Una reciente declaración vaticana insiste en el respeto a la libertad religiosa de los musulmanes emigrados a Occidente y pide reciprocidad para los cristianos en países islámicos. El texto, hecho público el pasado 21 de junio, es el documento final de la última asamblea plenaria del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Emigrantes y los Itinerantes, celebrada del 15 al 17 de mayo, cuyo tema ha sido «Migración e itinerancia desde y hacia los países de mayoría islámica».
El documento aborda la cuestión de los inmigrantes musulmanes en los países de mayoría cristiana. Señala que «los católicos, especialmente, están llamados a ser solidarios y a estar abiertos a compartir con los inmigrados musulmanes, conociendo mejor su cultura y su religión, y testimoniando, al mismo tiempo, los propios valores cristianos también desde la perspectiva de una nueva evangelización, respetuosa de la libertad de conciencia y de religión». Por su parte, los inmigrantes musulmanes deben «respetar la identidad cultural y religiosa de las sociedades que los acogen».
En su discurso del 15 de mayo a los participantes en la asamblea (ver Aceprensa 59/06), Benedicto XVI recordó a los cristianos el deber de acoger a los inmigrantes. Pero también pidió el mismo trato, en justa reciprocidad, para los cristianos que viven en países musulmanes. El documento final de la asamblea se refiere a esta cuestión al señalar que «muy a menudo, el Estado da la ‘forma’ al islam en una determinada nación de mayoría islámica, organiza el culto, interpreta su espíritu y transmite su patrimonio, dando a la sociedad un carácter globalmente islámico»: por eso, «los no musulmanes se sienten allí, con mucha frecuencia, ciudadanos de segunda clase». Hace falta, pues, «establecer una distinción entre esfera civil y esfera religiosa, también en los países islámicos». A la vez, es preciso «distinguir entre Occidente y cristianismo, puesto que con frecuencia los valores cristianos ya no inspiran actitudes, posturas o acciones (también en relación con la opinión pública) en el llamado mundo occidental».
Según el texto, una de las claves para resolver posibles tensiones y conflictos está en «crear vínculos de amistad, en un ambiente de consideración por las diferencias culturales y religiosas, también con aquellos que piensan, como migrantes, en regresar al lugar de origen, o con los estudiantes extranjeros, que serán los futuros líderes de sus países». El documento subraya además la importancia de «renovar el empeño por implicar a las mujeres, especialmente en las decisiones que les conciernen, así como en la obra de convencer a los padres de familia a que ofrezcan a las jóvenes una educación equiparada con la de los varones, que incluya, naturalmente, la formación ética».
Un apartado resalta el papel fundamental de la escuela «para ganar en la lucha contra la ignorancia y los prejuicios, y para conocer correctamente y objetivamente la religión de los demás, poniendo especial atención en la libertad de conciencia y de religión». Por este motivo, se aconseja prestar atención a los libros de texto, para verificar cómo presentan la historia en relación con las religiones, pues la forma en que lo hacen contribuye a forjar la identidad propia y una imagen de la identidad religiosa de los otros.
ACEPRENSA