Los italianos confían en Renzi, un heterodoxo de izquierdas

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Roma. Hace casi un año, exactamente el 8 de diciembre de 2013, Matteo Renzi ganaba las primarias del Partido Democrático (PD) con el 67,5% de los votos y se convertía en secretario nacional del partido de centro-izquierda.. Tenía entonces sólo 38 años, era alcalde de Florencia y provenía de la derecha del PD. Tres meses más tarde, dice su biografía oficial, “tras la dimisión de Enrico Letta después de una abrumadora votación de la dirección del PD, se convierte en Presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana, el más joven desde la unificación de Italia”.

El político más popular

El gobierno Renzi ha lanzado un amplio programa de reformas, tanto en el campo constitucional (reforma radical del Senado) como electoral (nueva ley) y laboral (mayor flexibilidad de los contratos), y goza de la confianza de los italianos: según un sondeo de Ixè para Agorà publicado el 7 de noviembre, recibe el 43% de las preferencias –aunque hace un mes era el 48%-. Y Renzi es el político más popular de Italia con diferencia: el 45% de los italianos confían en él. En comparación, solo el 15% confía en Silvio Berlusconi.

El mayor resultado del gobierno de Renzi hasta el momento fue la gran victoria en las elecciones europeas de mayo. El PD obtuvo un 40, 8% de los votos, cifra que nunca había alcanzado un partido de izquierdas italiano. Y otro punto positivo: a partir de mayo, el gobierno da todos los meses 80 euros a los trabajadores con unos ingresos anuales comprendidos entre 8.174 y 24.000 euros. Será una medida populista, que no ha tenido grandes efectos en la reactivación de la economía, que ha servido sobre todo para pagar algunas deudas o hacer algunas compras, pero sin duda ha beneficiado a 10 millones de italianos.

Sobre el mercado de trabajo, Renzi ve en Alemania “un modelo, no nuestro enemigo”

Entente con Berlusconi

Sin embargo, los peores enemigos de Renzi están en su propio partido. La izquierda del PD, la minoría en la que se encuentran los ex secretarios D’Alema y Bersani, lo considera un hereje que, a fuerza de querer mover el partido hacia el centro, lo está “derechizando”. “Poco a poco, la diferencia entre izquierda y derecha desaparece”, afirma Pippo Civati, uno de los líderes de la minoría. “Es un crescendo contra los sindicatos, los intelectuales, la vieja guardia, un martillear continuo”.

Según Civati, la reforma electoral que Renzi quiere hacer llevará al nacimiento de un partido único de centro, “una gran fuerza que dominará el sistema. Alrededor quedará una derecha anti-euro y anti-todo. Y una izquierda que resultará aplastada y que renunciará a sus rasgos reformistas”. Renzi, afirma Civati, “se convierte así en un líder nacional-popular, sin ideología, que golpea siempre más a menudo sobre la izquierda”.

Aparte de estas profecías apocalípticas, lo que la izquierda del PD no soporta es la buena relación de Renzi con Berlusconi. Poco después de su elección como secretario, discutió con Berlusconi su programa de reformas y llegó a un acuerdo con el líder de Forza Italia que se conoce como el “pacto del Nazareno” (del nombre del edificio donde se encuentra la dirección del Partido Democrático). Y durante este año, Renzi y Berlusconi se han visto otras siete veces.

Una actitud totalmente heterodoxa en el líder de un partido que, desde hace veinte años, ha basado su estrategia política en la lucha contra Berlusconi y todo lo que éste representa. En una entrevista de TV, D’Alema decía: “Berlusconi está totalmente enamorado de Renzi, lo ha elegido como su heredero. Pero si el mayor exponente de la oposición se enamora del jefe del gobierno, hay algo que no funciona bien”. Y según Civati, Berlusconi “está respaldando a Renzi, se ve en mil ocasiones, no reconstruye el centro derecha, y se demuestra mucho más disponible que antes a mantener los acuerdos”. Civati acusa también a Renzi de no admitir la discusión en el seno del PD y de convocar a la dirección después de sus acuerdos con Berlusconi, cuando ya está todo decidido: “para esto, sería mejor invitar a Berlusconi a los consejos de dirección del PD”, dice.

Sí, es cierto que hay semejanzas entre Renzi y Berlusconi. Ambos son empáticos, dan muy bien en televisión, se han presentado como promotores de una reforma radical que cambiará Italia y la sacará de su sueño, son los príncipes azules que despertarán a la bella durmiente. Y en el programa de Renzi figuran algunas de las pasadas propuestas electorales de Berlusconi. A favor de Renzi está la edad, y en contra de Berlusconi sus reiterados problemas con la justicia. Pero es indudable que hablan el mismo lenguaje y que se entienden. Y eso puede ser bueno para Italia.

