Jerusalén.— El 9 de abril, los israelíes fueron a las urnas para decidir la composición del Kneset (Parlamento) para la próxima legislatura. Los principales temas de debate antes de las elecciones, como de costumbre, fueron la política de seguridad y el equilibrio entre la libertad individual y la identidad colectiva en la compleja democracia judía llamada Israel.
Los cristianos de Tierra Santa tuvieron una simbólica participación con su voto. Sin embargo, al representar tan solo al 2% de la población, en realidad lo que hicieron no fue más que observar el rumbo al que se encamina un país donde viven, pero con el cual no se identifican.
El histórico dilema cristiano en Israel
Los cristianos de Tierra Santa se encuentran en medio de un conflicto histórico entre dos grupos locales apoyados por sus respectivas comunidades internacionales: los judíos sionistas y los musulmanes palestinos. Ambos luchan por un poder político que defienda a su cultura en esta región. Los primeros quieren un Estado protector de su pueblo, que anduvo disperso por el mundo durante dos milenios a merced de otros Estados. Los otros desean su autonomía local en cuanto palestinos, lo que incluye su religión musulmana.
Algunos cristianos vienen adoptando en los últimos años, cada vez más abiertamente, la opción de abrazar a Israel como su país y así luchar por sus derechos dentro de él
Durante el siglo XX, ambos lados recibieron el apoyo internacional de sus respectivas comunidades. Los judíos recibían recursos de sionistas en países occidentales y los palestinos tuvieron el apoyo militar de los países musulmanes. Los cristianos, en muchos casos ajenos a los intereses de la disputa, también fueron apoyados por su comunidad internacional, recibiendo recursos de la Iglesia para vivir en paz.
En este contexto, es importante señalar que los cristianos pueden unirse a cualquiera de los lados. Su historia está ligada a la de los judíos por la religión y a la de los musulmanes por la lengua y la cultura árabe. Por otra parte, a diferencia del judaísmo y del islam, la religión cristiana es clara al separar el poder religioso del poder político; su reino no es de este mundo. Por tanto, no es un problema para los cristianos vivir en un país que no asume el cristianismo como religión oficial, pudiendo ser este judío, musulmán, o laico. Así, los cristianos son libres de apoyar a cualquier partido en esta pelea política.
Emigración
Sin embargo, es difícil vivir en medio de una guerra y ser imparcial. Por eso, la alternativa elegida por la mayor parte de los cristianos ha sido la de abandonar Tierra Santa, emigrando a países de tradición cristiana en Europa y América. De hecho, todavía hoy es común percibir cómo los cristianos de Tierra Santa idealizan a los países de Occidente como un mundo cristiano en donde reina la paz.
Muchos jóvenes cristianos deciden ir a estudiar a Europa y a Estados Unidos y acaban quedándose allí al terminar sus estudios. El resultado es patente: ciudades que eran tradicionalmente de mayoría cristiana, como Belén y Nazaret, cuentan hoy con cada vez menos cristianos, tornándose más y más islamizadas.
Los cristianos que aún residen en Tierra Santa se dividen, por lo general, entre aquellos que evitan el debate político y aquellos que apoyan a la causa palestina. Sin embargo, en los últimos años no es raro encontrar a cristianos del primer grupo que pasan a defender, si bien tímidamente, al Estado de Israel.
En su mayoría, los que se declaran a favor de Israel viven en Galilea, en el norte del país. Pertenecen a familias que llevan allí varias décadas trabajando, viendo a sus hijos crecer, yendo a la iglesia… viviendo relativamente en paz. Al observar la situación de los cristianos en otros países de Oriente Medio –como Siria, Iraq y la propia Cisjordania–, concluyen que no vale la pena arriesgarse a vivir en Estados con una mayoría musulmana.
Su apoyo a Israel es, no obstante, limitado, ya que no les conviene arriesgarse a iniciar un conflicto con sus vecinos musulmanes. Sin embargo, cuando hablas con uno de estos cristianos en confidencia, su apoyo a Israel súbitamente se torna claro. Es importante decir, de otro lado, que esto no significa que en muchas ocasiones no sientan que el Estado de Israel no les representa e incluso les discrimina. Defienden a Israel porque creen que es la mejor de las opciones reales, si bien ninguna es perfecta.
El panorama que trae el nuevo Parlamento
Las recientes elecciones han demostrado que la mayor parte de los israelíes ya no mantiene la esperanza de obtener un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina. El partido laborista (HaAvodah), que en las últimas décadas había sido partidario de la creación de un Estado palestino, ha perdido 12 escaños, quedándose solamente con 6 representantes en una Kneset que cuenta con 120 parlamentarios.
