La información tendenciosa contra el cristianismo genera un clima de agresividad que puede poner en peligro el ejercicio de la libertad religiosa, advierte Mons. Charles Chaput, recién nombrado obispo de Filadelfia (cfr. Aceprensa, 25-07-2011). Así dijo en una reunión con jóvenes norteamericanos que participan en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Sus palabras fueron recogidas en First Things.
Chaput defendió este derecho en su sentido originario: libertad no solo de culto, sino de docencia y participación en la vida pública desde una perspectiva religiosa.
El derecho a la libertad religiosa presupone, según Chaput, dos afirmaciones. En primer lugar, el hombre goza de libre albedrío como parte de su dignidad humana. Gracias a este libre albedrío y a su capacidad de razonar, es posible que llegue a diferentes concepciones sobre Dios, incluida la de que Dios no existe. Cada uno está en su derecho de defender su postura.
En segundo lugar, el derecho a la libertad religiosa presupone que las cuestiones acerca de Dios, la eternidad o la finalidad del ser humano tienen capital importancia en la construcción de una vida feliz y plena. De ahí que se blinden legalmente las decisiones relativas a estas ideas.
Precisamente por la importancia de estas cuestiones para el ser humano tomado en conjunto, y no solo para el individuo concreto, el poder político no debe desterrar las referencias religiosas del espacio público, así como manipular o desdibujar los mensajes de las distintas confesiones religiosas.
La libertad religiosa no puede convivir con una mentalidad que entiende la religión como algo tóxico, contaminante, tolerable solo en cuanto no moleste a los demás. No debe entenderse el espacio público como un lugar “libre de religión”.
Pero el espacio público no es solo un lugar: los medios de comunicación conforman otro espacio con sus informaciones; un espacio que influye en el ideario público más que el espacio físico. El poder político puede retirar los crucifijos de las calles, pero algunos medios de comunicación pueden haberlos eliminado antes de las mentes.
Por eso, mientras denuncia la persecución contra los cristianos en países del mundo árabe y en algunas zonas de Asia y África, Chaput previene a los jóvenes católicos del mundo más desarrollado contra ese otro tipo de cortapisa a la libertad religiosa que es la desinformación.
A algunos les puede sorprender que cite publicaciones concretas, todas del ámbito norteamericano. Señala, por ejemplo: “cometeríamos un grave error si fiáramos nuestra información religiosa a medios como New York Times, Newsweek, CNN o MSNBC”. En cambio, recomienda Catholic News Agency, EWTN o National Catholic Register. Y añade: “apoyad a estos medios y encareced su servicio a la Iglesia. Visitad sus páginas web. Seguidlos en Facebook y en Twitter”.
No se trata de hacer un índice de los medios que puede o no consumir un católico, sino de hacer ver que para que un católico realice la labor de evangelización a la que está llamado debe beber de fuentes no contaminadas. “Esto significa que tenéis que prepararos bien para ser buenos apologistas, capaces de defender vuestra fe”.