Una de las paradojas de la vida cristiana en el Oriente Próximo es que gobiernos más o menos dictatoriales garantizan una libertad religiosa negada por sus oponentes. Tiene inconvenientes ante la ebullición de movimientos islamistas cada vez más radicales, que agudizan su intolerancia frente a las minorías. Así sucedió en Egipto, antes del último golpe de Estado. Los Hermanos Musulmanes fueron expulsados del poder. En cambio, sigue con toda su pujanza la universidad suní más importante del mundo, Al Azhar (El Cairo), cuyas relaciones con el cristianismo deberían mejorar.
Entretanto, los discípulos de Cristo, especialmente los mayoritarios coptos, han sido objeto de violencias y atentados sangrientos, como los perpetrados contra dos iglesias el Domingo de Ramos, con casi 50 muertos. El llamado Estado Islámico ha difundido diversos vídeos, en los que describe su objetivo permanente de lucha contra los cristianos de Egipto, al igual que en Irak o Siria.
Este es, en síntesis apretada, el marco del viaje del Papa Francisco, dispuesto a enfrentarse con prudencia y valentía a los problemas, en el contexto también del duro pero real “ecumenismo de sangre”.
La amistad de Francisco y Tawadros II
Egipto había sido históricamente uno de los países con mayoría musulmana, donde convivía pacíficamente la minoría cristiana, aunque –en realidad– los coptos no gozaban de plenitud de derechos civiles y sufrían discriminaciones administrativas y militares (ver Aceprensa 1-03-2000, en el contexto del viaje de Juan Pablo II, así como el libro Coptos: Viaje al encuentro de los mártires de Egipto, de Fernando de Haro).
Por eso, sobrecoge la violencia sectaria de los últimos años, en zonas rurales y en las grandes poblaciones, como más recientemente en la península del Sinaí. No puede ser más oportuna la visita de Francisco, “el Papa de la paz en el Egipto de la paz”, según el eslogan elegido por la jerarquía católica para la visita. Confirmó claramente el plan de viaje, a pesar de las voces que consideraban más prudente cancelarlo por los evidentes riesgos que supone en la actual coyuntura.
Los católicos en Egipto apenas llegan a los 300.000 fieles, una gota de agua entre 90 millones de habitantes. En torno al 10% de la población pertenece a la Iglesia ortodoxa copta, con la que existe una excelente relación, derivada de la amistad entre las dos cabezas: el 10 de mayo de 2013, el entonces recién elegido papa copto ortodoxo, Teodoro II (Tawadros II), visitó al nuevo obispo de Roma, y se fortaleció entre los dos una gran amistad, signo de esperanza hacia la unidad.
Desde entonces, las comunidades coptas (católica y ortodoxa) celebran esa fecha como una fiesta común de amistad. Francisco y Teodoro acudirán ahora a la iglesia de San Pedro y San Pablo, objeto de un gravísimo atentado. Tawadros señaló al Nuncio en El Cairo, Mons. Bruno Musarò, que está conmovido por la solidaridad de Benedicto XVI y Francisco en momentos muy duros.
Mejoran las relaciones con Al Azhar
El presidente Abdel Fatah al Sisi, tras la destitución del islamista Mohamed Morsi, intenta apaciguar los radicalismos proclives a acciones terroristas como las sufridas sobre todo por los cristianos. Después de los atentados del Domingo de Ramos, declaró el estado de emergencia, dispuesto a seguir el combate contra los extremistas islámicos. Y acudió personalmente a la catedral el día de Pascua para presentar sus condolencias al Patriarca.
También fue valorada positivamente en su día la asistencia a la misa de Navidad, así como el compromiso asumido de contribuir a las reconstrucciones de templos objeto de atentados desde 2013. En la práctica, la edificación de templos está sometida a requisitos urbanísticos que, con frecuencia, hace casi imposible disponer de nuevos lugares de culto.
