Oleg, con su hijo pequeño, en un parque de Kiev (Foto: Cortesía del entrevistado)
En la tarde del 23 de febrero de 2022, Oleg Chernysh estaba seguro de que la paz de la que disfrutaba su hogar en Kiev se evaporaría muy pronto por la decisión de un señor bajito y con malas pulgas que vive en el Kremlin. Así que selló las ventanas de su casa, preparó una bolsa con algunas cosas imprescindibles y se dispuso a esperar.
En cuanto comenzaron las explosiones, él y su familia determinaron pasar la noche en el sótano. Le preocupaba especialmente su hijo, entonces de un año. Como vive cerca de la sede de la Presidencia ucraniana –quizás el trofeo de caza más anhelado por los invasores–, los proyectiles rusos silbaban y estallaban a muy corta …
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