Sus adversarios critican que, poco a poco, la diferencia entre izquierda y derecha desaparece

Cambios en el Senado y ley electoral

La principal reforma de Renzi es la trasformación del Senado en una Cámara de las Autonomías sin elección directa de los senadores. El actual sistema político italiano consiste en un bicameralismo perfecto: Cámara de los Diputados y Senado tienen iguales poderes, las leyes deben ser aprobadas por ambas; por ejemplo, si la Cámara modifica un proyecto ya aprobado por el Senado, éste tiene que volver a la Cámara Alta, los gobiernos tienen que recibir la aprobación de ambas, etc. Este sistema alarga mucho el tiempo necesario para la tramitación de las leyes. Aprobado en el Senado durante el verano, el proyecto de reforma está en la Cámara. Por ser una reforma constitucional necesita una “doble lectura” –debe pasar dos veces por el Parlamento- y será sometido a referéndum.

El segundo proyecto es la reforma de la ley electoral. Se crean 100 circunscripciones, en vez de las 75 actuales, hay un premio de mayoría a la lista que alcanza el 40% de los votos, y se establece un umbral mínimo (sobre este punto todavía no hay acuerdo, Renzi querría que fuese bajo –un 3%- para favorecer a sus aliados centristas, mientras que Berlusconi propone un 8%). Siempre según el plan de Renzi y Berlusconi, los números 1 de las listas serán fijos –no sometidos a preferencias–, mientras que para los demás componentes los votantes podrán elegir. Este punto ha sido criticado por la minoría del PD, que querría que también los números 1 fueran objeto de preferencias.

La reforma del contrato de trabajo

El tercer punto del programa de Renzi es la reforma del sistema laboral, y especialmente del artículo 18 del estatuto de los trabajadores. Además de dar una serie de ventajas fiscales a los empresarios que contraten trabajadores –durante tres años no tendrán que pagar cotizaciones sociales–, quiere reformar el Estatuto de los Trabajadores, que data de 1970. Sobre el mercado del trabajo, Renzi ve en Alemania “un modelo, no nuestro enemigo”.

Los peores enemigos de Renzi están en la izquierda de su propio partido

El artículo 18 se refiere a que en caso de sentencia laboral contraria a la empresa, ésta tiene la obligación de readmitir al trabajador. La idea de Renzi es que con una indemnización adecuada, las empresas no tengan esa obligación. El artículo 18 se aplica solo a los contratos de tiempo indeterminado y en empresas de más de 15 trabajadores.

Renzi dice que el debate sobre el artículo 18 es ideológico: “En Italia, los casos que se resuelven sobre la base del artículo 18 son aproximadamente 40.000 al año, y el 80% terminan con un acuerdo. De los restantes 8.000, sólo alrededor de 3000 son los que el trabajador pierde. Así que estamos discutiendo un asunto que afecta a 3.000 personas al año en un país que tiene 60 millones de habitantes”. Pero tanto la izquierda del PD como los sindicatos son radicalmente contrarios a esta reforma. El proyecto ha sido ya aprobado por el Senado y ahora se discutirá en la Cámara, y Renzi ha aceptado que puede ser modificado.

Renzi asegura que una mayor flexibilidad laboral fomentará la contratación, especialmente de los jóvenes. Pero algunos economistas piensan que si las empresas no contratan es por falta de demanda interna o externa, y que el efecto económico del cambio laboral puede ser desdeñable. Por el momento, los empresarios están encantados con los planes del gobierno, y ha sido muy comentada una cena organizada por Renzi para recabar fondos para el partido, a 1.000 euros por cubierto, que tuvo lugar en Roma y en la que estaban muchos empresarios.

Los sindicatos, en cambio, no están tan contentos. La CGIL, el mayor sindicato italiano, ha convocado para el 12 de diciembre una huelga general de 8 horas contra la reforma laboral y la política económica del gobierno. No deja de ser paradójico que este sindicato de origen comunista y tradicionalmente vinculado al PD, haga una huelga contra un gobierno de este partido, protesta que será secundada también por otra central sindical, la UIL. En cambio, otro de los tres principales sindicatos, la CISL se ha declarado contrario a la huelga, y se limitará a una protesta de los funcionarios públicos el 1 de diciembre.

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