“La misericordia dispone a recibir la verdad”

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Cuando Austen Ivereigh empezó a escribir su tesis doctoral sobre la Iglesia y el Estado en Argentina, nunca se imaginó que estaba trabajando en los fundamentos de la biografía de un papa. Historiador y periodista, en marzo de 2013 estaba en Roma cubriendo la información del cónclave para distintos medios de comunicación británicos. Así las cosas, en el momento en que el cardenal protodiácono –Jean-Louis Touran– leyó aquello de “eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Giorgium Marium…”, Ivereigh debió de saber de quién hablaba y que se le venía encima algo muy grande.

Consciente de que conocía muy bien a Jorge Mario Bergoglio, tenía la oportunidad de su vida: hacer la biografía del 266º sucesor de san Pedro. Y seguro que ya tenía claro cuál iba a ser el título.

¿Por qué “gran reformador”?

Porque pienso que este pontificado será juzgado por los historiadores como un cambio de época, y uno de los pontificados reformadores más significativos de la historia de la Iglesia. Es la culminación o implementación de la parte no realizada de la visión del Concilio Vaticano II, es decir, “la colegialidad”. Francisco está (re)conectando el centro con la periferia, Roma con la Iglesia local, lo doctrinal con lo pastoral. Las consecuencias son y continuarán siendo tremendas, siempre que esta reforma sea continuada; y creo que lo será, porque es irreversible. Bergoglio es, sin duda, un gran reformador, pero la reforma va mucho más allá de él.

“Los papas modernos a quienes más se asemeja Francisco son Juan XXIII y Pablo VI”

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de su vida?

Su valentía —su capacidad de vivir en la tensión— y su espiritualidad: rigurosa, disciplinada, siempre abierta. En el libro narro cómo siempre ha aparecido, en momentos cruciales, para tomar las riendas, aparentemente desde el anonimato. Es un líder natural, pero muy reservado y discreto.

A mí me recuerda mucho los modos de hacer de Juan Pablo II…

Sí, hay puntos de comparación, notablemente en la valentía. Pero veo a dos papas muy distintos. Los papas modernos a quienes más se asemeja Francisco son Juan XXIII y Pablo VI, y él ve su pontificado como una continuación de las reformas de ellos. Después del cónclave de 2005, Bergoglio dijo que si lo hubieran elegido los cardenales, habría tomado el nombre de Juan.

“Los que experimentan la misericordia abren sus mentes y sus corazones a recibir la verdad”

Ofrecer misericordia

Usted dice que la misericordia es una de las claves del pontificado del Papa Francisco. ¿Por qué?

Es el mecanismo de conversión de la Iglesia hacia una postura más evangelizadora y misionera. Ofrecer la misericordia —la experiencia directa de ese amor y perdón incondicionales— es el deber principal de la Iglesia. Así evangeliza la Iglesia. Los que experimentan la misericordia abren sus mentes y sus corazones a recibir la verdad. Por el contrario, cuando la Iglesia propone solo la verdad y la doctrina, sin la experiencia de la misericordia, la gente suele rechazar a la Iglesia porque no corresponde al Dios que —por lo menos en el mundo occidental— subconscientemente conoce como misericordioso.

En El gran reformador vemos cómo este patrón de conversión está muy presente en la vida de Bergoglio y en la espiritualidad ignaciana que lo formó. El excelente libro reciente de Javier Martínez-Brocal, El Papa de la Misericordia, muestra mejor que ningún otro cómo el pontificado de Francisco está constantemente orientado a demostrar la importancia primordial de la misericordia de Dios.

¿Cuáles cree que son los objetivos de este “año de la misericordia”?

La conversión de la Iglesia entera, y de los católicos en particular, a que ofrezcan a la humanidad la experiencia directa de la misericordia de Dios. Un teólogo jesuita americano, James Keenan SJ, tiene una definición de la misericordia que me gusta mucho. Dice que es “la capacidad de entrar en el caos del otro”. Si empiezas a ofrecer la misericordia, vas a entrar en el caos del pobre, del que sufre, del prisionero, del refugiado, del drogadicto… A mi entender, el objetivo del Jubileo de la misericordia es hacernos más capaces de entrar en el caos de nuestro mundo para así rescatarlo, siguiendo el modelo de Dios que entra en el caos de nuestra humanidad para salvarnos.

