“Los clásicos superan el tiempo y nos hablan siempre al corazón”
Precisamente de otra novela de Jane Austen, Orgullo y prejuicio, habla Natalia Sanmartín Fenollera –periodista y autora de El despertar de la señorita Prim– en el curso de Family and Media. Para Sanmartín, en la educación a través de los clásicos son primordiales dos aspectos: en primer lugar, “que el maestro que hable de los libros ame el libro del que habla”; ella en particular recuerda en el curso la primera vez que cayó en sus manos, con once años, una edición encuadernada en azul de la novela de Austen, perteneciente a su abuela materna: “Es un libro que sigo releyendo y descubro cosas nuevas. Precisamente esa es una de las características de los clásicos: que superan el tiempo y nos hablan siempre al corazón”.
En segundo lugar, la escritora recomienda que los alumnos se sumerjan en los libros sin leer previamente estudios científicos, siguiendo una idea expuesta por John Senior en La restauración de la cultura cristiana: el mejor punto de vista es el de un aficionado, hay que huir de las ediciones críticas y acercarse a los libros con amor, con el corazón abierto y sin ideas preconcebidas. Como subraya Sanmartín: “Al final, las historias humanas son las mismas ahora que hace dos o cinco siglos”.
Lecturas y amigos
La génesis del curso se encuentra en un estudio demoscópico sobre qué leen y ven los jóvenes. Según la encuesta, encargada por Family and Media a Gad3 en nueve países de Europa y América, tres de cada cuatro jóvenes leen menos de dos horas a la semana. Preguntados por la importancia de las relaciones y la amistad, seis de diez jóvenes reconocían tener entre dos y cinco amigos verdaderos, aunque los encuestados de Estados Unidos e Inglaterra respondieron en mayor cantidad que consideraban que solo tenían un amigo de verdad.
“Los grandes relatos son capaces de influir profundamente sobre la percepción que los jóvenes tienen del amor y la amistad”
Para presentar los resultados del estudio, en 2018 se organizó un coloquio en Roma al que asistieron cuatrocientas personas de toda Italia. Fruto de la encuesta y el coloquio nació el curso con el mismo título que la jornada: “Educar a los jóvenes en el amor y la amistad a través de los clásicos”.
Aunque su pistoletazo de salida fue en enero de 2020, se trata de un curso abierto temporalmente: “Cada uno lo sigue a su ritmo. Con la literatura no hay que ‘empacharse’ ni poner plazos”, afirma Norberto González Gaitano, director de Family and Media. La mayor parte de los participantes son personas individuales, pero comienza a haber colegios inscritos, algo que el director del proyecto espera que vaya en aumento ya que considera estos cursos como “un buen auxilio pedagógico” para los centros académicos.
Cultivar el gusto por los grandes relatos
El curso se dirige a todos aquellos en contacto con los jóvenes (profesores, educadores, profesionales de la comunicación, padres) pero también a quienes disfrutan con buenas ficciones (tanto con la lectura de un buen libro como con una película o una serie, ya que la mayoría de las obras que conforman el programa han tenido una o varias adaptaciones a la pantalla).
Su objetivo, como explican en la web, es doble: “promover una cultura educativa orientada al sentido crítico y al desarrollo del pensamiento”, y “cultivar el gusto por los grandes relatos, porque son capaces de influir profundamente sobre la percepción que los jóvenes tienen del amor y la amistad”.
“Los jóvenes quieren ser libres, pero necesitan modelos que les cuenten qué decidir, que les hablen de que los vínculos no son cadenas sino enlaces”
Para González Gaitano, la educación en el amor y la amistad siempre ha sido importante en los jóvenes: “Saben que las respuestas que buscan a sus preguntas son eternas, y no las encuentran en los eslóganes edulcorados de una cultura narrativa excesivamente sentimental y, a menudo, muy superficial, que transpira miedo al compromiso, a los vínculos. Quieren ser libres de verdad, pero necesitan modelos, también narrativos, que les cuenten qué decidir entre distintas opciones, que les hablen de que los vínculos no son cadenas sino enlaces”. Y este mensaje es universal, como las grandes obras maestras de la literatura que forman el programa.
Historias inmortales
El curso abre con Ana Karenina, de la mano de Armando Fumagalli, catedrático de Teoría del Lenguaje y Semiótica y profesor de Historia y lenguajes del cine internacional. Analizando las adaptaciones al cine y a la televisión realizadas de la novela de Tolstói, Fumagalli remarca la dificultad de reflejar en la pantalla no solo la fidelidad a la trama sino también a las motivaciones y a los interiores de los protagonistas, cuando precisamente la riqueza de este clásico consiste en mostrar el mundo psicológico de los personajes. Resulta necesario adentrarse en la novela para entender las contradicciones de Ana y descubrir también que su historia solo ocupa un 55 % del total del texto. El profesor destaca que el 35% de esta obra presenta la subtrama de amor ascendente de Levin y Kitty, una historia que suele quedar muy en segundo plano en la mayoría de las adaptaciones.