Más problemáticas, aunque han mejorado, son las relaciones entre Roma y la universidad de Al Azhar. La presencia del Papa Francisco en la conferencia internacional para la paz organizada por ese centro de enseñanza superior, podría cerrar definitivamente las falsas heridas abiertas a raíz de la lección de Benedicto XVI en Ratisbona al comienzo de su pontificado, y luego como consecuencia de la inmoderada reacción ante la oración pública del pontífice por las víctimas del atentado contra un templo en Alejandría en 2011: su petición a los gobiernos de que tomasen medidas eficaces para la protección de las minoría religiosas fue interpretada como si fuese una injerencia del Vaticano en asuntos egipcios.
De hecho, el gran imán de esa universidad, Ahmed al Tayyib, visitó a Francisco en Roma el pasado mayo. Más recientemente, rechazó con fuerza los ataques de políticos e intelectuales egipcios, que criticaban el plan de estudios y los cursos de formación de la universidad, acusándolos de connivencia con planteamientos aberrantes propios del terrorismo yihadista.
En un comunicado oficial, el Consejo supremo de Al Azhar reiteró del 18 de abril que “la sharía prohíbe cualquier asalto contra seres humanos, independientemente de su religión y sus creencias”, y el islam obliga a los musulmanes a proteger todos los lugares de culto, y a tratar con amabilidad a los no musulmanes.
Según informaba la agencia Fides, el 20 de abril, “la Universidad de Al Azhar, en los últimos días, ha intensificado sus pronunciamientos de condena contra la violencia sufrida por los cristianos en Egipto, mientras se aproxima la conferencia de paz internacional convocada en El Cairo por la misma universidad, el 28 de abril, que contará con la participación del Papa Francisco y del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I”.
Arropados por musulmanes y cristianos no católicos
Por otra parte, se espera una asistencia multiconfesional a la misa que el Papa celebrará el sábado por la mañana en el estadio de la aeronáutica militar, en las afueras de El Cairo, con capacidad para unas 20.000 personas. Inicialmente se había pensado celebrarla en un lugar cubierto en el centro de la capital. Pero se ha cambiado, no solo por razones de seguridad, sino para disponer de un mayor número de plazas. Han anunciado su presencia muchos coptos ortodoxos y cristianos de otras Iglesias y comunidades eclesiales, e incluso musulmanes, así como las delegaciones oficiales, tanto religiosas como civiles.
Por decisión pontificia, y aunque no sea por la tarde, se anticipará la celebración de la misa del tercer domingo de Pascua: el Evangelio relata el encuentro de Cristo Resucitado con los discípulos de Emaús, abatidos por la crucifixión y muerte del Maestro. Como reconocía al diario Avvenire el Nuncio en El Cairo, “no podía elegirse un pasaje mejor adaptado a estos momentos de dolor”.
Un abrazo de consolaciónEl día 25, el Papa Francisco envió un vídeo mensaje expresando su profunda alegría y gratitud por haber sido invitado a visitar esa nación, a la que llega como mensajero de paz y como amigo. Decía expresamente: “Deseo que esta visita sea un abrazo de consolación y de aliento a todos los cristianos de Oriente Medio; un mensaje de amistad y de estima a todos los habitantes de Egipto y de la región; un mensaje de fraternidad y de reconciliación para todos los hijos de Abraham, en especial para el mundo islámico, en el que Egipto ocupa un lugar de primer plano. Anhelo que sea asimismo una válida contribución para el diálogo interreligioso con el mundo islámico y para el diálogo ecuménico con la venerada y amada Iglesia copto-ortodoxa”. “Nuestro mundo, desgarrado por la violencia ciega –que ha golpeado también el corazón de vuestra querida tierra– tiene necesidad de paz, de amor y de misericordia; tiene necesidad de constructores de paz y de personas libres y liberadoras, de personas valientes que saben aprender del pasado para construir el futuro sin encerrarse en prejuicios; tiene necesidad de constructores de puentes de paz, de diálogo, de hermandad, de justicia y de humanidad”. “Queridos hermanos egipcios, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, musulmanes y cristianos, ricos y pobres… los abrazo cordialmente y le pido a Dios Omnipotente que bendiga y proteja su país de todo mal”. |
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