Bangladesh crece económicamente, al mismo tiempo que procura mantener la convivencia democrática frente a factores desestabilizadores. Uno de ellos es el extremismo islámico, que se desarrolla en un contexto social con graves carencias laborales y una situación desfavorable para las mujeres. La jerarquía católica ha expresado su preocupación por la deriva radical de quienes quieren imponer en Bangladesh la sharía o ley islámica. Este país, situado en el delta del Ganges y nacido en 1972 como un estado laico, “¿acabará convirtiéndose en otro Pakistán?”. Es la pregunta que se hace José Ignacio Rivarés en un reciente artículo en la revista Misioneros (junio 2013). “El Gobierno está haciendo todo lo posible por proteger a las minorías”, según Benedict Rozario, secretario de Cáritas Bangladesh. ¿Será suficiente?
Bangladesh, con 167 millones de habitantes, donde el 88,8% son musulmanes, es el tercer Estado islámico más grande del mundo. Tras los cambios en la Constitución que realizó el Gobierno en 1988, actualmente el islam es la religión oficial. La Constitución garantiza el derecho de todos los ciudadanos a profesar, practicar y difundir su propia religión. La enseñanza de la religión está permitida en los colegios privados dirigidos por comunidades religiosas, según el informe 2012 de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).
La Iglesia católica es apreciada por sus obras educativas y sociales
Presiones islamistas sobre el gobierno
SheikhHasina, del partido político laico Awami League que en noviembre de 2008 llegó al poder, es ahora la primera ministra. Hasina se opone a la introducción de la sharía, como desearía el Frente Islámico Unido, pero sí quiere mantener una serie de elementos islámicos en la Constitución. El 21 de junio de 2012, el Gobierno confirmó la enmienda que hace del islam la religión de Estado. Los radicales de “Hefajat-e-Islam” convocaron el pasado 5 de mayo una manifestación en la que hubo 29 muertos y más de 50 heridos en enfrentamientos con la policía.
Los convocantes exigían al gobierno varios puntos para alcanzar la paz social. El primero de ellos es la aprobación de una ley de la blasfemia, similar a la que existe en Pakistán (ver Aceprensa 19-04-2013). También buscaban impedir que las mujeres pudieran trabajaran con los hombres; prohibir toda actividad cultural que ofendiera a la religión dominante, y hacer obligatoria la ley islámica. La primera ministra respondió que “no permitirá ningún caos en nombre del Islam, una religión de paz”, y que el país “es una democracia laica en la que cada uno tiene el derecho a practicar su religión libremente”.
Los radicales islamistas quieren que el gobierno imponga la sharia o ley islámica
Posición social de las mujeres
Según Rivarés, las mujeres viven completamente subordinadas a los hombres y no tienen los mismos derechos que el sexo masculino. Dos de cada tres de ellas se casan, o dadas en matrimonio por sus padres, al llegar a los dieciocho años, que es la edad legal mínima para contraer nupcias. Muchas niñas son desposadas a los doce años y entregadas a hombres mayores. Se trata de una práctica que socialmente no está mal vista. De este modo, el padre se ahorra la dote de casamiento y la manutención de su hija. Por otra parte, al casarse las mujeres tienen menos posibilidades de sufrir agresiones sexuales.
Sin embargo, existen iniciativas positivas para la promoción de las mujeres como la Asian University for Women en Chittagong (ver Aceprensa 8-12- 2012), creada en 2008. El Gobierno también ha hecho esfuerzos por mejorar la situación de las mujeres con la National Women Development Policy 2011, dirigida a fomentar la igualdad en el derecho a la propiedad, la herencia y el trabajo.
Con 167 millones de habitantes, donde el 88,8% son musulmanes, Bangladesh es el tercer Estado islámico más grande del mundo
Más alfabetización
Un grave problema del país es el de “los niños de la calle”. Se calcula que hay entre 400.000 y 700.000 niños y niñas, absolutamente pobres, que viven, duermen y trabajan en la calle. La tasa de alfabetización de entre 15 y 24 años ha ido aumentando hasta situarse en el 75% en 2008. Aun así, el 45% de los niños que van a la escuela no terminan la enseñanza primaria, para buscar trabajo, ayudar a su familia, o –en caso de las niñas– para casarse.
Los cristianos son el 0,5% de la población, por detrás de los hindúes que son el 9,5%. Los graduados procedentes de los colegios misioneros y de las universidades católicas son los mejores alumnos de Bangladesh, según el informe de AIN. En total, la Iglesia católica dirige 52 colegios de educación secundaria, 4 universidades, una escuela de magisterio y numerosas escuelas de educación primaria por todo el país. “La Iglesia es apreciada por el Gobierno y por el pueblo por nuestras obras sociales y educativas y por nuestra credibilidad”, afirma el obispo de Chittagong, Mons. Moses M. Costa.
Crecimiento económico y explotación laboral
El derrumbamiento del edificio Rana Plaza, el pasado 24 de abril, en las proximidades de la capital, dejó un balance siniestro de 1.127 personas muertas y 98 desaparecidas. Esta tragedia ha sacado a la luz la situación de miseria en la que trabajan unos tres millones de personas en la industria textil de este país, que realiza pedidos para empresas como H&M, Inditex y Mango, entre otras.
Bangladesh crece al 6% anual y la pobreza se ha reducido un 20% desde 1990. Pero su renta per cápita en 2010 era tan solo de 590 dólares. Multinacionales textiles ofrecen sueldos entre 36 y 38 euros al mes por jornadas de 10-12 horas. Existe el trabajo infantil en fábricas clandestinas, a las que se subcontrata una parte de la producción, según Rivarés. La economía emergente de Bangladesh necesita también de mejoras laborales, que contribuyan a estabilizar la situación económica de las personas. Este puede ser también un modo de contener y diluir las posturas radicales.