Beirut. Lo que se está viviendo en Oriente Medio es la explosión de muchos factores, la convergencia de muchas situaciones que ha dejado un terreno propicio para la implantación del fundamentalismo. Para el Dr. Farid el Jasen (politólogo libanés), “el fundamentalismo islámico es como el comunismo y el nazismo, ideologías llevadas a extremos que, después de causar mucho daño, caen por su propio peso, y eso es lo que va a ocurrir con estos movimientos: dejan a su paso muertos de cuerpo y de espíritu”.
Analizando la situación en retrospectiva, vemos que en 2003 se produce “un debilitamiento del Estado en Irak, y las corrientes islámicas radicales aprovechan esta coyuntura”. Durante diez largos años hemos sido testigos de continuos ataques a lo largo del país, que han obligado a miles de personas, en su mayoría cristianos, a huir hacia los países colindantes con la intención de inmigrar a Canadá, Estados Unidos, Europa o Australia.
El Estado Islámico en Irak envía también combatientes al norte de Siria y a la frontera libanesa
Una segunda generación de radicales
Ayer Al-Qaeda, hoy Yabat al Nosra o Daech, son los nombres de las corrientes fundamentalistas con más poder en la actualidad en Oriente Medio. En concreto Daech, quién lleva a cabo la implantación del Estado Islámico en Irak, “está formado por una segunda generación de radicales, más violentos, y de confesión sunita”.
Existen diversas ramas de radicales islámicos, pero ninguna tan violenta como Daech, que, entre otras atrocidades, no duda en degollar, flagelar e imponer mediante una reciente fatua (precepto) la mutilación femenina (a sus propias mujeres). Todo el que no predica un islam como ellos lo interpretan se hace acreedor de la pena de muerte y esto comprende directamente a cristianos, chiítas y algunas minorías.
En su reciente artículo publicado por el periódico Asaafir, el Dr. El Jasen hace referencia a que “el Califato en Irak bajo la bandera de Daech declara la guerra a Occidente y Oriente, y a todo lo que sea ajeno a su particular interpretación del Islam. Es un Califato que no conoce límites, en un principio ocupó la ciudad de Mosul, y sigue avanzando hacia las ciudades vecinas”. Al mismo tiempo tiene tropas en Siria luchando contra Asad y contra los rebeldes sirios y la primera semana de agosto atacó la frontera libanesa, cobrándose la vida de una quincena de soldados.
El ejército del Estado Islámico
La rapidez y eficacia de Daech para moverse y conquistar ciudades se debe a diversas causas. En primer lugar, el radicalismo islámico ya estaba instalado bajo el nombre de diferentes grupos como Yabat al Nosra en Siria, criminales de los cuales muchos se aliaron a Daech.
En segundo lugar, el sentido de pertenencia a un clan (miles de personas bajo el mismo apellido, fenómeno corriente en todos los países árabes) en este caso la familia Daech, que en unión con otros clanes hacen un llamamiento a la guerra convocando a todos sus miembros. Como consecuencia, miles de personas se transforman en un poderoso ejército. Según A. Samrani en el periódico L’Orient-Le jour, el Estado Islámico contaría con 10.000 combatientes en Irak y 7.000 en Siria. A ellos se unen musulmanes extremistas de diferentes países que comparten la misma forma de ver el islam. Recordemos la reciente denuncia de la Ministra de Asuntos Exteriores de Australia, que ha advertido de la presencia de alrededor de 150 personas de su país luchando del lado del Estado Islámico en Irak y Siria.
Daech se ha impuesto como el movimiento yihadista más violento
Otra de las causas de la irrupción del Estado Islámico en Irak es la falta de un gobierno en el que todos los grupos se sientan representados. “Desde la caída de Sadam Husein, no ha habido gobierno que tomara en cuenta a la población sunita. Maliki, chiíta, ha gobernado favoreciendo a las personas de su religión”, comentó el Jasen. Los sunitas radicales han respondido con protestas violentas, con los atentados con coches-bomba, secuestros para extorsionar, disparos en iglesias y otras atrocidades teniendo como objetivo a chiítas y cristianos.
Los cristianos han sido el sector de la población más afectado por secuestros y extorsiones. Como muchísimos cristianos han emigrado a países occidentales, son vistos como fuentes de financiación, ya que secuestrando a un miembro de la familia en Irak, se puede pedir un rescate al exterior. En muchos casos las sumas han sido completamente imposibles de alcanzar y los secuestros terminaron en asesinatos, lo que ha empujado a las familias a huir de Irak por miedo a revivir esa situación.
Esta mezcla de factores ha propiciado la instalación del Estado Islámico sin un verdadero poder que pueda hacerle frente.
El gobierno de Irak no ha podido impedir esta situación, por que “es un gobierno dividido y muy débil”, comenta el Jasen. “Y, desde la proclamación del Estado Islámico, ha sido la autoridad religiosa chiíta la que ha convocado a su pueblo a levantarse contra los radicales sunitas”.
Bajo la bandera del Califato
En palabras del Dr. El Jasen, este nuevo Estado “busca instalarse en el poder (que favorezca a los sunitas) utilizando como pretexto la religión”.
¿Cuáles son los objetivos del Califato? “El Estado Islámico pretende reunir a los musulmanes de todo el mundo bajo la bandera de este nuevo Califato. En un primer momento pretendieron que los kurdos sunitas se unieran a ellos con la intención de luchar contra Maliki por una independencia kurda. Pero los kurdos se han mostrado unidos entre sí privilegiando la raza kurda y la posibilidad de independizarse juntos incluyendo a los de distintas confesiones”, concluye el Jasen.
El objetivo del Califato es la implantación del Islam interpretado en términos radicales y su rápida extensión sin límites de fronteras nacionales. “El Califato proclamado por el Imán Ibrahim (también conocido bajo el nombre de Abou Bakr Al Baghdadi) convoca a los países de Medio Oriente a unirse a este nuevo estado. Esta tarea no le será tan fácil ya que cuenta con la importante oposición de su vecino chiíta, Irán, quién no permitirá la invasión de sus tierras. Tampoco lo consentiría Turquía ni el Líbano, que haciendo frente a sus millones de refugiados (sirios, iraquíes, palestinos), no dará el brazo a torcer con la ayuda de la comunidad internacional”.
El proclamado califa Abou Bakr Al Baghdadi o Ibrahim al-Badri al-Samaraï, nació en 1971 en Samarra. Estudia en la Universidad Islámica de Bagdad y pronto se convierte en predicador salafista y profesor de la ley islámica. Después de la invasión de EE.UU. se enrola en las tropas de Al Qaeda en su país. Es arrestado por los americanos y pasa cuatro años en prisión. Después de su liberación, se le atribuye el ataque a la catedral de Bagdad.
Sobre el comportamiento de Arabia Saudita, cuna del islam suní, el Jasen dice que este país “ha financiado diversos grupos islámicos fundamentalistas desde sus inicios, incluyendo el Daech en Irak, pero parece que ha dejado de hacerlo actualmente”. En diciembre de 2013, envió 3 millones de dólares al Líbano para fortalecer su ejército, y hoy está siendo utilizado para defender las fronteras de los ataques de Daech y Yabet al Nosra.