La religión es fuente de prejuicios e ignorancia, según los ilustrados y sus herederos. Pero hoy haría falta una Ilustración nueva contra los prejuicios antirreligiosos, un tipo de ignorancia que se resiste a desaparecer. Lo comprobó Daniel Moulin, investigador del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra, al oír en su país, Gran Bretaña, experiencias de jóvenes creyentes, sobre el trato que a veces recibían por su fe.
Daniel Moulin es doctor por la Universidad de Oxford, donde trabajó en el Departamento de Educación. En septiembre pasado se incorporó al equipo del proyecto “Religión y sociedad civil” del ICS, y ahora acaba de ser nombrado investigador asociado del Centro de Estudios de Educación de la Universidad de Warwick (Inglaterra). Entre sus estudios, la mayoría sobre religión en la escuela, uno titulado Giving voice to “the silent minority” muestra los estereotipos que sufren chicos ingleses –cristianos, judíos y musulmanes– de secundaria. En esta entrevista subraya que hoy sigue habiendo prejuicios antirreligiosos y que, entre ellos, los anticristianos se aceptan más fácilmente.
“En la sociedad todos necesitan entender las distintas religiones, pero creo que eso se consigue mejor si primero cada uno entiende bien su propia religión”
— Pocos negarían que en Occidente hay libertad religosa, pero usted sostiene que también hay prejuicios antirreligiosos, que favorecen un ambiente social hostil a los creyentes. ¿Podría dar algunos ejemplos?
— Mi interés por investigar sobre prejuicios antirreligiosos surgió cuando vi que chicos cristianos, judíos y musulmanes eran objeto de insultos y acosos. Los adolescentes entrevistados para hacer mi estudio contaban, entre otras experiencias, que se les aplicaba viejos estereotipos negativos, reforzados a veces por los medios de comunicación actuales. El antisemitismo tradicional difundía el estereotipo de los judíos avaros, ricos y poderosos, que controlaban la sociedad europea, y esa imagen sigue estando en uso hoy día entre colegiales y otras personas. Por otro lado, la islamofobia puede estar en estereotipos que pintan a los musulmanes como gente incivilizada y violenta. Por ejemplo, algunos adolescentes musulmanes me dijeron que sus compañeros les llamaban “terroristas”.
Entre los estereotipos anticristianos están el del clero corrupto y el de la Iglesia enemiga del progreso y la libertad. A este respecto, adolescentes cristianos dijeron que sus compañeros les ridiculizaban por la irracionalidad de sus creencias.
No es fácil estudiar casos de prejuicios y discriminación, pero una pequeña muestra de adolescentes cristianos, judíos y musulmanes de Inglaterra dicen haber encontrado prejuicios como esos en compañeros suyos, y a veces en el comportamiento de algunos adultos. Concretamente, mencionaron insultos, burlas e incluso amenazas de violencia física. Esto concuerda con los resultados de otras investigaciones y con las declaraciones de grupos y representantes de cristianos, judíos y musulmanes.
— ¿Los prejuicios antirreligiosos en Europa se dirigen a todas las religiones por igual, o unas los sufren más que otras?
— Creo que las minorías religiosas no cristianas sufren más prejuicios y discriminación. Así, según estudios hechos en Inglaterra, los musulmanes tienen por término medio peores viviendas, peor educación y peores perspectivas de empleo que cristianos y judíos. En Europa, los judíos han sido víctimas del antisemitismo, que por desgracia parece seguir vivo.
En un país como Inglaterra, donde hay una religión oficial del Estado, hay también otras minorías cristianas, como los católicos o algunos protestantes disidentes –por ejemplo, los cuáqueros–, que en otros tiempos fueron discriminadas. Pero en la Inglaterra de hoy, la diferencia entre confesiones cristianas es menos marcada, y entre todas forman una cultura cristiana general que por lo común acepta todas las variedades de cristianismo. La paradoja es que, por el predominio histórico del cristianismo, algunos –a mi juicio– creen que ridiculizarlo es más aceptable que ridiculizar otras religiones, porque no se ve en ello una manifestación de racismo, mientras que en el antisemitismo y la islamofobia, sí.
“Por el predominio histórico del cristianismo, algunos creen que ridiculizarlo es más aceptable que ridiculizar otras religiones, porque no se ve en ello una manifestación de racismo, mientras que en el antisemitismo y la islamofobia, sí”
— Tras la matanza en Charlie Hebdo, algunos han defendido el derecho a ridiculizar la religión. ¿Cree usted que se debería poner límites a la libertad de expresión en este ámbito?
— Aunque es comprensible que esos horrendos crímenes hayan provocado un debate, no estoy seguro de que tan terribles e impresionantes sucesos deban dictar la discusión intelectual y política. En mi opinión personal, la libertad de expresión es un elemento vital de la democracia, pero a la vez se ha de ejercer guardando respeto a todos los miembros de la sociedad. La prensa y los medios de comunicación tienen una particular responsabilidad, pero nada justifica jamás el odio o la violencia criminal.
— Los prejuicios se combaten con educación. En Inglaterra hay una asignatura de Religión, no confesional, obligatoria en todos los colegios sostenidos con fondos públicos. Pero, como usted ha dicho antes, los alumnos ingleses de secundaria con una fuerte identidad religiosa dicen que en las clases de Religión se da una imagen distorsionada de su fe. ¿Es solo problema de algunos profesores, o tal vez se respetaría mejor el pluralismo dando a elegir entre distintas clases de Religión para cristianos, judíos, musulmanes…?
— Es interesante notar que en Europa hay distintos planteamientos de la enseñanza de la religión en las escuelas públicas. Por ejemplo, en unos países, los alumnos se reparten entre la catequesis y la clase de ética, según sus creencias. En cambio, en Inglaterra, por su historia de Iglesia oficial y el papel de la Iglesia en la sociedad, tenemos una educación multirreligiosa que no está dirigida a inculcar ninguna fe. Esta enseñanza puede ser muy buena, pero también puede estar mal impartida y resultar confusa para los alumnos. En mi opinión, en la sociedad todos necesitan entender las distintas religiones, pero creo que eso se consigue mejor si primero cada uno entiende bien su propia religión. En la enseñanza pública, lo más importante es tener escuelas bien dotadas, con profesores experimentados, entregados y bien preparados que respeten a sus alumnos y a las comunidades de las que provienen.
— En su estudio, usted muestra también que esos alumnos, por los estereotipos negativos sobre las comunidades religiosas a que pertenecen, se vuelven renuentes a mostrar sus creencias. Por eso los llama usted “la minoría silenciosa”. ¿Puede pasar lo mismo con los creyentes en la sociedad en general?
— Un aspecto de la secularización es que desplaza la identidad y la práctica religiosa de la esfera pública a la privada. Los creyentes se encuentran con el problema de cómo gestionar su identidad religiosa en este contexto. Creo que las creencias religiosas pueden dar la mejor base y la mejor formación a personas de toda condición social, así como para cualquiera que quiera relacionarse con los de otras culturas y religiones, y con los que no tienen religión. Personalmente creo que es cuestión de amar a Dios y amar al prójimo. Se puede lograr de distintas maneras. Unas veces, escuchando con silencio activo; pero otras veces, eso mismo puede suponer hablar de lo que uno considera justo, aunque sea contracultural o desagrade a otros.