Dando un salto atrás de varios siglos, Travis Curtright, profesor de Literatura y Humanidades en la Universidad Ave María (Florida), comparte su vivencia como director de Shakespeare in Performance, un proyecto con estudiantes en el que a través de la recitación teatral de obras del dramaturgo inglés se consigue una mayor profundización de los jóvenes en su producción literaria. En su experiencia recitando a Shakespeare con los estudiantes ha descubierto cómo estos acaban interiorizando su contenido mucho más que en una simple lectura, y terminan considerando al autor “como un compañero, como un poeta capaz de hablarles”. La pieza seleccionada por Curtright para este curso online es Mucho ruido y pocas nueces, que, en su opinión, es tan popular porque se considera la obra romántica más madura de Shakespeare y en la que el personaje de Beatriz se presenta como “uno de sus personajes más fuertes: un ejemplo de mujer enérgica, que sabe expresar sus pensamientos y sentimientos”.
“Los clásicos entran en la historia, luchan, la transforman, sufren heridas y abren el camino a los recién llegados”
La búsqueda de una vida auténtica marca la trayectoria de Kitty, la protagonista de El velo pintado, de W.S. Maugham, según Antonio Malo, catedrático de Antropología filosófica en la Universidad de la Santa Cruz. A lo largo de la novela, Kitty va descubriendo la falsedad en la sociedad y en su propia vida, y se decide a actuar por sí misma con libertad, en esa búsqueda por una vida auténtica. Según la explicación del catedrático, el proceso de Kitty de descorrer ese velo pintado no lo lleva a cabo sola: es capaz de transitar ese camino gracias al aprendizaje del perdón, a la confianza sincera de un buen amigo, al ejemplo de maternidad que encuentra en la madre superiora del hospital que acoge a huérfanos, el descubrimiento de la belleza como algo que nos trasciende –no meramente una belleza superficial– y al conocer personas que son capaces de asumir sacrificios con alegría por amor.
Hobbits de hoy
“También los pequeños y humildes están llamados a hacer cosas grandes” es el subtítulo del tema sobre El señor de los anillos, impartido por Andrea Monda, director de L’Osservatore Romano. Para el profesor, el hobbit simboliza al hombre de hoy: un individuo tranquilo, aparentemente satisfecho, pero en el que subyace el problema de ver la vida solo desde fuera, sin comprometerse del todo en ella, ignorante de que la paz de la que disfruta la han conquistado otros con mucho esfuerzo luchando contra el Señor Oscuro. El regalo que da Tolkien en su obra, según Monda, consiste en mostrar que no importa lo pequeños que seamos, “si respondemos que sí a la llamada de la vida, nuestras vidas pueden contribuir a mejorar el mundo”.
Orgullo y prejuicio, en palabras de Natalia Sanmartín, “prepara el corazón de una forma poética para la experiencia y nos enseña tesoros como la importancia de la amistad, del amor, de la familia, de la lealtad”, además de la inconveniencia de hacer juicios de manera demasiado tajante sobre uno mismo y sobre los demás. Esta novela, que lleva 20 millones de ejemplares vendidos desde su publicación, tiene, para Sanmartín, tres enseñanzas que son como “tres puertas sobre el amor”: para que una persona sea amable tiene que ser amada primero –mensaje ya presente en La Bella y la Bestia, como apunta Chesterton en uno de sus artículos–; solo se conoce lo que se ama, parafraseando a Ricardo de San Víctor y su “Ubi amor, ibi oculus”; y la necesidad del amor para un matrimonio feliz, huyendo de dos extremos con los que Austen suele mostrarse crítica en sus novelas: el casarse por simple conveniencia o el dejarse llevar por la mera pasión.
D’Avenia cierra el curso con una lección sobre tres de sus clásicos preferidos: La Odisea, la Divina Comedia y Crimen y castigo. Ulises es el prototipo de hombre que en su periplo “conoce ciudades, hombres y pensamientos, y se enfrenta a infinidad de peligros con tal de salvar su vida y a sus compañeros”. El recorrido de Dante podría decirse que se presenta similar: pasando por el infierno y el purgatorio hasta llegar al paraíso; como en el caso de Ulises, además, también el amor hacia una mujer constituye el impulso para seguir el viaje. Dostoievski aborda en Crimen y castigo cómo puede suceder que en medio del mal presente en el mundo y en el mal que cometemos cada uno aún sea posible la salvación. Y esto es precisamente lo que, según D’Avenia, comparten los tres clásicos en los que se centra: el hombre que se enfrenta a su destino, que logra una salvación que es posible. Para el joven escritor italiano, esto forma parte de la misión de los clásicos: “Entran en la historia, luchan, la transforman, sufren heridas y abren el camino a los recién llegados”.