Jerusalén. Los tiempos de la inmigración judía masiva a Israel parecen haber pasado, al menos por el momento. Según la Oficina Central de Estadísticas, unos 20.000 judíos se establecieron en Israel el año pasado, una cifra bastante similar a la de los que se marcharon. En 2008, la tendencia es también a la baja. Con motivo del 60 aniversario de la proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, el país está realizando esfuerzos especiales para invertir la tendencia y atraer a judíos de la diáspora, además de facilitar el regreso a israelíes que viven en el extranjero.
La Knesset (Parlamento) aprobó el pasado 9 de septiembre un amplio paquete de exenciones fiscales. Los inmigrantes judíos llegados a Israel después del 1 de enero de 2007 quedarán liberados de pagar durante 10 años el impuesto sobre la renta en Israel por ingresos con fuente en el extranjero, así como otros impuestos derivados del patrimonio, intereses y ganancias de capital, también conseguidos en el extranjero. Dichas exenciones se aplicarán asimismo a los israelíes que regresen al Estado judío a partir del 1 de enero de 2009 después de haber pasado en el extranjero por lo menos seis años o más.
Fomentar el retorno
Ya en noviembre, el gobierno israelí lanzó la campaña “Volvemos a casa por el 60 cumpleaños de Israel” para fomentar el regreso de israelíes residentes en el extranjero, unos 700.000, de los que unos 450.000 viven en Estados Unidos. Hasta ahora, los israelíes que regresaban a Israel debían esperar seis meses antes de poder volver a integrarse en el sistema de Seguridad Social. Dicho periodo de espera ha sido ahora anulado. Al regresar, también quedarán exentos de pagar el impuesto sobre el valor añadido por artículos para el hogar y herramientas de trabajo que compren para traer consigo.
En el caso de los médicos, en medio de la escasez de personal sanitario que atraviesa Israel, el Ministerio de Absorción de Inmigrantes les ayuda a buscar trabajos en hospitales del norte del país y les paga 250.000 shekels (50.000 euros) en efectivo para facilitar su llegada. Los científicos que lleguen a Israel para incorporarse al terreno de la investigación biotecnológica recibirán por su parte hasta finales de 2008 una beca de 450.000 shekels (90.000 euros), abonada en tres años.
La inmigración judía a Israel, país creado para servir de hogar a judíos de todo el mundo, tiene un significado político y emocional. En hebreo se le llama aliyá, el ascenso, y a los inmigrantes olim, los que ascienden. Por el contrario, a los que abandonan el país se les conoce como yordim, los que se apean. Durante mucho tiempo se les consideró traidores, pues se veía en la emigración una amenaza para la supervivencia de Israel. Hoy por hoy, aparecen casi a diario en los medios de comunicación israelíes noticias y reportajes sobre judíos que se trasladan a Israel, sobre todo cuando se trata de acciones coordinadas en las que la Agencia Judía u otras instituciones dedicadas a fomentar la aliyá traen de golpe a Israel a un buen número de judíos de algún país, incluso en aviones especiales.
Inmigración no judía
En los últimos años, Israel ha venido también fomentando la inmigración no judía, sobre todo para trabajos de baja remuneración. Actualmente, el Estado judío concede con facilidad permisos de trabajo por hasta cinco años para no judíos deseosos de trabajar en el cuidado de enfermos, la agricultura, la construcción y la hostelería. Con ello, Israel pretende superar la dependencia de la mano de obra barata palestina, a la que comenzó a renunciar sobre todo a raíz de la segunda intifada de 2000 y la construcción del muro de seguridad que separa el país de Cisjordania y que ha limitado fuertemente la movilidad de los trabajadores palestinos.
Según estadísticas presentadas por agencias dedicadas a la atención de trabajadores extranjeros no judíos, actualmente hay en Israel unos 190.000 trabajadores venidos de fuera. Estos proceden en su mayor parte de países asiáticos, africanos y en menor medida también de América Latina. Se calcula que entre 30.000 y 35.000 son filipinos, en su mayoría católicos, lo que ha aumentado considerablemente la presencia cristiana en Tierra Santa, en medio de un importante éxodo de fieles locales, en su mayoría palestinos. En Israel y los territorios palestinos, los cristianos apenas suponen el 2% de la población.