Los contraceptivos orales presentan hoy riesgos leves, salvo casos de contraindicación
Los efectos secundarios de los anticonceptivos orales han sido largamente discutidos. Ahora, un completo estudio publicado en el British Medical Journal (1) concluye que la píldora aumenta la probabilidad de sufrir trastornos cardiovasculares y algún tipo de cáncer, pero que los riesgos desaparecen a los diez años de suspender el consumo.
El trabajo, promovido por el Fondo para la Investigación del Cáncer, de Gran Bretaña, estudia el efecto a largo plazo del uso de los contraceptivos orales. Para ello se hizo un seguimiento, durante 25 años, de 46.000 mujeres que empezaron a tomar la píldora en los años 1968-1969. La media de edad al final del seguimiento fue de 49 años. Al término de los 25 años, el riesgo de muerte de las consumidoras de la píldora -ajustado por edad, paridad, nivel social y fumadoras- no mostró diferencias significativas con respecto a un grupo de población de características similares que no usaron contraceptivos orales. Los autores concluyen que, diez años después de dejar de consumir contraceptivos, el riesgo de muerte es similar al del grupo que nunca los tomó.
Los riesgos se dan durante el consumo de la píldora y en los años inmediatamente posteriores. En ese periodo, las consumidoras de anticonceptivos orales presentaron una mortalidad por cáncer de cuello de útero igual a 2,5 veces la normal, y una mortalidad por enfermedades cerebrovasculares 1,9 veces mayor. En cambio, la mortalidad por cáncer de ovario resultó ser la quinta parte de la media.
Por lo que se refiere a los efectos secundarios sobre el aparato cardiocirculatorio, coagulación sanguínea y posible incidencia en el aumento de cáncer de mama y de útero, la bibliografía sigue siendo controvertida. En todos los trabajos relativos a estos aspectos se sigue aconsejando siempre el control de la tensión arterial en la consumidora de contraceptivos orales, y, si es fumadora, se debe advertirle del mayor riesgo de accidentes vasculares, que pueden verse agravados por las modificaciones de las constantes de coagulación sanguínea. Los tumores hormonodependientes, como el cáncer de mama, contraindican claramente el consumo de contraceptivos hormonales. En efecto, la píldora parece tener relación con una mayor incidencia de cáncer de mama, sobre todo en aquella población femenina con factores de riesgo (menarquia precoz, nuliparidad, antecedentes de biopsias de mama, antecedentes familiares de cáncer de mama, etc.). El cáncer de ovario y el de endometrio no aumentan con el consumo de contracepción hormonal.
Por lo que se refiere al cáncer de cuello de útero, existe un incremento de las lesiones precursoras que se pone en relación, más que con el consumo de contraceptivos hormonales, con el incremento de las enfermedades de transmisión sexual. Otros posibles efectos secundarios sobre el hígado, alteraciones endocrinas y modificaciones psicológicas en la mujer son cada vez menos frecuentes y dependen fundamentalmente de factores personales predisponentes.
En este punto ha de tenerse en cuenta que los actuales contraceptivos orales que existen en el mercado se diferencian sustancialmente, en cuanto a la dosis y a los componentes hormonales, de los contraceptivos de hace 30 años. Se ha reducido a lo mínimo la dosis, fundamentalmente del estrógeno, manteniendo el efecto contraceptivo y disminuyendo significativamente los efectos secundarios. Por ello se puede afirmar que, salvo casos con contraindicación, los efectos secundarios de los contraceptivos hormonales actuales no tienen importancia clínica suficiente para que las usuarias dejen de consumirlos. Son otras motivaciones -educativas, sociales, morales- las que se invocan para no recomendar la contracepción hormonal.
Un punto de especial confusión en la Medicina actual, desde la difusión de la contracepción hormonal, es el empleo de los contraceptivos con supuestas indicaciones terapéuticas. A este respecto hay que aclarar que en la Ginecología actual, para los tratamientos de los trastornos funcionales ginecológicos, la terapéutica hormonal con estrógenos y gestágenos tiene amplias indicaciones y resultados muy efectivos.
Los estrógenos y gestágenos que se usan con fines terapéuticos en Ginecología tienen una composición similar a los estrógenos y gestágenos que componen la píldora contraceptiva. La diferencia fundamental está en el modo de administrar estos preparados. En el mercado farmacéutico, existen estrógenos y gestágenos que permiten realizar un tratamiento con las dosis necesarias en cada caso clínico, en función del diagnóstico y de las circunstancias personales de la paciente. Nada de esto ocurre con la contracepción hormonal, o cuando se administran contraceptivos hormonales con indicaciones terapéuticas: la dosis es uniforme para todo tipo de mujer, con independencia de edad, peso y alteración ginecológica, que puede ser muy variada y presentarse con síntomas similares.
Guillermo López García *(*) Director del Departamento de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Universitaria (Universidad de Navarra)._________________________(1) Valerie Beral et al., «Mortality associated with oral contraceptive use», British Medical Journal 1999; 318: 96-100.