En Francia, el Partido Socialista intenta reinventarse, mientras el presidente François Hollande y el primer ministro Manuel Valls impulsan un plan de reformas para reanimar una economía estancada. Ambos cambios tropiezan con resistencias: el PS es el último partido socialista de un país importante europeo que tiene pendiente su renovación, y las reformas económicas han sido hasta el momento muy limitadas frente a lo que han hecho otros países durante la crisis.
La situación política francesa obliga a la izquierda a renovarse o morir. Desde su elección en 2012, la popularidad de Hollande ha caído hasta un mínimo del 13%. Al mismo tiempo, los socialistas han perdido las elecciones frente a la derecha y el Frente Nacional en las municipales (…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.