Por qué un “Día de los Pueblos Indígenas” no es indígena

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En Washington DC y en otras ciudades de EE.UU. han decidido no celebrar ya el Día de Colón (Columbus Day) y sustituirlo por el “Día de los Pueblos Indígenas”. David Grosso, miembro del Consejo municipal que aprobó el cambio, lo justificó así: “Colón esclavizó, colonizó, mutiló y masacró a miles de indígenas en las Américas”. Y, como “nosotros somos un gobierno que valora la igualdad, la diversidad y la inclusión, no podemos seguir festejando un día que celebra la opresión y va contra esos valores”. Robert R. Reilly, director del Westminster Institute, comenta la decisión en un artículo publicado en MercatorNet.

En 1537 el Papa Paulo III publicó una bula (Sublimis Deus) en la que reconocía la plena humanidad de los indios, y condenaba que fueran sometidos a un trato cruel o privados de sus posesiones

Reilly hace notar que si esos valores existen en América es gracias al descubrimiento de Colón, pues ciertamente no existían allí antes de su llegada. “La misma idea de celebrar un día de los Pueblos Indígenas es inimitablemente occidental, porque la cultura occidental es la única que mira fuera de sí para examinar y reconocer lo bueno de otras culturas. Es capaz de hacerlo porque la filosofía está en la base de la civilización occidental”.

Brutalidad e inclusión

Los políticos del Washington actual, dice Reilly, parecen tener una visión roussoniana de lo que era la vida tribal de los indígenas, gente que vivía en paz y armonía entre ellos y con la naturaleza, inocencia que habría sido corrompida por los malvados españoles dirigidos por un aventurero italiano. Pero, aunque los indígenas hayan sido tratados con brutalidad, no hay que olvidar que los pueblos indígenas se trataban así entre ellos. “La diferencia es que la cultura occidental tenía o desarrolló un criterio para reconocer la brutalidad como moralmente injusta (aunque solo fuera para reconocer la infracción)”.

Reilly cita luego algunos ejemplos de las prácticas de pueblos indígenas contemporáneos de Colón. Pedro Mártir de Anglería, humanista y cronista de Indias al servicio de los Reyes Católicos, entrevistó a marineros a la vuelta del viaje de Colón. Según su informe, “los caribes castran a los jóvenes capturados y a los nacidos de las cautivas, los engordan y, en sus fiestas, los devoran”. Los españoles encontraron montones de huesos de brazos y piernas de hombres, que se utilizaban para hacer puntas de flechas, y cráneos utilizados como recipientes para beber.

No era un caso aislado o propio solo del Caribe. En diversas partes de América, “el canibalismo no era una fuente primaria de alimentación, pero era practicado por razones de culto”, como honrar a los ancestros o apropiarse del espíritu de los enemigos capturados.

En cualquier caso, se pregunta Reilly, “al celebrar el Día de los Pueblos Indígenas, ¿de qué pueblo indígena estamos hablando? ¿De los que estaban en el menú o de los que se los comían? Para los comensales, parece que su idea de inclusión era culinaria”.

Mentalidad tribal

“Al celebrar el Día de los Pueblos Indígenas, ¿de qué pueblo indígena estamos hablando? ¿De los que estaban en el menú o de los que se los comían?”

Reilly atribuye esta conducta a la mentalidad tribal de un mundo prefilosófico, en la que el único modo de valorar si algo estaba bien o mal era si se atenía o no a las costumbres de los antepasados. “Uno solo era un miembro de una tribu, con deberes hacia los ancestros y los dioses de la tribu, y nada más. Por lo tanto, nada podía estar bien o mal en sí mismo. La gente que rezaba a otros dioses y vivía según otros estándares –miembros de otras tribus– simplemente no pertenecían a la misma especie”. “Cuando una tribu conquistaba a otra, el típico modus operandi era la ejecución o la esclavitud. Nadie podía imaginar algún criterio moral que objetara a esta conducta”.

“Una apelación a la ‘humanidad’ no habría sido inteligible ni para los victoriosos ni para los vencidos, porque ninguno de los dos era capaz de ver a la otra persona como un ser humano. Una tribu vencida podía lamentarse por sus miembros perdidos, comidos o esclavizados, pero no tenía la capacidad de concebir un criterio de justicia que llevara a condenar esas conductas como objetivamente erróneas, porque si hubieran ganado, habrían hecho exactamente lo mismo de acuerdo con sus costumbres tribales”.

“La mentalidad tribal –comenta Reilly– es obviamente enemiga del principio de igualdad (…). Uno no puede decir ‘todos los hombres son creados iguales’ hasta que uno sabe lo que es el hombre, lo cual exige reconocer las diferencias entre naturaleza y costumbre, lo humano y lo no humano, y entre lo humano y lo divino. Estas diferencias son esenciales para definir lo que es humano”.

Las extrañas ideas de un Papa

“La misma idea de celebrar un día de los Pueblos Indígenas es inimitablemente occidental”

Reilly recuerda que en 1537 el Papa Paulo III publicó un extraordinario documento (bula Sublimis Deus) en el que reconocía la plena humanidad de los indios, y condenaba que fueran sometidos a un trato cruel o privados de sus posesiones: “Los indígenas y cualquier otro pueblo que pueda ser descubierto por cristianos, no pueden ser privados de su libertad o de sus propiedades, aunque estén fuera de la fe cristiana; pueden y deben, libre y legítimamente, gozar de su libertad y de la posesión de sus propiedades; en ningún modo deben ser esclavizados”.

Igualmente, gracias a la influencia del dominico fray Bartolomé de las Casas, el emperador Carlos V promulgó las Nuevas leyes de Indias para el buen trato y conservación de los indios, que prohíben la esclavitud e insisten en que los indígenas sean pagados por su trabajo.

“En el Día de los Pueblos Indígenas en Washington, probablemente no se hará mención de la bula de Paulo III ni de Las Casas”, comenta Reilly. “Pero los miembros del Consejo municipal deberían ser conscientes de que ningún pueblo indígena habría publicado tal documento o promulgado leyes inspiradas en la obra de Bartolomé de Las Casas, porque no tenían ningún problema en hacer ellos mismos esclavos. La idea de que otros ‘en absoluto deben ser privados de su libertad o de la posesión de sus propiedades’ les habría parecido increíblemente extraña, por no decir incomprensible”.

“Al condenar el Columbus Day –termina Reilly–, Grosso y el Consejo municipal han escogido de hecho celebrar el tribalismo, sin darse cuenta de lo que era en realidad la vida tribal o la enorme regresión que supondría para la humanidad volver a ella”.

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