Los participantes, de ideas muy variadas, coincidieron en que la belleza es una fuente de interrogación y un modo real de trascender
Barcelona. El Atrio de los Gentiles es un lugar de discusión. O mejor: de diálogo. Diálogo entre creyentes y no creyentes; entre cristianos, agnósticos y ateos: que exija a unos ser coherentes con su fe, profundizando en ella, y que sepan escuchar al que no piensa como ellos; y que lleve a otros atreverse a profundizar en la “cuestión de Dios [que] no debe estar fuera de los grandes interrogantes de nuestro tiempo”. Lo decía Benedicto XVI en el mensaje que dirigió a los asistentes al Atrio de París, en marzo del año pasado.
Es la preocupación del Papa, que está “profundamente convencido de que el encuentro en…
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