La doctora Ana Martín Ancel, miembro de la Asociación Española de Pediatría y de la European Society for Pediatric Research, analiza en Páginas para el Mes (marzo 2003) los datos científicos disponibles sobre los efectos que pueden tener en los niños la convivencia con parejas homosexuales.
Es constante la insistencia de las parejas de homosexuales en reclamar que se les permita adoptar niños. Se suele alegar los sentimientos de estas parejas y su derecho a formar una familia, pero -advierte la Dra. Martín Ancel- cuando de adopción se trata, es un error fijarse solo en los que adoptan. «La adopción existe para acompañar a un niño que ha sido privado de su familia, y pretende darle un ámbito lo más adecuado posible para su desarrollo. Un niño no es un regalo, no es un derecho para la utilidad de nadie. Por tanto se trata, en primer lugar, de buscar el mayor bien para el niño».
Se afirma a menudo que los niños adoptados por homosexuales no se distinguen de los demás. En realidad, es aventurado suponerlo, precisa la doctora, que ha revisado los datos disponibles y ha publicado sus conclusiones en la revista científica Pediatrics (agosto 2002). «Hoy por hoy -dice-, los estudios científicos disponibles son escasos. Además, en general, presentan serios problemas metodológicos. En este sentido no debemos perder de vista que, cuando el planteamiento metodológico de un estudio no es sólido, sus resultados no son del todo fiables».
Entre los defectos metodológicos de esos estudios, «el más transcendente, que afecta a la mayoría de ellos, es la forma en la que se ha realizado la selección de la muestra que se va a estudiar». Es imprescindible que la muestra sea representativa de la población que se investiga. Pero «en el caso de los estudios sobre hijos de homosexuales, las parejas evaluadas provienen en gran medida de pequeños grupo de voluntarios que han sido reclutados mediante anuncios en revistas o a través de asociaciones»: tales muestras, por tanto, presentan un sesgo desde el punto de partida. Así, «la mayoría de las investigaciones se han realizado en lesbianas de ámbito urbano de raza blanca, con un elevado nivel de educación».
En el diseño de una investigación, otro aspecto capital es la correcta selección del grupo de control -los sujetos con los que se compara la muestra-, que ha de ser también representativo de la población. «Pues bien, en gran número de estudios, el grupo de control con el que se ha comparado a los hijos de parejas de homosexuales han sido hijos de mujeres heterosexuales divorciadas: niños que han sufrido las dificultades matrimoniales de sus padres, que probablemente hayan repercutido de una forma u otra en su desarrollo». Así, el grupo de control es sesgado, pues no incluye familias íntegras. Incluso hay estudios en los que ni siquiera existe grupo de control: «En estos casos, se aportan datos meramente descriptivos de algunas parejas homosexuales y sus niños, parejas que han sido escogidas por métodos no aleatorios y de las que no podemos extraer en absoluto ninguna conclusión generalizable».
«Por consiguiente, la metodología científica nos obliga a subrayar que la posibilidad de generalizar los datos actualmente disponibles al conjunto de los niños con padres homosexuales es muy limitada».
«Más relevante es el hecho de que los datos disponibles sí sugieren diferencias significativas con respecto a la orientación sexual de los niños que han crecido con padres homosexuales en comparación con los hijos de padres heterosexuales». Es la conclusión de los dos estudios que han analizado hijos con edad suficiente para que sea posible identificar la tendencia sexual. «La mayor parte de los homosexuales no llegan a ser conscientes de su homosexualidad hasta el final de la adolescencia o la edad adulta, por lo que muy pocos investigadores esperarían encontrar diferencia en la orientación y el comportamiento sexual entre hijos homosexuales y heterosexuales en la primera infancia».