Dos periodistas italianos presentan un libro que recoge el testimonio de musulmanes convertidos al cristianismo; al mismo tiempo, el semanario «Time» se pregunta por qué crece el fundamentalismo entre los conversos al islam.
Giorgio Paolucci, redactor jefe del diario católico «Avvenire», y el periodista libanés Camille Eid ofrecen en «I cristiani venuti dall’Islam» («Los cristianos venidos del Islam») -editorial Piemme- treinta historias de musulmanes conversos al cristianismo que viven en Italia. Los autores, según una entrevista concedida a «Zenit» (11 y 12-09-2006), buscaban profundizar en las implicaciones teológicas y jurídicas de la conversión, pero «a través de los itinerarios humanos, tratando de comprender cómo puede suceder que existan personas que amen tanto a Jesús como para arriesgarse a sufrir persecuciones».
Según Paolucci, los conversos al cristianismo tienen problemas y dificultades incluso para dar a conocer su experiencia, a diferencia de lo que ocurre con los occidentales convertidos al islam. De hecho, el autor confiesa que el primer obstáculo que afrontaron para escribir el libro fue encontrar personas que ofrecieran sin miedo su testimonio. Esta cautela explica, además, que no se disponga de cifras exactas sobre el número de conversos.
Según su investigación, los autores del libro hablan de «varios centenares de convertidos, provenientes de países del norte de África, de Oriente Medio y de Asia». Algunos han sido bautizados en Italia, otros en su país de origen o en otro país, y luego fieron a vivir a Italia.
La mayoría de estos conversos, conectados directamente o a través del teléfono, la prensa o Internet, no encontraban respuestas satisfactorias a sus inquietudes ni en el Corán ni en la educación recibida; al mismo tiempo, se toparon en su camino con personas cristianas que les sirvieron de ejemplo.
La falta de libertad no es solo característica de países islámicos. «Lamentablemente se está dando un problema de libertad también en un país como Italia porque el islam prevé sólo una religión de la que no se puede salir», explica Paolucci.
Cuando hacen pública su conversión, estas personas son amenazadas y discriminadas. En ocasiones son sus propios familiares y amigos quienes los marginan. «En los países islámicos -señala Paolucci- pierden los derechos civiles y corren peligro de ser condenados a muerte».
Según algunos expertos, como Samir Khalil Shamir, autor de «Cien preguntas sobre el Islam» (ver Aceprensa 126/03), el Corán no prevé la pena de muerte para los apóstatas. En ninguno de los 14 suras dedicados al castigo de los conversos se especifica cuál ha de ser éste. Para Paolucci, la apostasía se ha convertido en un instrumento en manos de los gobiernos islamistas para eliminar a sus enemigos políticos.
Desde este punto de vista, el libro busca convencer a los países musulmanes para que reconozcan la libertad religiosa. Pero pretende también hacer reflexionar a las autoridades occidentales para que la aseguren al menos dentro de sus fronteras. Para ello sería necesario primero facilitar que las propias comunidades musulmanes otorguen la libertad religiosa a sus miembros. Por último, los autores desean que estos testimonios aviven la vida cristiana de muchos creyentes no practicantes.
Una experiencia significativa es la que ofrece Sabatina James en «Del islam al cristianismo: mi historia» (Ediciones Palabra). Nacida en Pakistán pero criada en Austria, Sabatina cuenta cómo llevaba la vida de una chica occidental, aunque a escondidas de sus padres. Vive así el choque cultural entre el estilo de vida habitual en la escuela y en la calle, y la tradición familiar paquistaní. Tuvo que regresar a Pakistán cuando se concertó su matrimonio con un primo. Allí se produjo el conflicto entre la vida que llevaba en Austria y la que se le ofrecía en una sociedad cerrada.
A su vuelta a Europa tras su compromiso oficial con su primo, Sabatina comienza a interesarse por el cristianismo gracias a un amigo y acaba convirtiéndose. Es grave el enfrentamiento con sus padres, que llegan a amenazarla de muerte. El libro es interesante para conocer los conflictos vitales de jóvenes musulmanas crecidas en Europa.
Conversos al islam y extremismo
También el número exacto de conversos al islam en los países occidentales es difícil de determinar, pero se tiene la impresión de que va en aumento, afirma «Time» (28-08-2006). Según esta publicación, la secularización de las sociedades lleva a ciertas personas a buscar un asidero moral y sentimental y algunos occidentales lo encuentran en el islam, pese a que, según una encuesta realizada en EE.UU., sólo el 20% de los norteamericanos tienen una imagen positiva de esa religión.
Además, la conversión al islam es relativamente fácil: mientras que el catolicismo y el judaísmo requieren cierta preparación y estudio, en la religión islámica basta con una declaración formal de fe (la llamada «shahadah»).
El islam resulta atrayente sobre todo para los jóvenes insatisfechos, que lo conciben como un camino de rebelión: la mayoría de los conversos en Europa occidental tienen 20 años o menos. Farhad Khosrokhavar, experto en fundamentalismo islámico, sostiene que «el islam se considera un refugio para los desfavorecidos y marginados (…) Hace 20 años hubieran elegido el comunismo o ideologías de izquierdas. Ahora el islam representa la lucha contra el imperialismo».
«Time» cree que esto explica la deriva fundamentalista que se da entre los conversos. Según Didier-Yacine Beyens, converso y presidente del órgano musulmán belga, «los conversos son muy vulnerables a las influencias de los extremistas». Dos de los detenidos por el último atentado frustrado en Londres se habían convertido. Las autoridades sostienen que los grupos terroristas reclutan occidentales porque levantan menos sospechas.
ACEPRENSA