Más de 20.000 investigadores de ciencias biomédicas de 155 países han firmado una carta abierta en Internet en la que piden la creación de una «biblioteca pública de la ciencia». Allí estarían libremente accesibles en formato electrónico los artículos aparecidos en revistas científicas, seis meses después de su publicación. Esto representa un desafío a los editores de revistas científicas, celosos de la propiedad y el control de su producción, que han entrado en polémica con los investigadores.
«Apoyamos la creación de una biblioteca pública en línea que contendría el texto completo de los artículos de investigación publicados en Medicina y en ciencias de la vida, accesibles de modo gratuito», escriben los investigadores en la carta abierta (www.publiclibraryofscience.org). Reconocen que los editores de revistas científicas tienen derecho a «una justa retribución por su papel en la comunicación científica». Sin embargo, entienden que «el archivo permanente de las investigaciones científicas no debería ser propiedad de los editores ni estar controlado por estos, sino que debería pertenecer al público y ser libremente accesible a través de una biblioteca pública en línea».
Los investigadores se quejan de que han de pagar sumas cada vez mayores para poder acceder a trabajos financiados muchas veces por dinero público. Todo eso debería ser accesible a la comunidad científica que realiza el trabajo y al público que lo financia.
Los peticionarios estiman que un período de seis meses de exclusividad para las revistas basta para asegurar su rentabilidad. El manifiesto va unido a una amenaza: a partir del próximo septiembre, los firmantes se comprometen a no proponer artículos y a no suscribirse a las revistas que no acepten el trato. Está por ver si el boicot surtirá efecto en un sector gobernado por el «publicar o perecer».
En cualquier caso, la petición ha supuesto una sacudida en el mercado de las revistas científicas, varios millares de títulos, en su gran mayoría de EE.UU.
Los editores alegan que si acceden a esta petición perderían suscriptores a sus revistas. Pero los promotores del manifiesto citan el caso de dos publicaciones -Proceedings of the National Academy of Sciences y Molecular Biology of the Cell-, que han permitido el libre acceso a los artículos dos meses después de su publicación, sin que al cabo de un año ninguna haya perdido suscriptores.
La posibilidad de un nuevo tipo de comunicación científica más accesible se ha puesto de relieve por la iniciativa de los físicos que han creado un archivo electrónico a partir del Laboratorio de Los Alamos, en Nuevo México. Este archivo (arxiv) contiene ya 150.000 artículos enviados por sus autores, libremente accesibles, y registra cada día 120.000 visitas, dos tercios de ellas desde fuera de EE.UU. Este archivo está abriendo posibilidades insospechadas para instituciones geográficamente aisladas y cuyos precarios medios económicos no les permitirían acceder a las revistas impresas. Así, físicos de países como Irán, Cuba o Rumania pueden estar al tanto de investigaciones de primera línea y establecer relaciones con científicos de otros países, según testimonios recogidos en International Herald Tribune (3-V-2001).
Este archivo fue fundado hace diez años, y recibe una financiación de 300.000 dólares anuales proveniente de la National Science Foundation, el Departamento de Energía y el Laboratorio de Los Álamos. Su contenido ha sido duplicado en otras 16 sitios de Internet en diversos países, para facilitar las conexiones. Los científicos pueden colocar una primera versión de sus trabajos, incluso antes de que hayan sido revisados por otros colegas (peer review), y sustituirla después por la versión definitiva editada.