Cumple diez años la tradición de esa Conferencia de la Familia, que reúne después de la primavera, junto al primer ministro francés, a representantes de las asociaciones familiares y a miembros de la clase política y de las grandes instituciones del país. Cada año suele tener un objetivo central. Si en 2005 fueron los permisos parentales a favor del tercer hijo, ahora se aborda la situación de las personas de entre 55 y 70 años.
Se trata casi siempre de personas que se ocupan de sus padres ancianos o aún de sus propios hijos, que no acaban de abandonar el hogar paterno. De hecho, Francia cuenta hoy con trece millones de abuelos, dos millones de bisabuelos y hasta 30.000 tatarabuelos. Muchas obligaciones derivadas de esta realidad demográfica pesan sobre la generación de los 55-70. Así, el 75% de los beneficiarios de la prestación personalizada de autonomía son ayudados por sus familiares más próximos. Se acercan a los 300.000, y merecen una mayor atención por parte del Estado.
El primer ministro, Dominique de Villepin, anuncia la creación de una especie de permiso de apoyo familiar, que permitiría ausentarse del trabajo durante tres meses, prorrogables hasta un año, para buscar una residencia apropiada o hacerse cargo de padres dependientes. Supondrá un presupuesto de diez millones de euros al año. A la vez, para que los cuidadores descansen, el plan de solidaridad hacia los mayores incluirá la creación anual en el próximo quinquenio de 2.500 plazas de acogida de día, y 1.100 de albergue temporal.
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