María Calvo (Foto: cortesía de la entrevistada)
La figura del hombre que asume la paternidad desde su masculinidad –lo esperable, en todo caso– no vive sus mejores horas. “Llegábamos a casa a medianoche, después de trabajar todo el día, y mi padre nos mataba y bailaba sobre nuestras tumbas cantando ‘¡aleluya!’”, caricaturizaba Monty Python en un viejo sketch. Pero para algunas corrientes actuales no es una imagen humorística: el hombre, “opresor congénito”, no tendría nada positivo que aportar a la crianza de los hijos. Al menos no desde su perspectiva de varón.
En su último libro, Paternidad robada (1), María Calvo Charro, profesora titular en la Universidad Carlos III de Madrid y autora de varias obras sobre educación, toma nota de…
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