Ignacio Aréchaga

Dentro de los países desarrollados la brecha entre los que más ganan y los que menos se ha ido agrandando en los últimos treinta años. Y cuando la economía entra en crisis, resultan más llamativas e irritantes las desigualdades.
En España la desigualdad de ingresos disminuyó desde mediados de los años 80 hasta el comienzo de la crisis en 2008. Pero ahora está creciendo.
Mientras Holanda endurece la normativa sobre la marihuana, el gobierno vasco se plantea “no ser prohibicionista”.
Un análisis periodístico lleno de ironía sobre la etapa de gobierno de Rodríguez Zapatero, con su mezcla de restos de dogmas de izquierda y sus efusiones de sentimentalismo.
Llama la atención el distinto tratamiento informativo que reciben las células madre embrionarias, siempre prometedoras, y las células madre adultas, que ya están dando resultados.
El Estado niñera suele tener una idea del ciudadano como perpetuo menor impresionable, al que hay que proteger.
Las protestas que se están realizando en España “en defensa de la escuela pública” corren el riesgo de transmitir una imagen sesgada del sector, poco atractiva para el cliente.
Un ensayo que desvela los entresijos de la industria cultural y explica el desarrollo del sector del entretenimiento.
La muerte de Steve Jobs ha coincidido con la irrupción en escena del movimiento de protesta “Ocupa Wall Street”. El éxito de Jobs y la indignación contra Wall Street son como las dos caras del capitalismo.
La Jornada Mundial de la Juventud revela una generación abierta a la propuesta religiosa, alegre con su identidad católica, y deseosa de influir en la sociedad.
La Jornada Mundial de la Juventud supone un balón de oxígeno para Madrid, en lo espiritual y en lo económico. Los escasos críticos muestran una preocupación por las arcas públicas que nunca tienen cuando se trata de hinchas de fútbol, de orgullosos gays o de entusiastas de festivales de rock.
Es inútil buscar una coherencia ideológica en el pensamiento de Anders Breivik, excepto su obsesión anti islámica.
Las actuales tribulaciones de Rupert Murdoch y de Silvio Berlusconi muestran que se puede ser un magnate de la prensa, sin ser capaz de dominar la opinión.
En una sociedad que presume de secularizada y crítica, se implantan nuevos tabúes que no es lícito cuestionar.
El movimiento gay ha alcanzado un gran triunfo político con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado de Nueva York. Su éxito no hubiera sido posible sin la decidida actuación del gobernador, Andrew Cuomo, católico, que no ha dudado en imponer sus convicciones.
Cinco agencias de la ONU han publicado una declaración contra la preferencia por el hijo varón en Asia, prejuicio que está llevando a la eliminación de millones de niñas por el aborto.
Curiosamente, el proyecto de ley de Igualdad de Trato introduce una política discriminatoria en el régimen de conciertos contra los colegios de enseñanza diferenciada.
Hoy parece de mal tono criticar una ley que promete garantizar “la igualdad de trato y la no discriminación”, como la recién propuesta por el gobierno español. Pero cuando se ve que ya hay toda una legislación al respecto y que la nueva supone una intromisión en terrenos hasta ahora dejados a la libre relación entre particulares, surge la sospecha de que hay truco.
Aunque nuestra sociedad afirme la importancia del dato científico, la biología queda despreciada frente al parentesco emocional.

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