Jerusalén. Un nuevo tipo de escuela en Israel tratará de combinar por primera vez elementos de educación religiosa y laica. El objetivo es acortar las distancias entre los diferentes grupos judíos que conviven en el país, en medio de cada vez mayores tensiones entre los sectores religioso y laico (ver Aceprensa 31/07). La ley para la creación de las nuevas escuelas fue aprobada el pasado 15 de julio por la Kneset, por iniciativa de diputados pertenecientes tanto a la coalición de gobierno como a la oposición.
El diputado laborista Michael Melchior, uno de sus autores, la consideró “una revolución en el sistema educativo”, y aseguró que con la nueva ley el gobierno reacciona a la progresiva división de la sociedad. Según el diario Haaretz, el nuevo tipo de escuela tratará de difundir los valores judíos y al mismo tiempo fomentar la tolerancia y la comprensión entre judíos laicos, ultraortodoxos y sionistas religiosos. Todas las escuelas del país tendrán la posibilidad de adherirse al nuevo sistema, siempre que la mayoría de los padres lo desee. En tal caso, el Estado pondrá a disposición de los centros el profesorado necesario.
En Israel existe una amplia variedad de escuelas que responde a la compleja estructura cultural y social del país. Las más numerosas son las estatales laicas, contrapuestas a las escuelas estatales religiosas, en las que ocupan un papel destacado los estudios sobre el judaísmo, su cultura y tradiciones. Estas últimas se dividen a su vez en escuelas ultraortodoxas (sefardíes y askenazís) y nacional-religiosas, próximas al sionismo religioso, que justifica en la Torá los esfuerzos para construir un Estado judío en Israel.
Al mismo tiempo, el Estado israelí también ofrece escuelas separadas para árabes y drusos, en las que se da clase en árabe y el hebreo se enseña como primer idioma extranjero. Por último, hay también una amplia variedad de centros no estatales gestionados por confesiones religiosas u organizaciones internacionales. Aquí se encuentran desde las escuelas de la Iglesia católica hasta las gestionadas por organizaciones judías de la diáspora o colegios dependientes de gobiernos extranjeros, como los liceos franceses.
En Israel, la financiación de las escuelas públicas la comparten el Estado central y los municipios, que se hacen cargo respectivamente de los sueldos del personal docente y de los gastos de instalaciones y material. Las escuelas públicas no cobran a los padres tasas académicas, comúnmente la principal fuente de financiación de las privadas.
En otra ley educativa aprobada el 24 de julio por la Kneset se estipula que el Estado puede continuar financiando las escuelas ultraortodoxas pese a que éstas no impartan asignaturas seculares básicas como matemáticas, idiomas o ciencias sociales. El Estado de Israel llevaba décadas financiándolas, pero la Corte Suprema, tras una demanda presentada por el movimiento judío reformista, concluyó que atenta contra la Constitución el que dichos centros no impartan el plan de estudios básico. Para evitar la quiebra de dichas escuelas, el partido ultraortodoxo Shas, socio minoritario en el gobierno de Ehud Olmert, puso en marcha una iniciativa para amarrar legalmente el estatuto de los centros.
Según el Ministerio de Educación, de los 1.064.000 alumnos del sistema público en hebreo, 223.000 estudian en escuelas ultraortodoxas. La nueva ley las define como escuelas “culturalmente únicas” y a partir de ahora recibirán del Estado el 60% de los gastos por alumnos, aproximadamente la misma cantidad que el resto de centro públicos. En la educación primaria, las escuelas ultraortodoxas suelen enseñar algunas asignaturas que no tengan que ver con la Torá, pero en secundaria la situación cambia y ya no se imparten materias seculares.
El Shas consiguió que la coalición de Olmert aprobara la reforma legal a cambio de levantar su veto al nombramiento de un diputado laborista como presidente de la importante comisión de Finanzas de la Kneset. La nueva ley ha desatado un fuerte debate en el país. La Asociación Israel de Derechos Civiles hizo referencia a que el sistema educativo ultraortodoxo atenta contra los esfuerzos de construir una identidad nacional israelí, al tiempo que cierra las puertas al mercado de trabajo. Para remediar esto último, el Ministerio de Comercio e Industria lanza cada vez más cursos de capacitación para judíos ultraortodoxos. De todas maneras, los ultraortodoxos continúan siendo una minoría dentro del mercado laboral cualificado.