Durante las congregaciones generales del Sínodo de Obispos normalmente el Papa se limita a escuchar las intervenciones de los participantes. Pero el martes, 14, Benedicto XVI tomó la palabra para tratar de los criterios fundamentales de la exégesis bíblica, y pedir que se supere el dualismo entre exégesis y teología, que a veces lleva a una lectura de la Biblia desconectada de la fe.
El Papa habló unos diez minutos a partir de unos apuntes tomados en su cuaderno de notas personales. Primero evocó los criterios que ofrece el Vaticano II, en la constitución Dei Verbum, para la interpretación de la Sagrada Escritura. De una parte, confirma la necesidad de utilizar el método histórico-crítico. “La historia de la salvación -recordó el Papa- no es una mitología, sino una verdadera historia y, por lo tanto, hay que estudiarla con los métodos de la investigación histórica seria”.
Pero esta historia tiene también otra dimensión, la de la acción divina, por lo que la Dei Verbum señala un segundo criterio que es teológico. Este documento dice que la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió, para lo cual hay que tener en cuenta la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de la Iglesia y la analogía de la fe.
Benedicto XVI consideró que, en general, la exégesis académica está muy atenta al método histórico-crítico, lo cual es una buena ayuda. En cambio, a menudo el nivel constituido por los tres elementos teológicos “casi no aparece”.
El Papa vino a decir que la interpretación histórico-crítica de la Biblia debe tomar la fe como un punto de partida. De otro modo, la primera consecuencia es que “la Biblia se convierte en un libro del pasado. Se pueden extraer de él consecuencias morales, se puede aprender historia, pero el libro como tal solo habla del pasado” y “la exégesis se convierte en pura historiografía”.
Una segunda consecuencia más grave, dijo Benedicto XVI, es que donde desaparece la hermenéutica de la fe “aparece necesariamente otro tipo de hermenéutica secularizada, positivista, cuya clave fundamental es que lo Divino no aparece en la historia humana”. Por consiguiente, “se proponen interpretaciones que niegan la historicidad de los elementos divinos”. Como ejemplo, advirtió que la exégesis más admitida hoy en Alemania niega que Jesús instituyera la Eucaristía o que la Resurrección fuera un hecho histórico.
“Cuando la exégesis no es teología, la Escritura no puede ser el alma de la teología y, al revés, cuando la teología no es esencialmente interpretación de la Escritura en la Iglesia, esta teología ya no tiene fundamento”, advirtió Benedicto XVI. Por eso, “es absolutamente necesario superar este dualismo entre exégesis y teología”.
Al Papa le preocupa que la exégesis esté más integrada en la teología, de modo que no se considere un estudio autónomo, sino como una parte del esfuerzo conjunto por armonizar fe y razón.
Para conseguirlo, Benedicto XVI sugirió que una de las proposiciones del Sínodo podría ser “desarrollar una exégesis no sólo histórica, sino también teológica”, y profundizar la preparación de los exegetas en este sentido para que tengan una visión más amplia.
La intervención fue recibida con un aplauso. De hecho las palabras del Papa sintonizan con lo que en los primeros días del Sínodo dijeron las ponencias de numerosos obispos. Estos constataban cómo una exégesis académica de la Biblia llevaba en ocasiones a dudar de la historicidad misma de Cristo o de que la Escritura sea un texto revelado. Esta lectura sin fe del texto revelado habría llevado a católicos a buscar una interpretación de fe en grupos protestantes.
Si bien este fenómeno preocupa al Sínodo, la asamblea también ha subrayado la importancia de la aportación de la exégesis a la comprensión de la Palabra. Fe y ciencia bíblica no están reñidas, han insistido los obispos.
Encuesta sobre la lectura de la Biblia
Durante estos días se ha presentado en la Sala de prensa del Vaticano los resultados de una encuesta sobre la lectura de la Biblia, realizada entre 13.000 adultos de diferentes confesiones cristianas en doce países: Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia, España, Italia, Polonia, Rusia, Hong Kong, Filipinas y Argentina. El estudio fue realizado por GfK Eurisko.
Según la investigación, la atención que se presta a la Biblia en Estados Unidos, tanto por parte de los católicos como de los protestantes, destaca ampliamente respecto a otros países. El 75% de los norteamericanos consultados afirma haber leído al menos algún pasaje en los últimos 12 meses. Le sigue Polonia, pero ya muy por debajo, con un 38%, y cierran la lista Italia (27%), Francia (21%), y España (20%).
En cuanto a la interpretación de la Palabra de Dios, Estados Unidos y Filipinas fueron los países que mostraron más interés por las homilías durante las celebraciones litúrgicas (47% y 66% respectivamente).
Algo más del 50% de los encuestados está de acuerdo en que la Biblia se enseñe en las escuelas. En países como Estados Unidos, Alemania, Italia, Polonia, Filipinas y Argentina la mayoría de los encuestados creen que el contenido de la Biblia es real y en todos los países, excepto en Hong Kong con un 43%, la mayoría dicen que es interesante.