Las recientes elecciones han demostrado que la mayor parte de los israelíes ya no mantiene la esperanza de obtener un acuerdo de paz con la Autoridad Palestina
La principal contienda en estas elecciones ha sido, en realidad, entre la derecha liderada por Netanyahu –actual primer ministro– y la derecha que buscaba terminar con su mandato. De hecho, la derecha y la centroderecha han llegado a sumar 100 representantes en el parlamento. De esta manera, aunque es costoso admitirlo, está claro que la mayoría de los israelíes ya no cree que sea posible la creación de un Estado palestino.
Además de fortalecer a la derecha, el resultado de las elecciones ha aumentado la influencia de los partidos ultraortodoxos judíos. Estos están dispuestos a apoyar la anexión de los territorios palestinos en Cisjordania a cambio de asegurar la continuación de sus privilegios históricos. Así, una coalición de derechas liderada por Netanyahu con el apoyo de los partidos ultraortodoxos parece indicar que los asentamientos judíos se fortalecerán y, por tanto, cualquier esperanza de obtener independencia para los palestinos en los próximos años se disipa en el horizonte.
Los que podrían todavía cambiar este panorama, los jóvenes, no parecen interesados en las propuestas de la izquierda. De acuerdo con una investigación hecha por el Instituto Académico Tel Aviv-Yafo, desde el año 2008 hasta 2016 el 64% de los israelíes entre 18 y 29 años se declaran de derechas, mientras que solamente el 23% se consideran de izquierdas. Por lo tanto, si la situación actual ya descarta la creación de un Estado palestino, el futuro tampoco parece traer un cambio en este sentido.
La tendencia política entre los jóvenes israelíes puede impresionar a un observador occidental, acostumbrado quizás a que los jóvenes se identifiquen más con la izquierda. Sin embargo, conociendo la realidad israelí y su desarrollo en las últimas décadas, la tendencia puede ser comprensible. Estando en constante peligro de guerra, Israel no puede correr el riesgo de no defenderse. Una actitud pacifista puede fácilmente asustar a un israelí. De la misma manera, las innumerables experiencias de fracaso en las negociaciones con los palestinos –como la de los acuerdos de Oslo, que antecedieron a la segunda intifada en los años 2000– hacen que los israelíes desistan de nuevos intentos de una solución dialogada.
Las opciones que se abren a los cristianos
En este panorama, a la minoría cristiana le quedan tres posibilidades. La primera es la de participar del destino palestino, luchando por una solución que busque obtener un Estado soberano e independiente. Como ya dije, esto es lo que muchos cristianos ya suelen hacer.
La segunda posibilidad es la de llevar a cabo lo que otros muchos ya han hecho: abandonar Tierra Santa en búsqueda de un país que les ofrezca mejores oportunidades y donde no constituyan una minoría religiosa. Así, huirían de su incierto destino en Israel, evitando identificarse tanto con los musulmanes palestinos como con los judíos israelíes.
La última opción es la que algunos cristianos vienen adoptando en los últimos años, cada vez más abiertamente: abrazar a Israel como su país y así luchar por sus derechos dentro de él. De este modo, buscan dejar de ser identificados con la causa palestina y se alinearían con la mayoría judía. Eso no constituiría un fenómeno nuevo, ya que otra minoría hizo esto mismo en el pasado: los drusos. Aunque hablan árabe, han apoyado al Estado de Israel desde su fundación, prestan servicio militar e, incluso, tienen representación política en partidos de derecha como el de Netanyahu.
Ciudades que eran tradicionalmente de mayoría cristiana, como Belén y Nazaret, cuentan hoy cada vez menos cristianos
Las dos primeras opciones son bien conocidas y adoptadas por la mayoría. No obstante, hay cristianos que han pasado a defender abiertamente la última opción. Un ejemplo es el sacerdote ortodoxo Gabriel Naddaf, de Nazaret. Este sacerdote apoya la inclusión de los cristianos en la sociedad israelí, mientras critica el fundamentalismo musulmán. En septiembre de 2014, Naddaf estuvo en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y defendió: “Israel es el único sitio en el Oriente Medio donde los cristianos están a salvo.”
Estas son las tres opciones que tiene delante la minoría cristiana en Israel. Como cristianos, cada individuo tiene la libertad de elegir su propria posición política y, por tanto, no sería de extrañar que no todos elijan la misma alternativa. Independiente de su elección, a nosotros los occidentales nos queda esperar que la presencia cristiana no desaparezca en Tierra Santa, la tierra que engendró al proprio Jesucristo.