Pese a los retoques que ha dado a su célebre hipótesis sobre el fin de la historia, enriqueciéndola con consideraciones en torno al gobierno eficiente, Francis Fukuyama sigue confiando en que basta con poner en orden el Estado y el mercado para solucionar los fallos de las democracias modernas. A otros autores esto les parece insuficiente y proponen, además, volver los ojos a la ética y la religión.
Cuando Fukuyama presentó por primera vez su hipótesis sobre el fin de la historia, en la primavera de 1989, los vientos del optimismo soplaban con fuerza. “El artículo [que fue la base de un libro posterior] apareció unos meses después de la caída del Muro de Berlín, durante las protestas a favor de la democracia en la Plaza de Tiananmen, y en m…
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