La máxima autoridad protestante alemana, el Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania, propone una reestructuración «radical» para evitar -según dice su Presidente al «Frankfurter Allgemeine Zeitung»-, el «desastre financiero» al que podría llegar por la pérdida constante de fieles y la disminución de ingresos, mientras los gastos continúan aumentando. Los protestantes han sido desde hace siglos mayoría en Alemania, pero la situación se revirtió a principios de esta década, y hoy les superan los católicos (26,3 millones).
En el documento, que lleva por título «Iglesia de la Libertad: Perspectivas para la Iglesia Evangélica en el siglo XXI», la jerarquía evangélica se lamenta de «una considerable pérdida de mercado en el área de actividad central» («Kerngeschäft», que, traducido literalmente, significa «negocio central»). El número de bautizos, según el documento, ha descendido un 25% entre 1991 y 2003; el de bodas, un 17%.
Aunque los luteranos no están sujetos a exigencias que, según algunos diagnósticos, frenan el desarrollo de la Iglesia católica -celibato sacerdotal, ordenación de la mujer, anticoncepción…-, no parece que esto haya aumentado su capacidad de atraer y retener a los fieles. Sólo el 4% de los evangélicos acude al culto dominical. El objetivo que se marca el Consejo evangélico es aumentar en los próximos años al 10% la tasa de asistencia a los servicios religiosos.
A su manera, el Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania toma prestada del entonces cardenal Ratzinger la famosa consigna «menos management y más santidad», y reconoce que es necesario un «cambio de paradigmas y de mentalidad» entre los trabajadores y miembros de la comunidad evangélica, que dé lugar a una «especialización espiritual en vez de llevar a cabo un tipo de actividades poco definido». Hay que fijar prioridades, y no «aferrarse» a las «estructuras eclesiales», para así conectar con el «nuevo interés religioso de la sociedad».
Las propuestas, que deberán ser debatidas en un congreso previsto para enero de 2007 en Wittenberg, reinciden, sin embargo, en el «modelo ilustrado» característico del protestantismo alemán. El documento apenas se diferencia de los planes de reestructuración de una empresa. El diagnóstico es que el número de protestantes se reducirá a 17 millones en 2030, y con ello los ingresos disminuirán un 50%. Esto obliga a reducir costes salariales, a efectuar profundos cambios estructurales y a introducir «una cultura de liderazgo de tipo económico-empresarial» que se rija por «criterios de calidad en la gestión». De entrada, habrá que «analizar sistemáticamente las debilidades del trabajo de la Iglesia».
Un punto especialmente sensible la posible reducción de personal. La Iglesia Evangélica de Alemania reconoce que no podrá pagar los salarios de sus 20.400 teólogos. Ni siquiera los puestos de trabajo de los pastores están asegurados. El documento propone reducir el número de estos últimos y sustituirlos por «predicadores con cargo honorífico» (similares a catequistas), que también podrán administrar los sacramentos. La función del pastor será la de «guía espiritual de una red de cargos honoríficos».
Las comunidades locales deberán reducirse en un 50% y especializarse también en algún ramo: jóvenes, cultura, turismo eclesial, asociaciones estudiantiles… Eso sí, atendiendo a la «especialización espiritual» que afectará a la comunidad eclesial evangélica en su conjunto, se establecerán «centros espirituales» como «puntos de encuentro centrales», tanto en las ciudades como en los distintos Länder.
Aunque en menor medida, la Iglesia católica en Alemania atraviesa también un tiempo de vacas flacas (cfr. Aceprensa 6/05). El aumento del desempleo y las rebajas tributarias introducidas por el anterior gobierno han hecho disminuir la recaudación del «impuesto eclesástico» (que supone entre el 6 y el 9% de los ingresos de un contribuyente). El retroceso se ha hecho sentir también por la reducción de nacimientos, el aumento de defunciones y la defección de los que declaran abandonar la Iglesia para eludir el impuesto. Por eso diverdas diócesis han empezado ya a reducir sus presupuestos.
Ricardo Benjumea