“El Jubileo de la misericordia pretende hacernos más capaces de entrar en el caos del mundo para rescatarlo”

¿Cuáles pueden ser las otras claves de su pontificado?

Para entender la reforma de Francisco ayuda mucho un texto que influenció tanto a este papa como a Juan XXIII: La vraie et fausse réforme dans l’Eglise, de Yves Congar, publicado en 1950. En esencia, la reforma de Francisco está dentro de la tradición de toda auténtica reforma eclesial, que se remonta a la Edad Media.

Señalo tres claves en particular. Primera: toda verdadera reforma viene desde la periferia, y se realiza cuando el centro se abre a la periferia. Segunda: la reforma verdadera no cuestiona las doctrinas y las prácticas de la doctrina católica, sino que recupera lo que se ha perdido o dejado de lado. Y tercera: toda reforma auténtica tiene esta finalidad pastoral de la que estamos hablando: es decir, su objetivo es facilitar el acceso de la gente a los bienes de la Iglesia, que son instrumentos de integración y salvación: los sacramentos, la oración, la comunidad…

¿Sínodo “liberal”?

Algunos no entienden estas “reformas” y, concretamente, creen que el Sínodo de la familia ha sido más “liberal”…

Pero es faltar a la verdad decir que haya habido cambios doctrinales: no se cambió ni se diluyó ninguna doctrina de la Iglesia. Yo estuve presente en los dos sínodos y en ningún momento se cuestionó el matrimonio entre un hombre y una mujer, indisoluble, abierto a la vida, etc. Los que creen que el sínodo ha “liberalizado” la doctrina católica están adoptando una hermenéutica equivocada. El objetivo del Sínodo era facilitar la vivencia de la verdad doctrinal de la familia, no de socavarla. Y todo ello con la misericordia de fondo: que el mundo vea a Dios a través de los ojos de la misericordia. Veremos esta estrategia pastoral perfilada en la próxima exhortación sobre la familia, que el Papa Francisco publicará pronto.

¿Ha visto cambios en el cardenal Bergoglio y en el Papa Francisco?

Tiene una capacidad realmente extraordinaria de asumir las cualidades y la disposición necesarias para toda nueva misión que le ha sido confiada. No comparto la narrativa de otro biógrafo inglés, Paul Valley, de que hubo una ‘conversión’ del Bergoglio jesuita conservador a un obispo progresista, primero porque impone categorías que no corresponden a la realidad, y segundo porque hay una coherencia y consistencia en Bergoglio que es muy evidente cuando se comparan sus escritos de jesuita con lo que dijo después como cardenal y ahora papa. Pero no niego que haya cambiado, y El gran reformador narra varios momentos donde hay un cambio real y sustancial en él —como por ejemplo la influencia de su conversión carismática en 2005-2006 que lo dejó mucho más dócil al Espíritu Santo, y aún más valiente.

Reformas en el Vaticano

¿Es viable la reforma institucional que quiere hacer el Papa en el Vaticano? Parece que no se lo permiten…

No solo es viable sino que ya ha tenido éxito. Las reformas, sobre todo en las finanzas y ahora en la comunicación, han sido muy profundas. Están en marcha. Primero hay que cambiar las estructuras, luego viene el cambio de la cultura, que es un proceso mucho más lento.

Usted ha dicho alguna vez que el Papa Francisco tiene la sensación de que el suyo será un pontificado breve, ¿por qué?

Es él quien lo ha dicho, más de una vez. Sus colaboradores dicen que tenía un plan de cinco años. Pero ahora dicen que Francisco piensa que necesitará siete para realizarlo. Si dimitiera en 2020, tendría 82 u 83 años.

Dos papas eméritos… hasta hace poco no había ninguno. Ahora, todo puede ser, ¿no cree?

No hay obstáculo legal, pero no lo creo posible por ahora. Pienso que sería demasiado.

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