Los niños que viven en hogares de padres casados suelen beneficiarse de una mayor inversión en su formación de cara al futuro, en comparación con quienes viven con padres simplemente convivientes, o con uno solo de ellos.
Una investigación de los sociólogos Orestes Hastings y Daniel Schneider, publicada en el blog del Institute for Family Studies, observa que, en esta época de “parenting intensivo” en que a muchos menores se les matricula en clases de piano, se les apunta a viajes o campamentos formativos y se les asigna un tutor particular, todas estas y otras actividades son apreciadas como una forma de inversión que aumentará sus posibilidades de que vayan a una universidad de prestigio y de que tengan mejores oportunidades laborales.
Los profesores trabajaron con una muestra de más de 37.000 familias con hijos que participaron en la Encuesta de Gastos del Consumidor, entre 2003 y 2017. En cuanto al gasto por hijo, se enfocaron en categorías como el cuidado de los niños, la escolarización y las actividades extracurriculares.
“Hallamos así que los padres casados gastan casi dos veces más en esas actividades –unos 700 dólares más por hijo– respecto a las parejas de hecho o los padres solteros. Cuando comparamos hogares similares en términos de grupo étnico, educación, edad y tamaño de la familia, encontramos que los casados dedicaban 300 dólares más por hijo”.
Una de las explicaciones de esa brecha es la económica: los hogares monoparentales tienen ingresos menores y mayores tasas de pobreza respecto a los de padres casados.
Otro factor relevante es el de la estabilidad de la familia, más señalada en aquellas encabezadas por padres casados. “Aunque es más común que nunca antes que convivan personas no casadas, estas cohabitaciones son relativamente más breves y tienen más probabilidad de disolverse”.
En tal sentido, dado que esos progenitores suelen enfocarse en una realidad a más corto plazo, la mayor inestabilidad puede incidir en una menor inversión en los hijos.
Asimismo, cuando uno de los convivientes es el padrastro, la implicación de ambas cabezas de familia en la educación de los niños suele ser menor respecto al caso en que el padrastro y la madre están casados, una circunstancia en que se configuran mejor las decisiones de gasto en la familia.
“Para los hijos de parejas de hecho y para todos los niños, consideramos que las inversiones públicas directas en ellos, a través de políticas como el apoyo a los centros escolares y los seguros médicos para menores, pudieran reducir las desigualdades e incrementar las oportunidades para los hijos que crezcan familias de otros tipos”, concluyen los expertos.